La Miga Dorada es una panadería ubicada en el paradero 10 y medio de la avenida Santa Rosa de San Martín de Porres, en el cono norte de Lima. Abrió sus puertas hace aproximadamente año y medio con una oferta de panes dulces andinos, y ahora tiene una extensa variedad que cubre los sabores de las diferentes regiones de Venezuela.
Sus propietarios piensan en el impacto de la panadería y describen que antes de la pandemia era un punto de reunión de los residentes de la zona que se daban cita después de la 4 de la tarde para conversar y «merendar», rememorar sabores y probar otros que ni en Venezuela tuvieron la oportunidad de conocer.
De hecho, el lugar se ha vuelto tan comercial que ahora es una referencia hasta para dar una dirección. Más de uno de los vecinos dice: «al frente, al costado, a una cuadra de la panadería de los venezolanos”.
A raíz de la cantidad de contagios que se registraron en el Perú, se eliminaron las mesas como medida bioseguridad; sin embargo, a pesar de que los clientes ya no pueden permanecer tanto como lo hacían antes, igual se acercan para vivir la experiencia se sentirse cerca de casa a través de un sabor, según comenta la encargada, Dayana Digiosia.
Ella está al frente de la panadería desde hace un año. Trabaja junto a su mamá que atiende de manera muy gentil a todos los clientes. Su esposo es el maestro panadero y sus dos ayudantes también son familia. “Solo hay uno que no es familia, pero lo tratamos como si lo fuera”, dice con tono jocoso.
Ronal Navas Campos, el responsable de la variedad de panes del lugar, describe la Miga Dorada como un pequeño espacio del país que dejó. Cuenta que, por lo general, la gente pasa rapidito en las mañanas a buscar unos cachitos para desayunar y siguen a sus trabajos; mientras que en la tarde vuelven por algún postre para calmar la ansiedad y llevar algo para la cena o compartir con su familia.
«Aquí la gente viene y se siente como si fuera un pedacito de Venezuela. Ellos vienen ven un cachito, una dona, una bomba y se alegran. Eso a nosotros nos hace sentir satisfechos de estar aquí en el Perú compartiendo nuestras tradiciones», expresa Navas.
Los peruanos también salen satisfechos: «Después de que los prueban (los panes) nos dicen: Pero qué rico tu pan y eso nos hace esforzarnos más y hacer las cosas con mucho más amor por nuestros clientes».
El pan de guayaba
Uno de los elementos característicos de este lugar es que ofrece pan de guayaba. Digiosia recuerda que fue una sugerencia de los clientes que buscaban literalmente, como locos, «comerse un pancito con eso”.
“No sabíamos de dónde sacar la guayaba, pero logramos conseguirlas con un señor que las trae de Huaral (un distrito de Lima provincia) y nosotros mismos nos las ingeniamos para hacer la mermelada”.
También tienen pan de coco, tunjitas y las infaltables canillas que siempre resuelven una rápida cena.
Los postres caseros
Otro atractivo que atrae a los lugareños son los postres. Digiosia resalta que los más pedidos son las milhojas, las tartaletas de fresa y las bombas con crema pastelera. Ella describe que, a pesar de ser dulces que se consiguen en cualquier otra panadería, “nosotros nos diferenciamos porque los hacemos con sabor a Venezuela”.
En la vitrina también se observan las quesadillas, torta de pan y golfeados, que de acuerdo a la encargada también tienen gran demanda. El quesillo y el brazo gitano son otro postre con gran aceptación, que más de uno compra para llevar a su hogar. Las donas y las palmeritas son bastante solicitadas, aunque a veces no las exhiban.
Las tortas y el pan de jamón
Debido a la gran aceptación de las porciones, han empezado a producir unidades completas, previo encargo. “La gente nos pide tortas para cumpleaños, las milhojas completas y estamos preparándonos para aumentar la producción. Por ahorra solo atendemos pedidos puntuales”.
En cuanto al pan de jamón dice que debido a la gran receptividad que tuvo el año pasado, este año también lo estarán ofreciendo.
Los precios
Dayana detalla que los precios son accesibles. Se ofrecen de 3 a 5 unidades por un sol y la gente los paga. “A veces nos toca aumentar los precios porque la materia prima a veces sube y los clientes igual los llevan”.
“Los postres varían de 3 a 4 soles por unidad y los clientes después que llegan por primera vez, siempre regresan. Hemos desarrollado una relación de fidelidad”.
Una de las experiencias más sentidas que siempre recordará fue la reacción de cliente que, después de degustar unos de los panes, se puso a llorar “me dijo que tenía mucho tiempo sin probar algo que le recordara a los sabores de su casa”.