Ana Rivas, sobreviviente del arrollamiento de los caminantes en Perú, responsabiliza a la Empresa Transportes Ciriaco de presuntamente alterar la escena del suceso. “Nosotros pedimos que no se laven las manos y que haya justicia”.
El accidente ocurrió la madrugada del 1 de mayo en la provincia de Barrancas, en Lima. Doce venezolanos fueron atropellados por un camión cisterna cuando descansaban al borde de la carretera Panamericana Sur. Del grupo, tres personas murieron y el resto sufrió heridas.
La versión de los sobrevivientes coincide con la expuesta en el parte policial que menciona que la caravana se encontraba pernoctando cuando el camión de placa ACG-982, conducido por Héctor Flores, y propiedad de María Margarita Terán, atravesó por el lugar y un segundo vehículo cisterna, de placa ACG-981, conducido por Marco Antonio Cacha, pasó por el carril Este donde estaban los caminantes.
Rivas, que está hospitalizada en Lima, pide que los presuntos culpables no sean liberados hasta concluir la investigación y que la compañía de transporte relacionada con el accidente cubra los gastos médicos de los heridos e indemnice a las familias de los fallecidos. “No atropellaron y mataron a unos animales”.
Ella tiene fracturas y graves quemaduras en su piel, necesita una operación y terapias de rehabilitación. De momento solo recibe donaciones para cubrir los gastos médicos. No está sola, Frank Martínez y Jhonny Puertas son otros caminantes heridos internados en el Hospital de Barrancas de Perú, uno de ellos también requiere de una cirugía.
Ahora, esperan volver a Venezuela en un vuelo humanitario ofrecido por el gobierno de Nicolás Maduro. “No quiero saber nada de caminar”, agrega Rivas.
Un camino de obstáculos
Del accidente, Rivas recuerda que dormía con su pareja, estaban en una fila, donde ella ocupaba el quinto puesto. Tras el arrollamiento despertó con un intenso dolor y la sensación de que se desprendió una de las piernas. Su reacción fue comunicarse con sus familiares en el estado oriental de Anzoátegui, mientras otros caminantes decidieron grabar vídeos para despedirse de parientes porque pensaron que no sobrevivirían. “Fue lo peor de lo peor. Gracias a Dios, aunque no estamos bien, estamos vivos”.
Antes, el grupo caminó durante tres días. Querían salir del distrito Paramonga de la provincia de Barranca. Fatigados, los venezolanos se detuvieron en el tramo este del kilómetro 39 de la carretera Panamericana Sur, veían más adelante una construcción y un paso cerrado. De ahí que no sospecharon que sería inseguro, se acostaron en un borde de la vía y dejaron maletas coloridas en la carretera para ser divisados.
Nelson Suárez, que sufrió heridas en los pies, recuerda que no contaron con asistencia durante la primera hora del accidente. De hecho, la versión de los migrantes es que el conductor intentó fugarse y que un policía siguió al ver el accidente, pero fue perseguido por un motorizado que lo “hizo regresar”.
Así, Gregorio Quauro Ramos y José Luis García Gil, de 28 y 29 años, respectivamente, fallecieron en el trayecto al hospital. Yoivi Adriana Carrasquel, de 35 años, murió horas después.