Dar cupos no parece suficiente. El Estado ecuatoriano garantiza el acceso a la escolaridad de niños, niñas y adolescentes (NNA) venezolanos, por medio de la red de colegios fiscales del país. Sin embargo, existen condiciones en esta población que obstaculizan su integración y el disfrute óptimo del derecho a la educación. Entre ellas, el acceso a un Internet y la dificultad para nivelarse tras largos periodos —debido al proceso migratorio que deben cumplir— fuera de las aulas.
Estas condiciones superan las políticas en materia educativa del país. Los cupos están allí, pero las capacidades para garantizar la educación más allá del ambiente escolar; es decir, en el hogar, son inexistentes para muchas familias venezolanas. Al terminar 2019, el 42% de los hogares de esta población estaban en pobreza por necesidades básicas insatisfechas, de acuerdo al Banco Mundial.
Una iniciativa antes las dificultades: Aulas Móviles
Para solventar esta falencia, un equipo multidisciplinario de profesionales venezolanos emprendió la iniciativa llamada: Aulas Móviles. Este proyecto consiste en acercar ambientes escolares a los NNA migrantes, con la finalidad de fortalecer su nivel educativo y permitir su mayor integración en la sociedad ecuatoriana.
El programa lo lleva adelante la Fundación Chamos Venezolanos en Ecuador, liderado por la médica venezolana Egleth Noda. La activista contó a Venezuela Migrante que ver a NNA venezolanos recorrer las calles y avenidas de Quito (capital de Ecuador), entre las filas de carros con productos en las manos en vez de estar en clase, despertó en ella la necesidad de hacer algo.
“Decidimos empezar este proyecto para proveer oportunidades a los niños migrantes”, dijo Noda. El compromiso de su equipo de voluntarios y profesores los llevó a habilitar una casa al norte de Quito, para atender a los NNA. Allí les proveían de almuerzo y cena, reforzaban sus conocimientos educativos y les hacían seguimiento psicológico.
Adaptándose a la nueva realidad
María Zambrano inscribió a su hijo mayor de 14 años en el sistema educativo ecuatoriano, para que comenzara clases en abril de 2019. Estaba en Guayaquil (Costa) junto a su esposo y su otro hijo, cuando la llamaron para un entrevista de trabajo en Quito (Sierra).
La diseñadora gráfica venezolana no había conseguido trabajo hasta ese momento, por eso, junto a su familia decidió mudarse a la capital ecuatoriana en la sierra; es decir, en otra región del país con un régimen educativo distintos. En Ecuador hay dos periodos escolares, con dos fechas de inicio y de final diferentes. En Quito las clases inician en septiembre, mientras que en Guayaquil comienzan en abril.
Debido a este cambio, el mayor de su hijo debía esperar unos meses para comenzar a estudiar, algo que incomodaba a María. «Empecé a averiguar para que mis hijos tuvieran algo que hacer, hasta que descubrí a la fundación», narró Zambrano. Los inscribió en el plan vacacional que ofrecían de ese año y desde entonces se ha mantenido conectada con Chamos Venezolanos de Ecuador.
«Ellos apoyan a mis hijos con sus tareas, les refuerzan buenos valores y se preocupan por preservar su identidad como venezolanos», contó María. El apoyo lo realizan de manera gratuita para los NNA migrantes, gracias a las donaciones que reciben de organismos multilaterales y privados, así como al esfuerzos de 50 voluntarios que incluyen, estadísticos, médicos, psicólogos y profesores.
Esta labor fue interrumpida debido a la cuarentena impuesta por el Gobierno de Ecuador el 16 marzo. Pese a ello, el equipo de la fundación encontró una modalidad adaptada a la nueva normalidad creada a raíz de el COVID-19. Con el programa Aulas Móviles va a casa, los docentes se acercan a hogares de NNA para instalar un microambiente educativo y hacer seguimiento de sus estudiantes.
“Los profesores están divididos por zonas. Ellos periódicamente visitarán a los estudiantes para continuar con el apoyo académico a pesar del encierro”, detalló Noda. De esta manera esperan mantener a sus estudiantes nivelados ante el nuevo régimen educativo implementado por Ecuador como respuesta a la pandemia.
Actualmente las instituciones educativas imparten clases por medio de plataformas digitales, a pesar de que solo 6 de cada 10 de hogares en el país no tienen internet en sus casas, de acuerdo Instituto Nacional de Estadísticas de Ecuador (Inec).
En el caso de la población migrante, el acceso a recursos web puede ser más complicado. Noda informó que el 85% de los 3.073 venezolanos dentro del registro de la fundación no tienen acceso a Internet.
Se garantiza el cupo en escuelas, no la educación
El director de la Dirección de Regulación de la Educación del Ministerio de Educación, Eduardo Moreno, informó a Venezuela Migrante que profesores del sistema visitan a sus alumnos en sus hogares para apoyar su proceso educativo. Esos acercamientos no tienen una periodicidad, sino que ocurren de acuerdo al contexto de cada estudiante, según explicó el funcionario.
“En la zona rural es más fácil visitar a un estudiante que mantenerse conectados por Internet”, detalló Moreno. Fuera de las áreas urbanas de Ecuador solo 2 de cada 100 estudiantes tienen acceso a Internet, según el Inec.
Moreno indicó que el ministerio no sabe específicamente cuál es el acceso a Internet de los hogares venezolanos. Lo que sí conoce es la cantidad de NNA migrantes que se benefician del sistema. El directivo comunicó que más del 90% de los 49.967 estudiantes venezolanos matriculados están inscritos en instituciones públicas.
El funcionario recalcó que el Estado ecuatoriano garantiza el acceso a la educación de NNA migrantes, sin importar su estatus migratorio y los documentos de identidad que posean. “Al momento de inscribirse se genera un código, con el que podrán identificarse durante sus estudios”, explicó.
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A pesar de estar garantizado el cupo, el Estado Ecuatoriano no tiene programas especiales para apoyar a los estudiantes venezolanos en sus hogares. Moreno explicó que el Ministerio de Educación no puede asegurar la permanencia de los alumnos en el sistema educativo. «Los estudiantes están muchas veces atados a la condición laboral de sus familias», reconoció el directivo.
Respuesta a las condiciones adversas
Después de 33 años como pedagoga en Venezuela, la profesora Xiomara Pinto dejó su país para migrar a Ecuador, llevándose con ella toda su experiencia como pedagoga. Por eso, cuando supo de la existencia del proyecto Aulas Móviles no dudo para hacerse parte.
«Nos enfocamos en reforzar materias como lengua y matemáticas, así como fortalecer sus habilidades sociales», explicó la docente a Venezuela Migrante. La profesora Pinto indicó que muchos estudiantes venezolanos necesitan apoyo en estas áreas, porque llevaban tiempo sin estudiar debido al proceso migratorio de sus familias. «Después de uno o dos años sin ir a clases, un estudiante necesita readaptarse», agregó.
La pedagoga considera que los NNA migrantes pueden tener falencias educativas que por sí solos no van a solventar. Esta realidad puede hacerlos fracasar en el sistema educativo, causándoles sentimientos de frustración y agobio. Desde el punto de vista de la especialista, sin apoyo muchos alejarían permanentemente de la educación formal.
La ausencia de los padres también influye en el rendimiento de los estudiantes migrantes. Estos salen a la calle a trabajar sin horas definidas, lo que los imposibilita para apoyar los procesos educativos de sus hijos. Pinto contó que la fundación hace seguimiento del núcleo familiar de los NNA, además, hasta antes de pandemia les daban almuerzo y muchas veces cena, gracias a los donativos de organismos multilaterales como el Programa Mundial de Alimentos.
«Tenían una atención integral», afirmó la pedagoga. Ahora con Aulas Móviles va a casa esperan cumplir con las metas propuestas, a pesar de las limitantes propias de la nueva realidad de Ecuador. Para septiembre de este año 285 NNA estaban inscritos en el programa que cuenta con 20 profesores voluntarios.
Con este proyecto, la Fundación Chamos Venezolanos en Ecuador estima alcanzar a más escolares migrantes sin importar la nacionalidad. «Atendemos niños de Colombia también», informó Pinto, quien indicó que dos ecuatorianos hicieron parte de las Aulas Móviles. «Una madre venezolana le contó a su amiga ecuatoriana sobre lo que hacemos. Trajo a sus hijos y nosotros los empezamos a atender. Uno de ellos, un adolescente de 15 años, tenía dificultades en clase, salía mal y estaba desmotivado. Aquí logramos canalizarlo, para que mejorara su rendimiento», narró la docente.
La pedagoga, al igual que la directora de la fundación, considera que la integración comienza por medio de la educación. «Nosotros celebramos las fechas patrias venezolanas y ecuatorianas, cantamos dos himnos, celebramos dos nacionalidades», comentó Pinto. La profesora explicó que este enfoque tiene como finalidad que los estudiantes no olviden su identidad y al mismo tiempo, asuman como parte de su vida a la nación que los acogió.
«Los NNA venezolanos que se queden en Ecuador serán parte del futuro de este país, por eso el Estado debería hacer un gran esfuerzo por integrarlos como si fueran ecuatorianos», declaró la docente. De acuerdo a la proyección del informe: Retos y Oportunidades de la Migración Venezolana 2019, si a esta población se le facilitara la posibilidad de regularizar su situación y se validara sus estudios, aportarían al país el 2% de su PIB.