Enseñanza remota en la pandemia afecta la alfabetización de niños venezolanos migrantes en Brasil

Fuera de la escuela hace un año y medio, Elvis Johan volvió a las clases. La pandemia del nuevo coronavirus alejó al niño de sus compañeros y de su maestra, pero no de los estudios. A punto de celebrar su cumpleaños número siete, Elvis está en el primer año de la escuela primaria en la Escuela Municipal Branca de Neve (Blancanieves), en Boa Vista, capital del estado de Roraima, al norte de Brasil y que hace frontera con Venezuela.

Diligente, Elvis dice que le toma algún tiempo, pero ya es capaz de escribir sus primeras palabras y se enorgullece de saber contar hasta doscientos, además de enseñar a su hermano Daniel, de cinco años, a decir los colores en portugués. Nacido en Venezuela, como su padre Johan y su madre Keiddy, el niño mezcla los dos idiomas cuándo habla o cuenta sus historias.

Elvis Johan está en proceso de alfabetización (Foto: Vanessa Vieira/Correio do Lavrado)

Mientras ocurrían las clases de forma remota, Keiddy, la mamá de Elvis fue responsable por mantenerse en contacto con la escuela de su hijo vía WhatsApp y así auxiliarlo en las actividades. “Todos los días tenía alguna tarea. Yo me comunicaba con la maestra por videollamada, le mostraba que él hacía las actividades, despejábamos las dudas. Él escuchaba la voz de la profesora, veía su foto de perfil” dice Keiddy.

La maestra de Elvis, Elisane Araújo Marinho, también tuvo que adaptarse a la nueva realidad. “Fue aterrador [dar clases por medio de WhatsApp]. Hay tecnologías que no domino y tuve que editar videos, hacer videollamadas para intentar acercarme lo máximo posible a los estudiantes en este momento de pandemia. Para mí fue complicado, porque enseñar alfabetización en persona ya es difícil. Te lo imaginas por WhatsApp” comenta. La aplicación de mensajería instantánea, YouTube y Zoom fueron las principales herramientas utilizadas por las escuelas durante la pandemia en Roraima.

Con audios o videos grabados en el estudio improvisado en su propia habitación, Elisane trató de enseñar a niños e incluso padres lo que era posible. “En casa, el padre no tiene idea de algunos temas. ¿Cómo va a enseñar? Entonces les enviaba audios trabajando en el sonido y las actividades que podían hacer con sus hijos, como ‘escribir tres palabras pequeñas que comiencen con /ch/’, o ‘escribir tres palabras pequeñas que tengan /ch/ o /x/ en el medio’, crucigramas, búsquedas de palabras y lectura de textos”.

Todo el proceso era más complicado cuando el alumno o la familia no hablaban el mismo idioma que la profesora. “No domino el español. Tratamos de entendernos y no tenemos intérprete. Buscamos recursos y herramientas nosotros mismos por cuenta propia. La madre de Elvis me envió mensajes de texto o me llamó varias veces para que yo pudiera entender lo que quería decirme” cuenta Elisane. 

La presencia de estudiantes de origen venezolano en las escuelas municipales de Boa Vista es cada vez mayor. En 2020, antes de la pandemia, el porcentaje de estudiantes venezolanos correspondía al 12% del total de la población estudiantil. Este año, el porcentaje subió al 15%. 

Las dificultades lingüísticas no impiden que las familias de los estudiantes participen en las actividades. “La mayoría de los niños que participaron en el grupo eran venezolanos. Veo que los padres [venezolanos] se preocupan más por la educación de sus hijos. Los brasileños dan más trabajo para estudiar, no entregan las tareas” dice Joselia Fonseca Grudtner, directora de la escuela Branca de Neve.

Al lado, en otra unidad, en la escuela Waldinete de Carvalho Chaves, en donde estudió Elvis durante tres años y ahora estudia su hermano Daniel, la situación es similar. “Ellos [los estudiantes venezolanos] siempre han sido muy participativos en la realización de actividades, en la interacción con la escuela”, declara la directora, Suely Coelho. 

Sin embargo, en general, la caída de productividad de los estudiantes fue sensible. “Cuando volvimos a la enseñanza presencial, sentimos el impacto. Hoy estamos cosechando los frutos amargos [de la educación remota] porque, a estas alturas, una clase que se suponía tener el 50% de niños alfabetizados no tiene siquiera el 15%” lamenta Elisane sobre la situación en su salón de clases.

Las cifras de una encuesta del instituto Datafolha, encargada por la Fundación Lemann, Itaú Social y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), confirman la preocupación del docente y muestran datos preocupantes sobre la educación desde la perspectiva de las familias en Brasil: durante la pandemia, la mitad de los estudiantes en el proceso de alfabetización permanecieron en la misma etapa de aprendizaje o desaprendieron lo que ya sabían.

Antes de la pandemia, las cifras eran más alentadoras e indicaban que la mayoría de los estudiantes comenzaban a leer y escribir.

De vuelta a las clases presenciales, la maestra Elisane se pregunta: “¿Cómo vamos a continuar con el programa de estudios si el niño no reconoce la vocal /a/? Hago lo que puedo para que la mayoría de los alumnos lleguen al final del curso al menos en sílabas, añadiendo algunas sílabas y reconociendo a los números”.

El desafío de volver a presenciales

El vacío y el silencio de las escuelas de Boa Vista se interrumpieron a mediados de septiembre, con el regreso de las clases presenciales. Para ingresar a la escuela, se mide la temperatura corporal del niño y es mandatorio el uso de una máscara que cubra la nariz y la boca. Lavarse las manos o frotar alcohol en gel se convirtió en parte de la rutina de los pequeños, quienes tampoco pueden compartir materiales escolares y artículos de uso personal con los compañeros.

Niñas y niños volvieron a clases pasado un año y medio de pandemia (Foto: Vanessa Vieira/Correio do Lavrado)

Las clases se desarrollan en un modelo de enseñanza escalonado, en el que el 50% de la clase estudia presencialmente cada semana, mientras que la otra porción estudia de forma remota, intercalados a lo largo del año lectivo. “De esta manera, los maestros están en mejores condiciones de brindar apoyo y más atención a los estudiantes. Y es infinitamente mejor que el aprendizaje remoto. Cuando el niño está interactuando, puede asimilar mejor. En la pantalla de la computadora o del celular, además de cansar la vista, se dispersa. La tecnología es muy buena para la humanidad, pero no reemplaza al maestro” comenta Joselia.

Para Elvis, volver a las clases presenciales es una oportunidad para hacer nuevos amigos. “Me gustó volver a hablar con mis compañeros” celebra. La madre del niño también se siente aliviada. “Es muy sentimental, está muy apegado a sus compañeros. Así que no quería que creara vínculos con niños con los que no tendría contacto. Ahora en lo físico, puede hacer amigos” dice Keiddy.

En el salón, Elvis no es el único migrante. Otros dos niños son de origen venezolano, siendo un niño indígena que tampoco habla español. “Hago lo que puedo, pero no consigo comunicarme con él” lamenta la profesora Elisane.

Situaciones como esta son conocidas por el la Secretaría de Educación de la alcaldía de Boa Vista, pero la solución no es sencilla. “Mantenemos un diálogo con las instituciones que trabajan en los refugios de la Operación Acolhida, buscando colaboraciones con personas que puedan actuar como traductoras o que puedan auxiliar en la alfabetización de estos niños, pero es muy difícil encontrarlas” dice la supervisora de Educación Básica, Telma Gomes.

Aparte de estos casos específicos, la administración municipal puso en marcha el proyecto BV Alfaletrar, que tiene como objetivo ofrecer una atención individualizada, es decir, tutorías extraescolares a los niños con dificultades. La “Prova BV”, aplicada antes de la reanudación de clases en todas las unidades docentes de 2º a 5º año, ha detectado que más del 50% de los alumnos necesitan auxilio.

“El proyecto está centrado en recuperar o adquirir nuevos aprendizajes. Dada la distancia social, nos dimos cuenta de que el nivel de aprendizaje se vería comprometido” explica Telma, agregando que la lectura y el conocimiento matemático son los puntos a mejorarse. “Queremos implementar la fluidez lectora, la diversidad de géneros textuales, además de mostrar que las matemáticas nos rodean todo el tiempo”, añade.

Telma cree que, para los estudiantes migrantes, el BV Alfaletrar será muy positivo: “Si los estudiantes tienen una atención individualizada dentro de lo específico, las necesidades que tienen, ya sea comprensión del lenguaje, conceptos sobre experiencias, diferencias culturales, tendrán la posibilidad de mayor diálogo en este espacio. Todos y cada uno de los movimientos destinados a invertir en Educación son fundamentales”.

Por:
Vanessa Vieira

Traducción al español – João Paulo Pires

*Este reportaje fue publicado originalmente en Correio do Lavrado, es resultado de una beca de producción periodística y fue desarrollado por medio de sesiones de tutoría con especialistas de la Fundación Gabo.