Abuelos, adultos mayores, tercera edad. Cruzan las aguas en la frontera de Estados Unidos, algunos van con sus nietos. Otros van a su encuentro.
Una nota publicada en Efecto Cocuyo cuenta los testimonios de los migrantes de tercera edad, que se atreven a cruzar la frontera México-Estados Unidos a través de Río Grande. El texto es parte de la cobertura que hace Efecto Cocuyo desde la ciudad fronteriza de Del Río, lugar de entrada de miles de venezolanos a suelo estadounidense.
En la historia se cuenta el relato de una profesora quien perdió a su hijo mayor en una protesta en Venezuela. Ella tiene 75 años y orgullosamente dice que es deportista, que por eso cuando su hija en Estados Unidos le dijo “vamo a dale”, en menos de una semana, tomó sus pertenencias y dejó Quito, Ecuador, para cruzar el Río Grande y abrazar una vez más a sus cuatro nietos.
“Salimos demasiado tarde” afirma, mientras espera en una estación de gasolina el autobús que la llevará a San Antonio, Texas, y de allí a Miami, donde la esperan los suyos. La tardanza a la que se refiere fue el tiempo que les tomó irse de Venezuela, un lapso que le come la tranquilidad, pero que supera cuando habla de sus nietos.
Los abuelos migran solos o en compañía
El jefe del sector Del Río, el oficial Ricardo Moreno, dijo a Efecto Cocuyo que en los grupos que encuentran suele haber una o más personas mayores.
En siete días de cobertura en la zona, el equipo de Efecto Cocuyo constató que muchos refieren constantemente que van a ver a sus nietos o que incluso ingresan en el grupo familiar con ellos, como el caso de Gladys y su nieto Sebastián, que entraron a territorio estadounidense el pasado 9 de junio.
“Deysi M, quien ingresó en el mismo grupo de hace una semana y ya está en Orlando con su nieto, me pidió que le regalara un dinosaurio que hallé entre los objetos no declarados que arrojan los migrantes una vez que cruzan”, escribe Luz Mely Reyes, en su texto. Decenas de niños también vienen, la mayoría con sus madres y padres.
El miércoles 16 de junio en una acción de la patrulla fronteriza fue encontrado un grupo con tres adultos mayores.
Penetraron por una de las áreas más complicadas en Del Río, ya que da la zona de seguridad de la policía fronteriza, luego de pasar el río se ingresa a un coto cerrado de varias hectáreas, con caminos de tierras y vegetación que terminan por ser un laberinto y cuyos límites están protegidos con bardas de más de tres metros.
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