*Mariana Álvares había planificado su salida de Venezuela con varios meses de anticipación; pero, como ella misma cuenta, todos sus planes se vieron aplazados por la pandemia. Sin embargo, el deterioro de los servicios públicos en su natal Maracaibo la obligaron a tomar una decisión radical: partió por tierra en medio de la crisis sanitaria.
“Prácticamente no podía cumplir con mi trabajo como era porque el servicio de Internet colapsó, igual la señal telefónica; además, la electricidad se iba 6 horas al día, cuando tenía suerte, porque a veces se iba hasta dos veces al día y por más horas”, relata la zuliana quien, además, ya no tenía ni familiares ni amigos cercanos porque todos habían migrado.
Agrega que otro de los males que la impulsaron a tomar la decisión que consideró radical, fue que el agua llegaba cada 15 días y apenas duraba tres. Como relató: “Todo era demasiado caótico, invivible”.
Nueva planificación
Álvares, al ver que las fronteras no abrían y los vuelos no reiniciaban, buscó otras opciones y vio en los caminos verdes una posibilidad para lo que ella llamó «la huida».
“Conseguí los contactos de varias personas de confianza que podían ayudarme en el paso por las trochas: unos cobraban 200$ y otros 120$ pero me decidí por un señor que me recomendaron unos vecinos, ya que me garantizaba cierta seguridad”.
Lo que se le hizo un viaje eterno
El 13 de agosto fue el día del viaje. “Me buscaron en mi casa al mediodía y nos llevaron a un lugar para esperar a otros viajeros, allí nos dieron almuerzo”, recuerda.
A las 2 de la tarde la embarcaron en un carro modelo Fiat y comenzó el recorrido: atravesó los municipios Mara y Guajira. “Vi muchísimas alcabalas porque estaba la cuarentena radical, por eso el despliegue de guardias y policías. Yo conté como 40 y eso hacía parecer que el viaje era súper lento”.
Describe que cuando empezaba a caer la noche, la cambiaron a un vehículo Bronco tras pasar el puente que atraviesa el Rio Limón, en Carrasquero (municipio Guajira). Desde allí tomaron una vía alterna: una carretera en mal estado, mitad arena, mitad asfalto. En ese tramo, Mariana percibió que las alcabalas eran distintas.
“Había alcabalas con lugareños que ponían cuerdas y mecates para pedir dinero a cambio de darle acceso a los vehículos que deseaban pasar. Yo pude ver que había mucha diversidad en quienes pedían dinero, incluso indígenas locales”, describió Álvares.
“Ellos tratan de mediar con el chofer y nunca se meten con los pasajeros”, agregó Mariana.
Más adelante, mientras continuaban con la ruta, las alcabalas volvieron a cambiar: «Llegamos a una zona donde eran dos encapuchados los que pedían dinero para permitir que continuáramos con el recorrido».
Según la ruta que se puede trazar en un mapa en línea, el recorrido desde Maracaibo hasta Maicao, departamento de La Guajira (Colombia) se puede completar por la ruta tradicional en 3 horas y 22 minutos, pero cuando se toman vías alternas, el viaje es más largo.
El final de la trocha
Lo que ella calificó como «el viaje sin fin» se concretó al llegar a Colombia, específicamente a Maicao. «Allí me dijeron que lo peor ya había terminado. Me sentí aliviada porque esas 6 horas fueron de total incomunicación y, ahora que tenía señal en mi celular, pude hablar con mi familia”.
Mariana se instaló en el Hotel Porto Azul de Maicao durante dos días para intentar resolver el sello de ingreso a Colombia, pero no lo logró. Sin embargo, no fue impedimento para llegar a Bogotá.
El 15 de octubre se trasladó a la ciudad de Rioacha, a una hora de Maicao, y embarcó su vuelo a la capital del país neogranadino.
Una semana después…
Ya en su destino, Mariana se reencontró con sus hermanas, que tenía tres años sin ver y con sus padres, a quienes tenía dos años sin abrazar. “Yo no quería salir de Venezuela, pero todo era muy bizarro”, afirmó.
Se siente aliviada de estar en un lugar donde funcionan los servicios públicos, aunque sean costosos.
Próximamente se pondrá en contacto con las personas que la habían convocado para ser parte de una firma de escritores, donde trabajará como redactora comercial.
Desde la segunda semana de septiembre, Migración Colombia ha detectado el ingreso irregular de al menos 50 venezolanos por día. Estiman que, una vez terminada la pandemia, entre tres o cinco meses después, se registrará un fenómeno de llegada a ese país de aproximadamente 200 mil extranjeros por día, ya sea para quedarse o seguir a otros países del sur.
*Nombre ficticio, pues se decidió resguardar la identidad de la persona.