El 30 de agosto de 2020 establecimos el primer contacto con Nathali Carballo. Las historias de los venezolanos que retornaban al país desde distintos puntos de Latinoamérica se hacían más frecuentes. La de Nathali y su familia era una de ellas. Nos presentó a su “equipo”, como les dice, y nos dejó acompañarlos.
La familia Pérez Carballo se convirtió en nuestros ojos en terreno para describir cómo era la ruta —una de las tantas— que seguían los caminantes venezolanos para retornar. Lo confirmamos: todos tenemos algo de periodistas. Nathali lideró la reportería de lo que ha sido una travesía que persigue una consigna que se ratifica ante las vicisitudes: buscar lo mejor para la familia.
Y como tantísimas búsquedas, esta sigue en marcha.
El valor del acompañamiento
Cuando no estamos en terreno y son los propios protagonistas de la historia quienes se encargan de entregarnos las piezas que constituirán el relato, lo principal es la confianza. ¿Cómo fortalecemos un vínculo si no es con muestras continuas de valoración por esa experiencia única que atraviesa cada individuo? Más allá de las entrevistas periódicas, estuvimos cerca —gracias a los canales digitales— para hacerle saber a la familia Pérez Carballo que nos importaba cómo se encontraban en cada etapa del recorrido y, de alguna manera, también vivir las alegrías y tristezas que enfrentan los migrantes que han decidido retornar a Venezuela.
Si bien cada historia es distinta, visibilizar lo que atraviesan los migrantes, contar lo que les ocurre emocionalmente y levantar una bitácora detallada de viaje, que permanezca como evidencia de un momento histórico, permite que cada día pueda entenderse más la complejidad del proceso migratorio.
La continuidad, el seguimiento minucioso son prácticas que aportan en la construcción de nuevas narrativas sobre la migración. La familia Pérez Carballo nos mostró que mientras parte del mundo permanecía en estricta cuarentena, había una población vulnerable que sorteó cordones sanitarios y espacios fronterizos cerrados porque la búsqueda de oportunidades no podía detenerse, incluso si parecía que el mundo hibernaba.
El acompañamiento también nos permitió sistematizar. El agradecimiento era una constante durante las conversaciones que mantuvimos con los Pérez Carballo y cuando nos permitimos ir más allá de ese sentimiento, pudimos detectar actos de solidaridad valiosos: 17 personas ofrecieron su ayudad para que esta familia pudiera concretar acciones como mudarse, emprender, cambiar de trabajo, desplazarse… y entonces nos preguntamos: ¿no es la solidaridad una energía que no baja su intensidad, incluso cuando la hemos puesto en duda como humanidad? ¿Cuántas personas no están detrás de cada migrante, de cada refugiado que se ve forzado a desplazarse? Ese relato también aporta para alimentar el concepto que entregamos sobre lo que es ser migrante.
La migración deja entrever una red, un soporte que se arma con los dedos entrelazados de gente que ni se conoce pero que tienen en común haber tendido una mano: haber dado lo que pudo cuando la institucionalidad y las leyes que amparan a los migrantes son fuertemente analizadas.
¿Qué más puede dar nuevas perspectivas para abordar la migración?
Esa búsqueda también sigue en marcha.