El movimiento de migrantes venezolanos no cesa. Ni siquiera en durante la pandemia por COVID-19. Colchane, una comuna chilena que hace frontera con Bolivia, es desde hace varias semanas el punto de llegada de miles de migrantes que buscan entrar al país austral y seguir su paso hacia ciudades como Santiago de Chile. En condiciones normales, este paso fronterizo rara vez sería tomado en cuenta por venezolanos, pues se encuentra a unos 4.000 metros de altura sobre el nivel de mar y las condiciones climáticas pueden ser inclementes. Sin embargo, debido a los controles migratorios impuestos por el gobierno de Chile, ahora la comuna de unas 1.700 personas, tiene a miles de migrantes que intentan rehacer su vida.
Este miércoles 10 de febrero se consumó la deportación desde Chile de un grupo de venezolanos que ingresó de forma irregular por Colchane y el gobierno del país austral informó que todas las personas que hagan uso de pasos irregulares para ingresar a su país, serán deportadas. Una medida que ha generado polémica en la región y que podría generar reacciones similares en naciones como Perú y Ecuador.
Pero, ¿por qué los venezolanos ven en Colchane una puerta de entrada a Chile? Lo explicamos en las siguientes claves.
Un camino a una mejor vida para los migrantes venezolanos
Los resultados preliminares del proyecto FONDECYT Nº1201130 “Rutas y Trayectorias de Migrantes Venezolanos a lo largo de América del Sur. Cuando las puertas comienzan a Cerrarse”, muestra cómo las acciones de algunos gobiernos de la región no hacen más que empeorar las ya difíciles condiciones de movilidad de los migrantes venezolanos.
En 2020, al menos 200 personas comenzaron a cruzar a diario hacia Chile a través de las comunas de Iquique, Huara y Colchane. El objetivo de la mayoría de los migrantes es moverse hacia el sur, especialmente a las ciudades como Santiago y Valparaíso. Según datos de la Policía de Investigaciones chilena, 200 personas cruzaban por los pasos irregulares en 2020. La pandemia no frenó este movimiento diario, pero si agregó más vulnerabilidad a una población que ya se moviliza con bastantes dificultades.
Las visas y falsas promesas. El gobierno chileno decidió implementar la aplicación de visas para la entrada de venezolanos. Las visas comenzaron a utilizarse en 2018. Chile ya tenía restringida la entrada de haitianos y dominicanos gracias a las visas, entonces decidió aplicar ese mismo filtro a la población venezolana. Contrario a lo prometido por las autoridades chilenas, estas medidas no simplifican el proceso migratorio, simplifican el filtro hacia las personas que quieren ir a Chile.
La Visa de Responsabilidad Democrática (VRD) fue establecida en 2018 y al año siguiente se aplicó la Visa Consultar de Turismo (VCT) para toda persona venezolana que quisiera ingresar a Chile como turista. Sin embargo, en 2020, debido a la pandemia por la COVID-19, los vuelos fueron prácticamente cerrados por casi todo el año y también las fronteras terrestres. Además, el gobierno chileno decidió suspender la VRD. Ahora todo venezolano que llegara a Chile que demostrara que tenía medios para quedarse en el país como turista. De lo contrario, serían devueltos al país de procedencia. Datos del proyecto demuestran que hasta noviembre de 2020 se habían solicitado 223.801 VRD y sólo se habían aprobado 59.525, es decir, 27% de las solicitudes. Mientras tanto, 163.961 solicitudes fueron rechazadas y 307 estaban sin resolver.
“El problema de estas medidas no son las visas en sí mismas, que podrían ser una solución de implementarse adecuadamente, sino más bien la generación de una expectativa de ingreso regular que se diluye cuando se comienzan a hacer los trámites para su obtención”, concluye parte de los informes preliminares del proyecto.
Este tipo de medidas llevan a que los migrantes venezolanos y migrantes de otros países comiencen a buscar otras rutas. En el caso chileno, el gobierno del país austral y el gobierno peruano decidieron establecer un mayor control fronterizo en los pasos de Tacna y Arica.
El paso por Colchane
Entonces surgió la opción Bolivia. Las fronteras entre Bolivia y Chile no suelen tener el mismo nivel de seguridad que las de Perú y Chile. Las relaciones entre gobiernos chilenos y bolivianos normalmente no es la más cercana y esto se evidencia en temas como las políticas migratorias y los controles fronterizos bilaterales.
El refugio. La opción de refugio por parte del Estado Chileno ha sido sumamente baja en los últimos años. Casi inexistente. En el primer semestre de 2020, se registraron 432 solicitudes de refugio, pero solo 7 fueron reconocidas por el Estado Chileno. A pesar de que la situación venezolana llama la atención de los países del continente y podrían aplicarse los criterios de la Convención de Cartagena (1984) donde se establece la necesidad de reconocer la condición de refugiado a quienes hayan huido debido a que su vida, seguridad o libertar, se encuentra bajo amenaza producto de “la violencia generalizada, la agresión extranjera, conflictos internos, violación masiva de los derechos humanos u otras circunstancias que hayan perturbado el orden público”.
Colchane como ruta. Recientemente, la comuna de Colchane registró la presencia de, al menos, 1.800 migrantes. Esto parecería poco en otros lugares, pero Colchane tiene cerca de 1.700 habitantes, por lo que la llegada masiva de migrantes llamó la atención de los locales y de las autoridades chilenas. Esto derivó en que el gobierno chileno tomara la decisión de deportar a poco más de 80 venezolanos este miércoles 10 de febrero, y que todavía queden decenas de criollos esperando ser deportados en los próximos días.