El 16 de abril un grupo de trece caminantes venezolanos emprendió un viaje desde Lima para regresar a su país. El 29 de abril lograron ingresar a Ecuador.
Cuando consiguieron acceso a Internet narraron parte de su experiencia. Durante una parada en la provincia de Bolívar, en el centro de Ecuador, la introducen como llena de solidaridad, adrenalina y también discriminación. Pero, sobre todo, mucha satisfacción porque ya cruzaron la primera de las fronteras que los separa de sus familias.
Uriel Molina, vocero del grupo, contó que tuvieron algunas complicaciones en sus últimas horas en suelo peruano. Debieron separarse para, en equipos más pequeños, poder pedir aventón a las gandolas. Se mantienen contacto por teléfono hasta que se reencuentran. En un de esos tramos, relata Molina, algunos fueron víctima de abusos por parte miembros de la Fuerza Armada de Perú.
“En el tramo entre la localidad de Sullana y Piura —región de Piura— tres de nuestros compañeros tuvieron problemas con militares. Mientras iban en una gandola les gritaban desde la vía ‘¡Venecos de mierda, corran o les meteré un plomazo en la pierna!’ También, cuando la gandola se tuvo que detener en algunas alcabalas, los insultaron. Les exigieron que se escondieran en la lona y hasta los pisaron. Les decían que se escondieran bien porque aún se veían», describió Molina.
Uriel cuenta que el grupo con el que él viajaba tuvo mejor suerte en ese tramo. De hecho, al llegar a la región fronteriza de Tumbes (a 30 kilómetro de Ecuador), los militares fueron más amables. Les dieron algunas indicaciones para que salieran del país a través de una trocha. Detalla que en un punto comenzaron a caminar en zigzag y fueron los uniformados quienes les dieron las indicaciones necesarias.
“¡No teníamos mapa, ni datos, ni nada! Cuando llegamos al último pueblo nos conseguimos con los militares de Perú y le pedimos ayuda. Un sargento nos dio unas coordenadas, pero igual nos perdimos. Después consultamos con un poblador de la zona. Un señor muy amable nos orientó. No caminamos ni 800 metros, pasamos una quebradita y estábamos en Ecuador. Caminamos 300 metros más y llegamos a una estación de servicio”.
Caminantes venezolanos se reencuentran
“Nosotros pasamos a las 4 de la tarde y los compañeros al otro día en la mañana”, describió Molina con satisfacción. Sin embargo, hubo momentos de incertidumbre porque, como explica, fue mucho el tiempo que caminaron sin rumbo y con los celulares descargados, pero finalmente se encontraron.
Una vez en Ecuador, los ciudadanos de los primeros pueblos que atravesaron les hicieron entrega de panes, bebidas y frutas. “Un señor nos dio 40 dólares y con ese dinero compramos un pollo y lo preparamos nosotros mismos”, narró Molina. «Como llevábamos una olla en el equipaje, pudimos montarlo a leña».
Molina describió la travesía como sumamente desgastante, sobre todo para el que no tiene experiencia. Y sobre los integrantes del grupo precisa que solo tres tienen experiencia como mochileros. Para los demás se trata de la primera vez. “Esto no es que sea solo duro: es difícil, es bravo. De verdad que no le deseo esto a nadie. Se camina hasta que te den colas. Acabamos de hacer 25 km a pie, desde las 6 de la tarde hasta las 11 de la noche. Así, con todo oscuro. Terminamos con burbujas en los pies. Nos duelen y no podemos avanzar. También tuvimos que dejar en el camino algunas maletas para aliviar la carga”.
Con miedos y fe
Estiman que llegar a Guayaquil, les tomará tres días. En ellos crece el miedo de atravesar ese lugar, pues la ciudad se ha convertido en el epicentro del coronavirus en Ecuador. “El temos que tenemos es pasar por ahí. Queremos caminar no tan cerca y darle rápido porque en esa zona es donde hay más casos. Sí, tenemos miedo y mucho, pero tenemos fe en Dios. Estaremos bien y nada nos pasará”.
Molina señaló que les han informado sobre la posibilidad de una ayuda en Guayaquil. “Así que entonces lo dejamos en nombre de Dios. La cosa es que queremos pasar por la autopista panamericana para evitar tramos concurridos».
A los próximos caminantes venezolanos
Los miembros de este grupo mantienen comunicación directa con otros venezolanos que planean hacer el mismo recorrido. A ellos les dicen que deben tener en cuenta que no en todos los lugares serán bienvenidos. Les explican que en algunos pueblos serán denunciados y perseguidos por la policía.
Hasta el momento, estos 13 ciudadanos venezolanos sostienen no haber recibido ningún tipo de apoyo de la embajada o alguna ONG. Solo de una iglesia chiclayana que les abrió sus puertas para que se pudieran asear y comer.
En nombre del grupo, Molina expresó que los ánimos están arriba: “Queremos seguir pa´ lante, nuestra meta es Venezuela. Nadie está arrepentido. ¡Venezuela allá vamos”.
Un exitoso cambio de ruta
En una última actualización, los caminantes venezolanos se volvieron a contactar para informar que encontraron la manera de no pasar por Guayaquil. Desde la ciudad de Durán, en la provincia de Guayas, notificaron que no tendrán contacto con la zona de más contagios en su camino hacia Colombia. También contaron que al grupo se unió un nuevo caminante oriundo de Mérida, de nombre Jackson y ahora son 14 personas las que se dirigen a sus hogares en Venezuela.