Obra cromática del maestro venezolano Cruz-Diez reluce en Bogotá

La plazoleta principal de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, en Bogotá, es ahora dueña de un círculo de colores, que sin duda se convertirá en un nuevo referente de la capital colombiana. Se trata del Anillo de Inducción Cromática, obra del maestro venezolano Carlos Cruz-Diez (1923-2019).

La figura circular está integrada a nivel de la superficie de 20 metros de diámetro y 3 metros de ancho. La obra concebida especialmente para los espacios públicos de la universidad, cuenta con un sinnúmero de colores que van surgiendo del piso, tan reales como los pigmentos aplicados en las 408.000 piezas de cerámica especialmente elaboradas en la fábrica francesa Emaux de Briare, que desde 1970 ha aportado su experiencia al Atelier Cruz-Diez para los proyectos monumentales del artista, debido a la calidad y resistencia de sus productos.

De esta forma, la obra del maestro Carlos Cruz-Diez -uno de los grandes protagonistas del arte contemporáneo- se convertirá en una referencia urbana y será un punto de encuentro de estudiantes y transeúntes del campus que se integra al entorno patrimonial del centro histórico de Bogotá y busca arraigar el espíritu de cohesión de la institución con el paisaje urbano de la capital.

Finalmente, Felipe Londoño, Decano de la Facultad de Arte y Diseño, “la donación de la obra se formalizó en mayo 2014 ante el Consejo Directivo de la Fundación Universidad Bogotá Jorge Tadeo Lozano. En 2017, dicho proyecto fue incluido en el programa de cooperación Francia-Colombia».

Revolucionario del arte


Cruz-Diez (1923-2019) fue un revolucionario del arte; al lado de Jesús Soto hicieron que el color y todas sus posibilidades se tomaran el mundo. Fueron los dos grandes maestros del arte cinético. La punta de lanza de un movimiento que sacudió el mundo. Sus obras lograron sacar sonrisas, que la gente mirara el arte de arriba abajo, de lado a lado; hicieron del arte abstracto un juego que dejaría en tablas a los impresionistas. Ver una obra de Cruz-Diez es un placer sin fin; sus obras cambian con la luz del sol, con el punto de vista, o simplemente con dar un paso.

En la plazoleta de la Tadeo también hay una vigorosa exposición del Fotomuseo con imágenes de diferentes obras públicas de Cruz-Diez; en estaciones de tren en Francia, en edificios en São Paulo o Zúrich, monumentos en París, o en el espectacular piso de los pasos peatonales del estadio de béisbol de los Marlins.

Anillo de inducción cromática está hecho de mosaicos de vidrio que produce una fábrica francesa desde el siglo XIX. “En 30 años van a estar iguales y en caso de que tengan que reemplazarlos, la fábrica seguirá existiendo; son los mismos mosaicos que se usaron en la obra del aeropuerto de Maiquetía en 1978 y que, a pesar de todo, siguen ahí”, contó su hijo.

Cruz-Díez tenía cuatro talleres que siguen en pleno funcionamiento: Panamá, Miami, Caracas y París. “Nuestra misión es gerenciar la obra de papá; mantener su legado y su lugar en la historia, así ya esté en el Larousse. Sus obras se han vendido por más de un millón de dólares en subasta y tenemos una responsabilidad inmensa con los coleccionistas. Hay que manejar sus exposiciones en museos y galerías. Hacer mantenimiento de las obras públicas y tener la capacidad de ejecutar las que todavía están en planos. Hay, incluso, proyectos en autopistas. Él era muy ordenado: hacía los planos y dejaba instrucciones milimétricas. Su obra tiene esa exigencia: un punto mal puesto destruye todo el efecto; es como cuando bajas unas escaleras y un escalón tiene dos milímetros más de altura: te caes”.

Con información de El Tiempo de Bogotá