Para el mes de mayo de 2020, Nuvia Cárdenas ya contaba con más de cuatro meses de embarazo. Cárdenas decidió, junto a su esposo, salir de Perú caminando. En Venezuela son esperados por sus otros hijos y el resto de la familia, que sufrió un recorte del envío de remesas cuando quedaron desempleados.
Cárdenas trabajó como masajista terapéutica, pero dejó ese oficio una vez que decretaron el estado de emergencia en Perú, una medida que respetó hasta que su situación económica empeoró. Tenía un mes de ser desalojada arbitrariamente cuando emprendió un viaje de retorno a Venezuela. “Siento temor de poder de no estar con los míos. Cuando se presentó la emergencia sanitaria vi que esto iba para largo y preferí irme al lado de familia por si empeora”, contó.
La pareja tenía dos años en Perú, anteriormente vivieron ocho meses en Chile. Hoy, caminan solos por carreteras inhóspitas, aunque a veces se encuentran con otros paisanos con quienes comparten una misma ruta. Pero suelen separarse “porque cada uno tiene intereses diferentes”, algunos se quedan en casa de familiares o amigos, y otros prefieren descansar más tiempo en cierto punto y así.
Cárdenas empezó su periplo el 20 de mayo. Con la experiencia que le dejó su fructífera carrera en el Hospital de Vargas de Caracas, y la maestría en gerencia de salud, la pareja se alistó y salió de Lima. No tuvo la misma suerte de otros caminantes de recibir “aventones” para cortar largos trayectos. Sin embargo, agradece los pocos que recibió. “No sé si es porque estoy embarazada o porque, como ocurren tantos robos, piensan que vamos a hacer daño. Además, en estos días multaron al conductor de una camioneta que nos dio la cola y creo que, por eso, no nos brindan más ayuda”, cuenta.
El trayecto es duro para la pareja, incluso en el camino se rompieron sus maletas y sufrieron lesiones en sus pies. Cárdenas dice que, en el recorrido, hasta atravesó un desierto. “Mis pies sangran y los curo cada dos días para seguir”, relató después de entrar a Ecuador.
Cuando estaba cerca de Quito recibió una convocatoria del Ministerio de Salud de Perú para postular como enfermera. Desistió. Tenía que cubrir una plaza en el departamento peruano de Iquitos, actualmente desbordado por la pandemia de Covid-19. Su plan está claro: quiere estar junto a los suyos. Sabe las condiciones en la que está Venezuela, pero después de emigrar –como cuenta– solo quiere ser un agente de cambio para que las cosas en el país empiecen a funcionar y esa es una de sus metas al retornar a su tierra.