La pandemia de COVID-19 podría ser una oportunidad laboral para cientos de médicos venezolanos en Chile. Daniel Vera, un doctor oriundo del estado Zulia, espera ser elegido entre miles profesionales y técnicos de la salud aspirantes al programa “Yo sirvo a mi país en emergencia”, implementado el 24 de abril por el gobierno de Sebastián Piñera para reclutar a personal sanitario. “Sé que le competencia es fuerte, pero creo que todos podemos aportar en esta crisis”, explica.
Sólo en los primeros cuatro días del inicio del programa se postularon 6.209 profesionales. De esa cifra, 843 son galenos, de los cuales 617 venezolanos, seguidos de 152 chilenos y el resto cubanos, bolivianos y ecuatorianos, según datos del Servicio Civil recabadas por el diario La Tercera. Para Juan Carlos Riera, presidente de la Asociación de Médicos Venezolanos en Chile, influye el aumento de connacionales en el país y distintas limitaciones que impiden ejercer el oficio.
Su principal crítica se centra en el método para revalidar los estudios de Medicina. Venezuela no tiene convenios con Chile para homologar los títulos universitarios de profesionales de la salud. Así, el país austral aplica una evaluación teórico-práctico para reconocer los estudios de doctores extranjeros y de los egresados de academias chilenas. Pero el Examen Único Nacional de Conocimientos de Medicina (EUNACOM), que se realiza dos veces al año, fue analizado por la Organización Panamericana de la Salud (OPS), en 2018, que detectó varias fallas. Solamente el año pasado unos 2.763 venezolanos rindieron esta prueba, representaron el 65% de los postulantes.
Vera, con más de 26 años de experiencia, presentó dos veces el examen, pero reprobó por pocos puntos. “Fue ahí que pensé en regresar a Zulia. Yo, en verdad, estoy solo acá. Con buenos amigos, pero no estoy con mi familia”, agrega.
Él emigró en abril de 2018. Se instaló solo en Santiago, aunque su esposa, que también es doctora, tenía previsto seguirlo. Pero no pudo superar distintas trabas para estampar su visa de responsabilidad democrática y obtener la prórroga de su pasaporte. Ahora, desde Maracaibo, le advierte a su marido que la situación empeoró en Venezuela desde que se marchó y él le responde que ser migrante tampoco es sencillo. “Cuando llegué debí trabajar en el mercado municipal de La Vega, cargando sacos de mercancías, y no aguanté. No soy fornido, más bien soy delgado. Estuve un mes desempleado, luego volví a trabajar como conserje, después como asistente en un colegio y finalmente como auxiliar de aseo en un edificio, donde fui desvinculado por la crisis de la COVID-19. Ahora estoy desempleado”, relata.
Médicos venezolanos en la cruzada por un empleo
Riera dice que más de la mitad de los doctores venezolanos en Chile no están ejerciendo en ningún centro de salud. Él aprobó todas las pruebas necesarias para trabajar en el sistema sanitario público y privado del país. Aunque este urólogo estuvo en dos hospitales de provincias, de esa experiencia cuenta haber sido víctima de xenofobia por colegas. Ahora se desempeña solo en clínicas.
Para Osdelys Riera, una pediatra procedente de Valencia, estado Carabobo, es frustrante no poder trabajar como médico. Desde que emigró, en 2018, no volvió a ejercer su oficio. Ahora, mira con esperanza la idea de incorporar a galenos extranjeros para enfrentar el coronavirus. “Si vamos a estar en la primera o la segunda línea, los médicos venezolanos estamos muy preparados. Daremos lo mejor de nosotros”, dice.
En contraste, Adelaida, nombre ficticio a petición de la entrevistada, comenzó hace unos días en un centro de salud de la región central del Maule. Antes, ella había estado un año sin trabajar como médico. “Fue una sorpresa, porque mi esposo acababa de quedar desempleado. Yo había metido varios currículums y también me postulé al programa para combatir la COVID-19, no tengo claro por cuál de las dos vías me contactaron, pero estoy contenta”.