Día de las personas refugiadas: cuatro historias y una campaña por los venezolanos en el extranjero

Sobrevivir a un naufragio. Rodar durante varias horas hasta llegar a otro país y sentirse segura. Agarrar una maleta después de que allanaran su casa. Huir por temor a encontrar la muerte. Cerrar la puerta del hogar que tardó años en construir, pasar la llave y pensar que quizá todo fue en vano. Cuatro de las 5.1 millones de historias de migrantes de Venezuela fueron compartidas por sus protagonistas en el foro virtual: Testimonios de la Migración Venezolana, organizado por la Oficina de la Secretaría General de la Organización de Estados Americanos para la crisis de migrantes y refugiados venezolanos

Historias de refugiados

Greg Valbuena, Betzabeth Jaramillo, Milagros Pérez y Luis Pérez* conversaron el viernes 19 de junio con la periodista Idania Chirinos, el músico Jorge Glem y el comisionado David Smolansky en un evento virtual, transmitido por Facebook Live. El encuentro, que se realiza en el marco del Día Mundial de las Personas Refugiadas, que se conmemora cada 20 de junio, sirvió para presentar la campaña “Soy venezolano, soy refugiado; Soy venezolana, soy refugiada”, que emprenderán desde el organismo con el fin de concienciar sobre la necesidad de protección que tienen las personas que salen del país en busca de una mejor vida. 

Las historias que contaron son una muestra de la realidad de muchos venezolanos. Betzabeth Jaramillo, quien huyó del país luego de que funcionarios de la seguridad del Estado entraran a su casa relató: “Decidí irme, porque mi seguridad y mi vida estaban en riesgo, tomé lo que pude el día del allanamiento de mi casa (…) y emigré con la esperanza de tener seguridad y poder hacer algo desde acá”. Ahora, lucha para que se conozca la realidad de presos políticos que permanecen en Venezuela y vela por sus derechos. 

Greg Valbuena, por su parte, fue testigo y sobreviviente de una naufragio. En 2018 iba en una de las lanchas que parten desde el estado Falcón, en Venezuela, con destino Curazao, y se hundió antes de llegar. De las 22 personas a bordo, contó Greg, fallecieron 16 y dijo con pesar que muchos de los cadáveres nunca fueron encontrados. “Han ocurrido muchas tragedias en ese trayecto porque son olas muy grandes y los peñeros miden entre seis y ocho metros, van sin seguridad, sin salvavidas, solamente se guían por una luz que te dice `Allá está Curazao`”, recordó.

Milagros Pérez, que fue abogada del Ministerio Público durante 20 años, tuvo que atravesar Venezuela en distintos vehículos terrestres para poder salir y recordó el miedo que sintió en cada una de las alcabalas que pasó. Temía que anularan su pasaporte, que robaran sus ahorros, que le quitaran su título; prácticas que había escuchado ejercían funcionarios de seguridad en contra de quienes sospechaban huían del país. Durante el encuentro fue enfática en decir que quienes salen, “quienes huyen, lo hacen con miedo”. Sin embargo, una vez establecida fuera, celebra el hecho de de que hoy día puede dormir un poco mejor, que sus hijas estén bien, cuenten con educación y salud. Todo eso se vuelvo un gran impulso para continuar. 

Juan Pérez, que realmente no se llama así, mantienen el anonimato porque aún teme por sus familiares dentro de Venezuela. Se fue huyendo de las amenazas de colectivos armados. Idania Chirinos, que moderó la charla, contó cuánto le impactó la escena que relató Juan cuando cerró la puerta de su casa y supo que ya no volvería. “Pero más importante son los sueños”, apuntó. La adaptación de su familia en Colombia ha sido dura. Especialmente para su hija, los primeros días en la escuela estaban llenos de temor: “El miedo de mi esposa a caminar por las calles, la tristeza y la depresión, que sentimos. Estábamos sufriendo todos en simultáneo a la llegada porque así ocurre cuando es un exilio forzoso”. 

Venezolanos, con necesidad de protección

Los cuatro están agradecidos de las oportunidades que encontraron en los países receptores. Sin embargo, en el caso de Greg aún espera que sus familiares puedan acceder a los documentos necesarios para transitar libremente y poder trabajar pues las trabas burocráticas para los venezolanos en Curazao son grandes. Es por eso que vale la pena rescatar el mensaje del comisionado David Smolansky, quien también es un exiliado político, en relación con la campaña que emprenderán a partir del 20 de junio: “Es necesario que al venezolano se le proteja, se le integre y no sufra discriminación por su origen”.

Consideran, entonces, pedir que a los venezolanos se les reconozca el estatus de refugiados, pues en las cuatro determinantes que se manejan en el tratado de Cartagena para tal fin, son aplicables para el caso Venezuela. Se trata de personas que huyen de violación masiva de los derechos humanos, alteración de orden público, violencia generalizada y agresión extranjera, todas aplicables al contexto venezolano según confirmó el comisionado. 

Para cerrar el encuentro otro venezolano de la diáspora tomó el turno. Jorge Glem, además de hablar, tocó un par de canciones en su cuatro. Escogió ese instrumento, precisamente por lo representativo que es. Previo a sonar las notas, agradeció a sus paisanos por los relatos compartidos y les recordó lo importante de mantener la fe y la esperanza: “Venezuela será libre y allí nos encontraremos en un concierto abierto”, dijo. 

Quizá por eso Betzabeth tiene esa bandera pegada en un rincón de su cuarto: “Todos soñamos con esa Venezuela bonita que nos vio crecer (…) más allá de llevar a Venezuela en el corazón, esta bandera, siempre tenerla conmigo me recuerda la lucha, la lucha por la libertad”.