En Chile, Andrés Bello es un personaje admirado por todos los sectores políticos y religiosos. Joaquín Trujillo, abogado e investigador del CEP (Centro de Estudios Públicos), califica al maestro de Simón Bolívar como el «rey literario del siglo XIX chileno». «En él se ve a un prohombre que supo combinar los intereses de muchos grupos un tanto antagónicos. De ahí que se vea en él un personaje ecuménico, que les pertenece a todos”, asegura el autor del libro Andrés Bello: libertad, imperio y estilo.
Nacido el 29 de noviembre de 1781, Bello procedía de una familia de ascendencia canaria, y él posteriormente se convertiría en un migrante. Antes de asentarse en Santiago de Chile en 1829, este humanista recorrió otras ciudades del mundo. Estaba comprometido con el proceso independentista, y formó parte de la primera misión diplomática a Londres, donde vivió entre 1810 y 1829.
Su regreso a América obedeció a dificultades económicas. «La pobreza y el relativo fracaso que había sufrido en Londres representando a las nuevas repúblicas. A Bello no le quedó otra alternativa que regresar a América. El gobierno chileno, entonces a cargo de un gran presidente, Francisco Antonio Pinto, era muy consciente de que debía contar con espíritus del primer nivel. En él, un literato que se manejaba en muchos niveles y temas», dice el biógrafo.
En Chile, permaneció hasta su muerte, el 15 de octubre de 1865. Bello destacó por ser fundador de la prestigiosa Universidad de Chile, autor del Código Civil de ese país (vigente), refinar el poder civil desde sus cargos en dos ministerios y como Senador, y por realizar un extenso trabajo de divulgación legislativa, científica y artística a través del periódico El Araucano.
Hoy, la imagen del humanista figura en el billete de 20 mil pesos, el de más valor en ese país, y una universidad lleva su nombre.
Los «hijos» de Bello
A los alumnos y egresados de la Universidad de Chile se denominan «los hijos de Bello». Sin embargo, entre herederos por lazos sanguíneos destacan el el cronista Joaquín Edwards Bello, y dos mujeres: la escultora Rebeca Matte Bello y la escritora feminista Inés Echeverría Bello. Todos aportaron a la cultura del país austral. Trujillo dice que «más importante que los herederos sanguíneos son los herederos espirituales», que en Chile alcanzan cientos de miles.
El rastro del maestro es relevante en Latinoamérica. Bello ofreció a las repúblicas hispanohablantes dos grandes obras para desempeñarse en el nuevo orden de esa época: la Gramática y los Principios de derecho internacional, dos libros que llegaron a tener una influencia muy destacable.