Nestor García, un ciudadano de Maracaibo, de 22 años, que cruzó junto a sus padres y su hermano menor cuatro países para llegar Chile relató parte de lo que ha sido su experiencia tras lo ocurrido en Colchane, región de Tarapacá. «Esto es muy lamentable y no imaginas la angustia, la desesperación y la zozobra que sentimos. De todas estas personas que estamos acá, somos como 25 los que tenemos el papel de expulsión».
Allí los recibiría una prima, pero al pisar suelo chileno se vieron obligados a ingresar a un refugio en el que fueron separados.
García está el estadio Canvancha, ubicado en la región de Iquique, junto a otros migrantes que dieron positivos en la prueba Covid-19.
Ese país inició una jornada de expulsión de migrantes que habían ingresado por vías no autorizadas. El grupo más numeroso había llegado de Venezuela, huyendo de la crisis generalizada que vive la nación suramericana.
La llegada de la PDI
La madrugada del miércoles 10 de febrero, un contingente de la Policía de Investigación de Chile (PDI) sorprendió a los migrantes que estaban en ese refugio habilitado por el Estado.
Según el relato de García, entre las 12.30 o 1.00 de la madrugada los formaron en 4 filas como de 40 personas y pasaban de a dos por cada línea. Les dijeron: «en este papel ustedes responden sí y no, a su conveniencia y luego firman».
«A lo que terminamos, nos dijeron que teníamos 24 horas pasa salir del país o apelar; si no, nos iban a deportar y nos quitaron los papeles. Se quedaron con mi cédula», relató García.
Añadió que no todos los que estaban allí recibieron el ultimátum.
Falta de cuidados médicos
García también denuncia la falta atención médica. «No nos dan ni pastillas para el dolor de cabeza. A duras penas, nos toman la temperatura. De forma irónica un enfermero nos dijo que más bien agradeciera que nos daban desayuno, almuerzo y cena», relató García.
A pesar de tanta incertidumbre, García confía en que todo saldrá bien. «Lo que más tengo es fe en Dios. En cada frontera nos decían que no íbamos a pasar, que nos iban a deportar, que si Perú, que si Bolivia. Yo sé que Dios está con los buenos», expresó lleno de esperanza.
«Mi hermano vino a trabajar, a buscar un mejor futuro»
Luis Meléndez, hermano de Ricardo Meléndez de 19 años, cuenta que su familiar estuvo en el primer grupo de expulsados, pero denuncia que fue víctima de engaños.
«A él lo cambiaron varias veces de refugio durante 15 días. Le pidieron sus documentos para darle una tarjeta de movilidad y terminaron dándole una carta de expulsión», cuenta con indignación.
Ricardo Meléndez había llegado caminando tras un mes de recorrido a pie y sometido a temperaturas extremas de frío y calor. «Él vino para trabajar, para buscar el futuro que en Venezuela no iba a tener y también se lo quitaron», agregó.
Los hermanos oriundos de Chivacoa, estado Yaracuy, tienen más de tres años sin verse y están seguros de que esta expulsión no impedirá que se vuelvan a reencontrar.
Comentó que se enteró de la expulsión por una llamada. «Mi hermano me dijo que se lo estaban llevando y que me amaba. Que estaba muy triste y que tenía mucha rabia».
Agregó que dada la forma en cómo ocurrieron las cosas, no hubo forma de prestarle algún tipo de ayuda.
Vulneración de los derechos humanos
La Comisión Chilena de los Derechos Humanos, órgano dependiente de las Naciones Unidas expresó su rechazo a la actuación del Estado. También cuestionó la forma como fueron expuestos los migrantes ante los medios de comunicación.
“La expulsión de migrantes vulnera los derechos humanos y constituye un claro acto de racismo, expresivo de un gran desprecio por la dignidad humana y que se realiza con una cobertura mediática cuyo objetivo es ocultar la grave crisis de derechos humanos que vive nuestro país”, expresó la comisión a través de Twitter.
El avión con los migrantes venezolanos llegó a ese país aproximadamente a las 3 de la tarde. Las autoridades del gobierno de Nicolás Maduro no se han pronunciando al respecto.