El 9 de octubre, Lucas Gómez se juramentó en Colombia como Gerente para la frontera y la migración desde Venezuela, luego que Felipe Muñoz renunciara al cargo en julio para asumir como Jefe de la Unidad de Migración del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
Antes de asumir el nuevo cargo, Gómez se desempeñaba como Director de Asuntos Económicos, Sociales y Ambientales en la Cancillería. El profesional en Geografía e Historia de la Universidad de La Rochelle, en Francia, tiene una maestría y un doctorado en Ciencia Política del Instituto de Estudios Políticos de París – Sciences Po Paris. Se ha desempeñado en varias posiciones como experto en análisis de políticas públicas y consultor para entidades gubernamentales internacionales y nacionales como la Organización de los Estados Americanos (OEA), la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y el Consejo Noruego para los Refugiados (NRC), el Ministerio del Interior y la Oficina del Contralor General de la República, entre otros.
Durante sus primeras semanas en gestión, Gómez ha recorrido La Guajira y Norte de Santander para conocer in situ, según señala, el fenómeno migratorio que se da en Colombia, uno de los países receptores con mayor número de migrantes venezolanos. Dentro de sus primeras medidas resalta el refuerzo policial que se implementó en la frontera para evitar el paso irregular de migrantes.
En entrevista para Venezuela Migrante, el ex Director de Asuntos Económicos, Sociales y Ambientales en la Cancillería conversó no sólo del complejo reto que tiene de manejar el flujo de migrantes venezolanos sino también sobre las solicitudes de refugio en el país.
A su juicio, la aprobación, en segundo debate, del proyecto de ley de la nueva política migratoria, «es un paso en la consolidación de una visión incluyente y moderna de nuestra migración».
En su período que, en principio, culminará en 2022 cuando se abra un nuevo período presidencial que lo ratifique o no en el cargo, Gómez espera implementar una nueva política migratoria que logre “la regularización masiva” de venezolanos en el país.
Asumió el cargo el pasado 09 de octubre. Desde entonces ha estado usted en constantes recorridos. ¿Cuál es la situación actual en la frontera?
La instrucción del Presidente, al momento de nombrarme, es que él quería un gerente de fronteras en región. Ese ha sido el primer elemento: hemos estado encontrando realidades, descubriendo un poco también el fenómeno, viendo cómo en frontera comenzamos ya a percibir el flujo migratorio o lo que hemos denominado “reflujo”. Cada vez hay más caminantes que buscan entrar al interior del país y ya no es una migración pendular sino que buscan ingresar para quedarse.
¿A qué cree usted se deba este “reflujo”?
Yo creo que hay varios factores. El primero es que Colombia ya ha iniciado su reactivación después de la pandemia que fue algo que realmente cambió todos los planes, cambió un poco todas las percepciones que se tenían, todos los programas que iban andando se transformaron un poco.
El segundo elemento es que yo creo que muchos de los venezolanos que retornaron durante la pandemia, porque aquí los comercios estaban cerrados, encontraron condiciones muy difíciles del otro lado de la frontera. Entonces, pues, decidieron volver porque aquí finalmente hay un poco más de oportunidades. Y en ese escenario el cálculo que hemos hecho junto a Migración Colombia es que están retornando en una lógica de 1+1 o incluso 1+2, y yo creo que eso es muy significativo. Ese es más o menos el panorama que hemos visto.
¿Y a usted qué es lo que más le ha llamado la atención de la situación actual de los migrantes venezolanos?
Hay un par de elementos que me ha llamado mucho la atención. El primero es la gran vulnerabilidad con la que están regresando nuestros hermanos venezolanos. Son poblaciones que sentimos muy vulnerables, con unas condiciones incluso particulares. Estamos viendo más niños de los que se veían antes, que eso ha sido bien impactante porque implica un esfuerzo desde el punto de vista humanitario muy grande.
Lo segundo es que yo sí creo que hay mucha esperanza de que aquí en Colombia hay más oportunidades o incluso en otros países. Un poco las discusiones que hemos tenido es que hay muchos que tienen vocación de quedarse. Están buscando posibilidades en Medellín, Cali, Barranquilla, Bucaramanga. Pero hay otros que hablan de ir hasta Ecuador, Perú, e incluso Chile.
¿Se debe hablar de migrantes o de refugiados?
Las diferencias son particulares. Porque el estatuto de refugiado también se otorga a quien lo solicita. Aquí estos migrantes no están solicitando ese estatuto de refugiado. En ese contexto, hablar de refugiados no es acertado porque, digamos, no hay una solicitud explícita. Nosotros lo tratamos como migrantes. Colombia ha mantenido esa política de puertas abiertas con nuestros hermanos venezolanos. Además es muy interesante porque en el pasado fuimos nosotros los que pasábamos la frontera. Éramos nosotros los que íbamos del otro lado.
Yo creo que dentro de esta lógica nosotros los vemos como migrantes. Las personas que han solicitado el concepto de refugiado son muy minoritarias. Tenemos la responsabilidad de integrarlos de la mejor manera. Esa es la gran apuesta que tenemos.
En ese sentido, Brasil es uno de los países receptores de población migrante venezolana con mayor aprobación de solicitudes de refugio, ¿maneja usted cifras de las solicitudes de refugio en Colombia?
Yo no tengo exactamente las cifras. Pero sí realmente hay una diferencia entre el tema de Brasil, que ha adoptado una política migratoria enfocada en ese sentido. Y pues, obviamente, las características de la migración que tenemos, con incluso una migración pendular, quedaría muy difícil que nosotros adoptáramos las políticas de Brasil. Yo creo que las personas que están llegando acá, no digo que no hay ninguna que solicite el estatuto de refugiado pero realmente lo que sí vemos es más un migrante que viene con motivaciones económicas, de instalarse en el territorio, más que por motivaciones políticas y solicitando refugio.
Sin embargo, la declaración de Cartagena de 1984 define el concepto de refugio como aquellas personas que han huido de sus países porque su vida, seguridad o libertad han sido amenazadas por la violencia generalizada o los conflictos internos. ¿Cree usted que muchos de los migrantes venezolanos no solicitan refugio por desconocimiento?
La declaración de Cartagena es un referente que nosotros tenemos y que obviamente debemos tener en cuenta porque hablamos de desplazamiento forzado o del desplazamiento de todas aquellas personas que se ven obligadas a salir de un territorio en razón de un conflicto armado o incluso de otros contextos. Pero, digamos, para el estatuto de refugiado como tal sí entramos dentro de un contexto jurídico que para nosotros sí es muy importante desde Colombia hacer énfasis en que finalmente lo mantenemos como una figura jurídica que hay que solicitar. Porque nuestra política de puertas abiertas es para recibir a los migrantes dentro de las diferentes condiciones.
No creo que sea un tema de desconocimiento porque estuve visitando incluso los espacios de apoyo de toda la cooperación internacional. Estuve visitando los albergues y los refugios en donde los caminantes pasan. Yo creo que si ellos tuviesen esa vocación lo harían porque hay una institucionalidad presta, incluso la ACNUR juega un papel fundamental en ese sentido para que aquellos que deciden hacer la solicitud. Hay un acompañamiento. No creo sea un tema de desconocimiento, sino que responde a las motivaciones con las que ellos llegan. Y esas motivaciones tienen que ver con una mejor calidad de vida y mejores oportunidades.
En recientes declaraciones usted ha señalado que su política migratoria se basará en tres aspectos: la atención humanitaria, la inserción laboral y también en la dimensión internacional de la crisis. ¿Cómo cree usted logrará esto? De manera concreta, ¿qué proyectos tiene?
Yo creo que aquí tenemos una responsabilidad y es que la política migratoria que se estableció al momento de los primeros grandes flujos migratorios, y digamos casi que desde el año 2017 hacia acá, amerita una modernización de esa política. Y eso viene con una visión un poco más diferente sobre el esquema de regularización. Hoy en día las cifras hablan de más de 1.700.000 venezolanos. Pero eso va subiendo. Y con los cálculos que nosotros tenemos de ese refugio, podemos llegar incluso a dos millones de venezolanos en nuestro territorio, con vocación de permanencia. Yo creo que ahí es donde está el elemento clave. Porque, finalmente, si esta población no tuviese intención de permanencia nos pudiésemos dedicar estrictamente al tema humanitario, mientras se solucione el problema o inclusive haya un cambio político en Venezuela y los migrantes regresarían. Pero aquí el tema es que eso ya no está en la orden del día. Hoy tenemos una migración que tiene vocación a quedarse y que ahí nosotros tenemos la obligación de trabajar en su inserción laboral, su inserción social, para evitar esquemas o escenarios en donde tengamos pronunciamientos xenofóbicos, donde tengamos discriminación al migrante.
Ahí tenemos que trabajar en cuál es el instrumento que permita esa regularización lo que haría que el migrante ya no estuviese en situación irregular y permitiría también que lo protegiéramos de los abusos, de la trata de personas, de las manipulaciones que se dan por esa misma condición de irregularidad.
Y adicionalmente yo creo que eso permitiría su inserción, su productividad y que nosotros empezáramos a ver aún más al migrante como un factor productivo sobre todo en estos momentos de reactivación económica.
En ese sentido, a su juicio, ¿cuál ha sido el impacto de la migración venezolana en Colombia? ¿Qué aportes cree usted le pueden brindar los venezolanos a este país?
Yo creo que aquí podemos señalar distintas olas. La primera donde grandes capitales venezolanos ingresaron al país, como en los primeros escenarios de una posible crisis. A partir de esta última década ingresaron unos capitales que insertaron recursos en la economía colombiana y la economía colombiana se vio favorecida.
Luego tuvimos una mano de obra calificada que emigró y está presente. Quedaron en Colombia algunos y otros se fueron a Argentina, Chile, Perú e incluso Uruguay. Pero esa misma mano de obra calificada llegó al país pasando incluso por muchos trabajos temporales como meseros, peluqueros…Poco a poco se fueron ubicando en la empresa y posicionándose como una fuerza productiva.
Y finalmente, ahorita tenemos una mano de obra que podría no ser tan calificada como la ola anterior pero que permite, digamos, por ejemplo, en el tema de agricultura, ofrecer una alterativa para muchos de los agroindustriales que hoy en día se ven faltos de manos de obra. En el sector textil hay grandes demandas que no están siendo ocupadas por los mismos colombianos y que los venezolanos pueden ocupar esos espacios desde el punto de vista de inserción laboral.
Tenemos un escenario y tenemos que ser muy precavidos porque realmente hay un escenario de recesión a nivel mundial en donde pues obviamente hay una contracción de la economía y eso pues obviamente va a afectar a los colombianos y a los venezolanos que están trabajando. En ese sentido debemos ser muy estratégicos para trabajar en políticas de inserción. Pero creo que ha sido un efecto muy provechoso y tenemos que sacarle el jugo a la migración.
Sin embargo, los médicos venezolanos en Colombia, por ejemplo, señalan las dificultades que han tenido para convalidar sus títulos y poder ejercer en el país.
Esa es una realidad con la cual nosotros estamos intentando resolver. Hay que entender que Colombia era un país que no pensaba en la migración, desde esa perspectiva. Siempre hemos sido un país más de emigración que de inmigración. Entonces muchos de nuestros procedimientos o cultura administrativa no estaban listos tampoco para atender y para adaptarse a esa nueva configuración.
A propósito de esa “nueva configuración”. Dentro de sus primeras medidas destaca el refuerzo de controles en la frontera para evitar el paso irregular de migrantes. Entendiendo que el fenómeno migratorio no se detiene y que, según han advertido los expertos, seguirá motivado por distintas causas, ¿no cree usted que estas medidas invitan a que las rutas migratorias sean más peligrosas y que el negocio de transportar personas ilegalmente sean cada vez más lucrativas?
Yo creo que estamos en una coyuntura muy particular: estamos frente a una pandemia. Aquí lo ideal sería es enviar un mensaje a nuestras venezolanas y venezolanos que están del otro lado de la frontera para que no se arriesguen en este momento. Estamos viviendo una pandemia muy compleja. La frontera está cerrada. Para un país como Colombia, ejercer su soberanía en ese territorio donde hay estructuras criminales que quieren apropiarse y abusar del migrante, pues es una obligación constitucional para nosotros ejercer el control. Hemos enviado un mensaje; un mensaje que realmente no es para el migrante: no es el momento de iniciar el viaje.
Le reitero, ¿no cree usted que reforzar los controles policiales, aún cuando la frontera permanece cerrada, incita a que sean más frecuentas las violaciones de los derechos humanos de los migrantes y que el paso por las vías no autorizadas, o popularmente denominadas “trochas”, sea más lucrativo?
Obviamente el hecho de no tener pasos oficiales hace que las estructuras criminales quieran aprovecharse de la frontera y se estén aprovechando los migrantes. Pero el hecho de ejercer control también brinda una permanencia y un mensaje de autoridad en donde el mismo migrante que pueda ser abusado puede acudir a una autoridad. Sabemos que en este escenario es importante para Colombia mantener la soberanía, y esa soberanía también implica que si hay un migrante que está siendo abusado pueda acercarse a la autoridad colombiana para buscar asistencia y protección.
¿Qué estrategia tienen para reabrir fronteras?
Este es un problema muy complejo. Tenemos un decreto que mantiene las fronteras cerradas de todo el país, no solamente con Venezuela, hasta el 31 de octubre. Eso no quiere decir que el primero de noviembre se dé una reapertura. Por el contrario, estamos cerrando un ciclo que nos va a llevar a un nuevo clico de cierre en donde trabajaremos en la definición de protocolos de bioseguridad, en la definición de mecanismos de reapertura, de reactivación económica en la frontera. Es decir, que estamos en un período de alistamiento que no tiene fecha.
¿La proyección del flujo migratorio para diciembre?
Históricamente siempre ha habido un flujo de venezolanos que deciden irse a Venezuela para las fiestas decembrinas. La incertidumbre y el tener las fronteras cerradas hacen que, los cálculos que nosotros hacemos, muchos de aquellos que buscaban ir a pasar el período de fiesta en Venezuela, pues no lo van a hacer este año. Ha sido un año muy duro, económicamente, para el migrante en condición regular o irregular, y también para el colombiano.
¿Qué mensaje comparte hoy día con los venezolanos?
Yo quiero enviarles un mensaje de esperanza. No están solos. Hemos entendido la magnitud de la crisis y hemos buscado ofrecer las garantías. Hemos sido un país de puertas abiertas y nos mantendremos como un país de puertas abiertas.
Quiero decirles también que cuentan con un gerente de frontera que se va a poner una camiseta por la integración, que yo me la voy a jugar. No solamente porque sea sensible al tema sino porque es un tema de humanidad. Que los colombianos xenófobos son muchos menos que los colombianos buenos que queremos a los venezolanos. Que así como nos recibieron hace unos años en Venezuela, aquí hay muchos colombianos que les están tendiendo la mano a los venezolanos. No caigamos en una lógica de sentirse discriminados porque aquí vamos a trabajar, sin parar, en políticas contra la discriminación de venezolanos.