Un espacio con sabor venezolano en Washington, D.C.

La migración criolla aporta en espacios culinarios y culturales

El sabor venezolano se extiende por las capitales y algunas de las ciudades más importantes del mundo. Ya es normal ver tequeños en Buenos Aires, arepas en Lima y hallacas en Madrid. Las comidas y bebidas más tradicionales de Venezuela también han migrado junto a los millones de venezolanos que comparten su cultura y conocimiento con otras personas en otros países.

Washington, D.C., capital de Estados Unidos, no es la excepción. La ciudad marcada por la arquitectura solemne de los monumentos y principales edificios administrativos del país norteamericano, ha tenido influencias tradicionales de personas mexicanas, salvadoreñas, colombianas y ahora venezolanas.

El centro comercial La Cosecha es el espacio predilecto para disfrutar de platos y bebidas venezolanas, pero también para ver muestras de artistas venezolanos y para comer chocolate. Este centro comercial, ubicado al noreste de la capital estadounidense, brinda un espacio para que los latinoamericanos puedan mostrar sus productos de excelencia y es un espacio visitado por estadounidenses que aprecian los sabores y expresiones de otros países.

El chocolate de Anabella Arcay

“Comencé en Venezuela como jugando a la cocinita”, dice Anabella Arcay mientras se desplaza ágilmente por su establecimiento. Ella y su esposo son los responsables de Arcay Chocolates, un lugar donde se consiguen desde tabletas tradicionales de chocolate, a bombones rellenos con sabores como la parchita, frambuesa, frutos secos y güisqui.

Los bombones de Anabella han sido reconocidos a nivel mundial

“Yo soy una emprendedora empedernida”, bromea Anabella y recuerda que desde pequeña siempre buscaba hacer cosas para vender y así tener sus propios ingresos. Arcay, quien habla con humildad y modestia sobre sus inicios con el chocolate, ha ganado 42 premios internacionales en el mundo del chocolate. Anabella, ahora, es maestra chocolatera y tiene participaciones destacadas en los festivales mundiales de Londres y Nueva York.

El chocolate que usa Arcay es 100% venezolano

Anabella y su esposo han migrado dos veces. La primera vez viajaron a México e intentaron establecerse en ese país. Sin embargo, las cosas en tierras aztecas no funcionaron. Tras cinco meses, la pareja volvió a Venezuela y Anabella se dedicó a mejorar sus técnicas relacionadas con el chocolate. En 2017 volvieron a migrar, esta vez hacia Estados Unidos. Gracias a sus premios internacionales, Anabella se convirtió en residente estadounidense.

Los bombones y las pastas untables son las principales creaciones de Arcay Chocolates

“El proceso acá ha sido súper difícil. Súper trabajoso. Nos hemos encontrados con muchas piedras, pero solamente la tenacidad y querer llegar a donde tú quieres llegar es lo que nos ha permitido estar donde estamos”, relata Anabella sobre su experiencia migratoria.

Arcay Chocolates tiene ya más de año y medio en La Cosecha. Las personas que visitan el lugar suelen comprar bombones con premios internacionales como los rellenos de limón o los de parchita, tabletas y cajas de chocolates, pero también pastas de chocolate para untar, entre otros productos. Todos realizados con chocolate venezolano.

Anabella es una de las venezolanas que trabaja en La Cosecha

En La Cosecha también se encuentra Arepa Zone, uno de los lugares más reconocidos de comida venezolana. En Arepa Zone se consigue desde arepas, tequeños y empanadas, hasta bebidas como el papelón con limón.

El arte venezolano también pisa fuerte en Washington, D.C.

Pareciera increíble pensar que una pieza realizada en lo más recóndito del estado Bolívar se muestra y se vende en el corazón latino de Washington, D.C., pero es posible. Gracias a personas como Tamara Bernabei, dueña de la marca ArtTepuy.

Tamara tiene 18 años viviendo en Estados Unidos. “Me vine en la búsqueda de tranquilidad y un poco más de libertad con mi hijo”, recuerda Tamara. El proyecto de ArtTepuy nació gracias a que Tamara tenía en mente “resaltar lo bonito de Venezuela”. Tamara recuerda que, de pequeña, pasó mucho tiempo en el estado Bolívar. Especialmente en la Gran Sabana. Gracias a ese conocimiento sobre esas tierras, en 2006, Tamara ideó ArtTepuy y sus primeras ventas eran piezas artesanales realizadas por los waraos.

Las piezas de ArtTepuy tienen sus propias historias

Luego comenzó a trabajar con artesanos merideños y la tienda comenzó en una plataforma de artesanía a nivel mundial. Todo desde su casa en Estados Unidos. Tamara recuerda que se llenaba de alegría cuando sabía que piezas de arte venezolano estaban en distintas zonas del mundo y que, en parte, era gracias a su iniciativa.

“Trabajo con artesanos de Mérida, San Juan de los Morros, Caracas, Maracaibo y Valencia”, comenta Tamara. También resalta que trabaja en equipo junto a los artesanos y que, para muchos, ArtTepuy es su principal ingreso.

Debido a la pandemia por COVID-19, el espacio de La Cosecha tuvo que cerrar por varios meses. Pero el trabajo de Tamara no se detuvo. Siguió vendiendo piezas venezolanas por internet y el comercio digital se volvió una de sus principales formas de distribución. ArtePuy ahora también vende piezas de México y Argentina, entre otros países.

Tamara se emociona con la idea de que el arte venezolano esté en muchas partes del mundo
Algunas de las cestas que vende Tamara son creadas por los migrantes waraos que se fueron desde Venezuela a Brasil

Una chef venezolana en la capital estadounidense

Tatiana Mora también trabaja en La Cosecha. Tiene 6 años fuera de Venezuela. Decidió establecerse en Baltimore y, antes de mudarse a la capital estadounidense trabajó en el restaurant Alma Cocina Latina. Ahora, en Washington, D.C., creó Serenata y Zumo. “En la mañana servimos smoothies y ensaladas, pero en la noche es un bar de tapas de autor”, comenta la chef venezolana.

El restaurante Serenata y Zumo ya está listo para recibir a más personas

Serenata y Zumo ya tiene más de un año en La Cosecha y es uno de los locales centrales del espacio. En Venezuela, Tatiana tuvo dos restaurantes, pero debido al deterioro de las condiciones en el país, vendió lo que tenía y decidió buscar mejores opciones fuera de Venezuela.

En La Cosecha se habla español y se respira Latinoamérica

“Cuando abrimos fue un boom. Nos fue súper chévere, pero cuando comenzó la pandemia cerró todo”, relata Tatiana. “Tuvimos que improvisar. Comenzamos a hacer almuerzos para los hospitales y también para los militares”, agregó. Sin embargo, ahora el espacio vuelve a recibir gente y desde los jueves se muestra bastante concurrido, especialmente con la llegada de la primavera y la vacunación contra COVID-19.

Fotos: Iván Ernesto Reyes, Venezuela Migrante