La llegada de migrantes a Estados Unidos está ayudando al país a cubrir millones de vacantes laborales (principalmente en los sectores de la construcción y servicios), robustecer la mano de obra y mantener la economía a flote, según un análisis y entrevistas publicadas por el Wall Street Journal.
En marzo de 2022, el número de puestos de trabajo vacantes alcanzó un máximo histórico de 12 millones, según el Departamento de Trabajo de Estados Unidos. Desde entonces, la cantidad ha descendido hasta los 8,8 millones en julio de este año.
En simultáneo, tras caer en picado al comienzo de la pandemia, la población activa nacida en el extranjero ha repuntado hasta ubicarse en 32 millones de personas al cierre de agosto de este año.
De esta manera, una de las razones por las que la migración ha ayudado a la oferta de mano de obra es que una mayor proporción de recién llegados se incorpora a la población activa. Desde principios de 2020, la tasa de participación de los nacidos en el extranjero ha crecido hasta el 67% de la población.
Agilización de los permisos de trabajo
Si bien los migrantes no pueden obtener inmediatamente permisos de trabajo en Estados Unidos (el proceso para los que solicitan asilo puede durar hasta 18 meses), la mayoría se incorpora rápidamente a la población activa (a menudo de forma irregular).
Sin embargo, así como ocurrió con los afganos o los ucranianos, el Gobierno de Joe Biden ha facilitado programas especiales (como el TPS o el «parole humanitario») para permitir trabajar regularmente por dos años a cientos de miles de migrantes cubanos, haitianos, nicaragüenses y venezolanos.
Todo esto está suponiendo una diferencia palpable para los empresarios que han tenido dificultades para encontrar y retener trabajadores. El reportaje del Wall Street Journal cita la historia del restaurante ucraniano Veselka, en Manhattan, que ha podido contratar a ucranianos y llenar sus vacantes.
Así, en conjunto, está contribuyendo a aliviar la escasez de mano de obra y la presión sobre los salarios y los precios. Aunque esto por sí solo no elimina el riesgo de recesión, facilita la reducción de la inflación, según los analistas citados por el WSJ.