La red de subterráneos de la Ciudad de Buenos Aires es un entramado de ruidosos túneles zigzagueantes donde convergen personas de todo tipo culturas, clase social y nacionalidades. En los últimos cuatro años se ha convertido en el escenario para escuchar, de primera fila, un atisbo del talento musical de algunos integrantes de la diáspora venezolana en Argentina.
En los 63 kilómetros que componen al Subte de Buenos Aires conviven un sinfín de sonidos que se renuevan diariamente sin descanso: los murmullos de las frenéticas conversaciones; el sutil ruido de quienes se pierden ensimismados con la música de sus auriculares; el zapateo ajetreado de los ciudadanos que quieren llegar lo más pronto posible a su destino; el eco metálico de los rieles por los que transitan las enormes serpientes mecánicas de transporte; y las voces robóticas de los parlantes que dan avisos esporádicos sobre el estado del sistema.
Para Omar Zambrano, un maracucho que migró a Buenos Aires en 2016, todo este ecosistema acústico ya le era familiar. Pero un día escuchó un ritmo clásico profesional que captó rápidamente su atención, en medio de todo el bullicio rutinario.
“No era un sonido tradicional del subte”, recuerda Omar, quien iba camino a buscar trabajo.
Aunque estaba dentro del vagón del metro, se devolvió a la estación. La duda de saber quién tocaba aquella potente melodía lo motivó. Siguió entre la multitud la ruta musical que lo guiaba hacia esa tonada tan familiar.
Quedó anonadado.
El autor del sonido que lo cautivó era un joven migrante venezolano, como él, que amaba la música. Nunca imaginó encontrarse, en alguna de las 90 estaciones del Subte de Buenos Aires, a un especialista de corno francés que se atreviera musicalizar la efímera estadía de los transeúntes del metro porteño. Además, estaba acompañado por otros dos colegas: uno tocaba la caja española y otro una guitarra.
Se quedó parado frente al trío para disfrutar de cerca del espectáculo sonoro de la pieza que tocaban los músicos venezolanos. Cuando terminaron, se animó a hablar con ellos.
—¿Venezolano?— disparó rápidamente Omar Zambrano al dueño del cuerno.
—Obvio— respondió Eduardo Cortés.
—¿De qué parte?—increpó Zambrano.
—De la Guaira— respondió el varguense.
—No les quiero quitar mucho tiempo porque sé que están tocando, ¿me pueden dar un número para hablar mejor sobre qué podemos hacer?— soltó el maracucho.
—¡Claro, no hay problema!— respondieron los integrantes del trío.
Y así, entre los sonidos tradicionales del subte de Buenos Aires y el ritmo disruptivo del corno francés, empezó a bailar dentro de la mente de Omar Zambrano la idea de crear una orquesta de músicos venezolanos en Argentina.
“En ese momento estaba extraviado. No sabía qué demonios iba a hacer en Argentina. No tenía muy en claro cuál era mi objetivo. Pero cuando escuché ese corno y recordé que en Buenos Aires había visto muchos músicos venezolanos, se me ocurrió que podía agruparlos a todos en una orquesta de venezolanos en Argentina”, recuerda Omar.
Una orquesta de migrantes venezolanos, inicialmente
Argentina se posiciona en latinoamérica como el cuarto territorio que recibe la mayor cantidad de venezolanos migrantes. En el país austral hay, hasta la fecha, 205.656 integrantes de la diáspora venezolana.
Omar Zambrano se había trazado el objetivo de comenzar una orquesta en la que se aprovechara el talento de los músicos venezolanos que estaban dispersos por la capital bonaerense. El maracucho combinó toda su experiencia para impulsar la iniciativa de la orquesta de Latin Vox Machine.
Su esfuerzo se materializó en el primer ensayo que agrupó a 35 músicos venezolanos profesionales. Todos se encontraron en el Salón Dorado de la Casa de la Cultura del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.
“Ese día fue muy emotivo. Hubo reencuentros, personas que se conocían entre sí y no sabían que estaban en Argentina. Hablé con todos por whatsapp y les envié previamente la pieza que íbamos a tocar en conjunto en el primer ensayo. Antes de tocar El Choclo y Oberon, les recordé que somos privilegiados de estar juntos, de reunirnos, que la música nos une. Mis palabras se orientaron a decirles que podemos ser ejemplo de buenos músicos, buenos ciudadanos y buenos migrantes”, comparte Zambrano.
Desde entonces Latin Vox Machine inició su trabajo cultural en Argentina. La idea original de Omar era una agrupación que se juntara esporádicamente a ensayar, pero los mismos integrantes lo empujaron a organizar toda la estructura de la orquesta para transformarla en una institución rigurosa, solemne y con bases sólidas.
Tres años después, Latin Vox Machine creció y se posicionó como una orquesta de alto nivel referencial en Argentina. Omar Zambrano funge actualmente como fundador y director ejecutivo de la organización que agrupa a 150 músicos.
Además, las filas de la Orquesta están compuestas por otras nacionalidades. Hay músicos colombianos, sirios, argentinos, uruguayos, bolivianos y peruanos. De acuerdo con su registro, 70% de sus músicos y cantantes son venezolanos mientras que el 30% restantes son artistas de otras nacionalidades.
“Ya se instauró la idea de que el migrante venezolano es profesional y tiene muchas ganas de trabajar, Latin Vox Machine encontró un importante nicho que visibilizó de manera muy positiva a los músicos venezolanos (…) uno de los valores principales que promueve el proyecto Latin Vox Machine es la integración, la unidad y solidaridad, entre personas de diferentes razas, culturas o naciones, a través de la música”, enfatiza el director ejecutivo de la organización.
Arte audiovisual, el catalizador musical
Omar Zambrano confiesa que el equipo de producción es “la segunda” orquesta de Latin Vox Machine. A su juicio, fusionar la academia de la música con el rigor de un equipo de producción y la sazón de una dirección artística fue clave para visibilizar en Argentina a la agrupación.
Daniela Hinestroza es la directora de arte de Latin Vox Machine.
Ella también es maracucha y trabajó en Venezuela como realizadora audiovisual. Migró porque estaba cansada de la crisis política, económica y social del país. Una realidad que la agobiada diariamente desde “tres puntos visuales” que distinguía a través de la ventana de su apartamento en Caracas:
- El mercado portugués en el que constantemente había riñas en la fila de quienes esperaban comprar alimentos y que estaba militarizado en ocasiones para mantener el orden.
- La autopista Francisco Fajardo, el escenario en donde civiles y militares protagonizaron entre 2017 y 2018 violentos enfrentamientos como parte de la pugna política y social de Venezuela.
- Una acera que comenzó como un pequeño basurero y terminó como un relleno sanitario que ocupó toda la calle. Lugar que concentró grupos de personas buscando comida, ropa y muebles rotos para llevarse en “precarias carretas”.
Junto con Omar, Daniela planificó cómo aprovechar el bagaje y la calidad de la mayoría de los músicos migrantes que se habían formado en El Sistema de Orquesta Venezolano, que fundó el economista y músico José Antonio Abreu en 1975.
Tres años después de esa iniciativa, la maracucha se concentra en cómo elevar el nivel artístico y la producción audiovisual con la academia musical. Para ella, Latin Vox Machine, más que una agrupación, es una familia que brinda educación, contención emocional y funciona como un lugar de encuentro multicultural.
“En Venezuela yo hacía películas y tenía una mínima participación en la música. Aquí mi rol es ir mucho más allá y romper con los paradigmas para convertir esa obra musical en un espectáculo multisensorial, en una experiencia que te marque en cada sentido y he tenido la oportunidad de hacerlo, de lograrlo acá”, comparte.
La diferencia de Latin Vox Machine, como orquesta, se encuentra en la integración artística, cultural y conceptual que le imprime Daniela Hinestroza, y el resto del equipo, a las presentaciones de la agrupación.
Además, el aprovechamiento de las redes sociales y plataformas de video como Youtube, los han ayudado a crear espectáculos que flexibilizan la música académica para que sean accesibles a todo tipo de público.
El talento y la puesta en escena de Latin Vox Machine es reconocido por los argentinos como un producto musical de calidad. Sus méritos los han llevado a realizar conciertos y espectáculos con organizaciones internacionales y en los principales teatros de Buenos Aires.
“Hemos podido mostrar que una migración organizada de artistas es posible; que el venezolano tiene buenos valores, que es una persona de bien y exigente, en lo personal y lo profesional; que se puede lograr algo bueno dentro de toda esta situación, que se vive con la migración y el desarraigo y la situación mundial en general”, reflexiona Hinetroza.
Omar y Daniela coinciden en que el público argentino reconoce el talento, la formación académica y el esfuerzo de los músicos migrantes venezolanos que se han establecido en suelo austral. Zambrano celebra que la mayoría del público que los sigue en redes sociales son argentinos.
Asimismo, el fundador de la orquesta destaca que en cada uno de los repertorios incluyen piezas argentinas porque no compiten con la música de ese país. Para Latin Vox Machine, su trabajo cultural es complementar la música del país que los recibe.
El “Che” Gaitero
¿Imaginas a un argentino cantando gaitas zulianas?
Hace 10 años pudiera ser inverosímil responder afirmativamente a esta pregunta. Pero con la oleada migratoria de los venezolanos de los últimos 4 años en el continente americano, la transformación cultural ha llegado a un punto en el que, poco a poco, los argentinos conocen e interpretan canciones de zonas tan específicas de Venezuela como el estado Zulia.
Juan Diego Arcuri es “El Che Gaitero” de Latin Vox Machine.
Él es porteño, tiene 24 años y próximamente se graduará de Licenciado en Música. La migración la conoce de cerca porque su familia es descendiente de italianos y austriacos que llegaron a Buenos Aires hace más de 30 años.
Cuando Todo Noticias estrenó el documental Tocar para Vivir, Juan Diego fue uno los televidentes que seguía la historia de Latin vox Machine que se transmitía en uno de los canales de noticias más importantes de Argentina.
Él conocía el talento de los músicos venezolanos por las referencias de El Sistema que fundó el Maestro Abreu: “Los conservatorios de acá en algún punto se inspiraron de ese sistema. Los conservatorios son estatales, algunos municipales y otros nacionales, pero la vocación pública nacional se inspiró en la mayoría de El Sistema de Orquesta venezolano”.
Arcuri quiso saber más de la agrupación y los buscó en Instagram. Ahí se topó con una publicación en la que invitaban a cualquier tipo de cantante a que enviaran su audición, sin importar la nacionalidad. “Lo tomé como una señal. Dije: este es mi momento, yo quiero formar parte de esto”, recuerda.
Al equipo de Latin Vox le gustó el material que envió el argentino y lo aceptaron. Esto suponía un enorme reto para él, que lo tomó con gusto.
“Entré con una imagen de músicos que venían en calidad de buscar una realidad mejor, condiciones de vida mejores, pero también que quieren aportar y dar lo suyo. A dar lo que traían consigo no me refiero solo a los instrumentos, sino dar su historia, a su cultura, a sus conocimientos”, comparte.
Su ingreso en la orquesta coincidió con la preparación de la temporada de shows navideños. Como era de esperar, el repertorio que estaban preparando para los espectáculos de esa época festiva incluía gaitas. Así se honraba la tradición musical zuliana.
Arcuri también tuvo que audicionar internamente para participar como cantante. De las canciones que podía trabajar escogió “Sin rencor”, la gaita compuesta por el cantante Abdenágo de Jesús Borjas Urdaneta, mejor conocido como “Neguito” Borjas.
Al principio él pensaba que era una melodía triste, pero luego, gracias a la ayuda de una amiga venezolana entendió el sentimiento de esa gaita.
“Pensé que era algo triste. Dije en ese momento: ¡qué raro que sea como triste! Pero ella me comento que no, que es algo que no pudo ser y quedó el mejor recuerdo. Allí le di una vuelta de tuerca. Cuando empecé a cantar la parte de ¡Le doy gracias al señor! y la empecé con una sonrisa, pensando que se la estaba cantando a un amor que quedó en la amistad, a mi familia o al público, fue que pude conectar con el estilo de la gaita”, menciona entre risas el cantante argentino.
El debut de Juan Diego Arcuri como cantante de gaitas fue la noche del 5 de diciembre en el concierto “Sonidos de Paz”, un evento que contó con el apoyo de ACNUR en el pequeño auditorio del Centro Cultural Kirchner.
Le doy gracias al señor por haberte conocido
pues los años que vivimos fueron de dicha y amor
pero una sombra cubrió
nuestro amor y en un momento
ese bello sentimiento
además de sufrimientos desilusión me dejó…
Parado frente al público interpretó las estrofas y el estribillo de Sin rencor. Lo hizo con respeto porque estaba cantando una pieza musical de una cultura que no era la suya, pero que la abrazaba como propia. En cada palabra que recitaba le imprimió lo que entendía de las gaitas: “una llama, un mensaje cálido, la calidez del hogar, de la amistad, de estar reunido, que es lo único que se espera en las fiestas navideñas”.
“El Che Gaitero” confiesa que entendió rápidamente que a los músicos venezolanos “jamás se les podría subestimar” ni por sus conocimientos ni por su talento musical innato. Reconoce que un punto de quiebre para él fue cuando vio a los percusionistas de la orquesta tocar ritmos latinos como el merengue.
“Me voló la cabeza, decimos acá a en Argentina, porque no podía entender cómo las muñecas, las manos, las caderas se movían tan rápido y encima con ritmos”, afirma sonriendo.
Música, un lenguaje sin fronteras
Uno de los grandes retos de Latin Vox Machine es encontrar formas que sustenten económicamente su labor. Actualmente, Latin Vox Machine no cuenta con ningún tipo de financiamiento público ni privado.
Omar Zambrano afirma que este año lograron registrar formalmente el proyecto como una Asociación Civil, lo que facilita su personalidad jurídica en territorio argentino. Con este paso, preparan el terreno para transformar e incorporar nuevos elementos la orquesta con el lanzamiento de la academia online: Latin Vox Academy, que contará con el apoyo de OIM y Acnur.
“Tiene como propósito, el poder brindarle estabilidad y bases sólidas a gran parte de nuestros músicos, convirtiéndose en una fuente de ingreso sustentable para los músicos, haciendo lo mejor que saben hacer: música”, asevera Zambrano.
Con la aceptación que ha tenido Latin Vox Machine en Argentina, el siguiente paso de la orquesta es continuar brindando apoyo a los músicos venezolanos migrantes que llegan al suelo austral, así como mantener y fomentar la excelencia que los caracteriza. Daniela Hinestroza resume el propósito en una frase: “Queremos ganar dinero con nuestros sueños, siendo artistas”.
Tres años después del encuentro fortuito de Omar con el corno francés en el subte de Buenos Aires, el sonido que ahora persigue es el de los aplausos del público que escucha a Latin Vox Machine. Para él, ese reconocimiento es la transformación de todo el arduo trabajo que significó la creación de la orquesta profesional, en una tierra lejos de Venezuela.