“Gracias a nuestros increíbles trabajadores del Sistema Nacional de Salud”, rezan las pantallas de King’s Cross en azul brillante. Ubicada en el este de Londres, King’s Cross es una de las estaciones de tren más importantes que conecta la capital con el norte del Reino Unido. Al igual que en el resto de la ciudad, los negocios de la terminal han cerrado sus puertas.
Una mujer recomienda por el autoparlante no usar el servicio si no se trata de un viaje “esencial”. No hay pasajeros corriendo de un lado a otro para tomar el tren a casa. Tampoco está la interminable fila de turistas esperando para hacerse una foto con las pertenencias de Harry Potter en la plataforma 9 y 3/4.
Londres, una ciudad con 8,9 millones de habitantes, ha quedado vacía por la pandemia del COVID-19. El tráfico en las intersecciones de Piccadilly Circus desapareció, mientras que pocos negocios operan a puertas cerradas y por delivery para mantenerse en pie.
La comida y Venezuela
Pero la disrupción de la normalidad en Londres no es la principal preocupación de Solange, una joven venezolana que se mudó a la capital británica hace más de cuatro años y que trabaja en el departamento de mercadeo de una empresa de tecnología en Soho.
“Una de mis mayores preocupaciones es abastecerme de comida. Donde vivo solo hay dos tiendas pequeñas que no tienen tanta variedad. La gente también está comprando por impulso y con pánico. Estoy trabajando desde casa e igual tengo que cumplir un horario, como muchas otras personas (…) pero aún así estoy agradecida de vivir en un país en el que me puedo lavar las manos todas las veces que quiera”, explicó a Efecto Cocuyo vía telefónica.
La otra preocupación de Solange está a más de cinco mil kilómetros del Reino Unido, en Caracas, donde reside su madre y adonde planeaba viajar durante la Semana Santa.
“Mi mamá es dentista y tuvo que dejar de trabajar. Yo la apoyo mandándole remesas porque aún tiene que pagar el alquiler del consultorio. Le dieron la posibilidad de atrasar el pago durante seis meses, pero después de ese período igual tendría que cancelar la deuda. Tenemos que tomar la decisión de si vale la pena continuar con el contrato o no”, relató.
La suspensión de clases presenciales y la paralización de las prácticas de laboratorio preocupan a Juan Carlos Gabaldón, un joven médico venezolano que se mudó a la capital británica el año pasado para hacer un posgrado en la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres, pero no más que la situación en Venezuela.
“Mis padres son médicos jubilados y viven en Mérida. Seguían yendo al hospital hasta que empezó la cuarentena. La pandemia se suma a todas las otras crisis que ya estaba atravesando el país, como la de gasolina. Definitivamente me preocupa más la situación en Venezuela que en el Reino Unido”, dijo el joven médico.
Dos meses y siete días han transcurrido desde la detección del primer caso confirmado de coronavirus en el Reino Unido. De acuerdo con las últimas cifras divulgadas por el Departamento de Salud y Seguridad Social, 55.242 personas han dado positivos para el virus y 6.159 han fallecido.
El Shard, el edificio más alto del Reino Unido, se alumbra de azul todas las noches en honor a los trabajadores de la salud y el Excel, un centro de conferencias a las afueras de la ciudad, se transformó en un hospital de campaña con capacidad para atender a cuatro mil personas.
Las últimas 72 horas han sido cruciales para los británicos: los casos de coronavirus siguen en ascenso, la reina Isabel II dio un solemne mensaje a la población el pasado domingo, 5 de abril, y el primer ministro, Boris Johnson, ingresó a cuidados intensivos la noche del lunes.
En Londres acatan cuarentena
Para Andrea Pinza, venezolana que trabaja en el departamento de operaciones de una editorial con sede en Londres, los últimos hechos representan un claro llamado de que hay que acatar la cuarentena.
“(El mensaje de la reina Isabel y el traslado de Johnson a cuidados intensivos) representan un recordatorio mucho más fuerte para la población que todavía estaba escéptica o que no se tomaba las medidas tan en serio”, explicó la venezolana.
“Toda mi familia vive en Venezuela, yo soy la única que vivo afuera y estoy viendo lo complicado que es prevenir la expansión del virus incluso en un país con un sistema de salud muy bueno. Les comento lo grave que es la situación aquí para que tomen conciencia”, explicó Pinza.
Tras realizar una alocución para felicitar a los trabajadores de la salud y llamar a la ciudadanía a cumplir las medidas preventivas, la reina Isabel aseguró a la población “nos volveremos a encontrar”.
El mensaje, que duró menos de cinco minutos, resonó en Gabaldón. “Es un contraste importante cuando lo comparamos a lo que acostumbramos a ver en Venezuela. Fue un discurso impecable hecho en un momento crucial, mientras que en Venezuela este tipo de alocuciones se hacen tan seguido que carecen de legitimidad”, explicó.
Inicialmente el Gobierno británico adoptó la inmunidad del rebaño o inmunidad colectiva como estrategia para combatir la pandemia, además de promover el distanciamiento social y el lavado de manos constante. Esta estrategia consiste en exponer a una proporción de la población al SARS-CoV-2 para que se vuelva inmune y se detenga la expansión del virus.
Sin embargo, luego de que investigadores de Imperial College, en Londres, proyectaran que 250 mil morirían de continuar con la inmunidad del rebaño, el primer ministro anunció un cambio de estrategia.
Desde el 23 de marzo, los londinenses están bajo cuarentena para prevenir la expansión del virus y evitar que el Sistema Nacional de Salud (NHS por sus siglas en inglés) colapse.