Ushuaia es reconocida como una de las ciudades más australes del mundo. En esa ciudad de más de 50.000 habitantes y a escasos kilómetros del Polo Sur de la Tierra hay un venezolano que hace patacones. Por increíble que parezca, los patacones criollos de Ronald Iriarte se atrevieron a llegar a la ciudad argentina que lleva por apodo el “Fin del Mundo”.
El venezolano Ronald Iriarte es ingeniero civil. Nació en la calurosa ciudad de Cagua, en el estado Aragua y, en lugar de pasar por otros puntos de la geografía sudamericana, Ronald se fue directo de Venezuela a Ushuaia. Es decir, del norte del sur, hasta el sur del sur. La principal motivación de Ronald era ayudar a su familia. “Me dijeron que en Ushuaia se ganaba bien”, dice entre risas antes de presentar la receta de los patacones más australes del mundo.
Este platillo especialmente típico del Zulia se une a otros tantos agrupados en Sabor Migrante, un esfuerzo editorial de Venezuela Migrante y Efecto Cocuyo, que cuenta la migración venezolana desde otra perspectiva.
Patacones criollos en la ciudad más austral del mundo
Aunque eso de “la ciudad más austral del mundo” se lo disputan tres lugares, Ushuaia es ampliamente reconocida a nivel mundial como la ciudad más al sur. Mediáticamente, la ciudad argentina le gana la partida a dos chilenas: Puerto Williams y Punta Arenas. En Ushuaia, al sur de la isla Grande de Tierra del Fuego, vive un muchacho oriundo de Cagua que cambió el calor de su ciudad natal por el frío de la ciudad que ahora lo abriga en calidad de migrante.
Ronald Iriarte se ríe cuando habla sobre su llegada a Ushuaia. “Me dijeron que la ciudad era bonita”, cuenta, pero también recuerda que le dijeron que se ganaba buen dinero, pues, esta ciudad tiene mucha actividad turística y portuaria, además representa uno de los puntos más estratégicos en la geografía argentina. Ronald no lo pensó tanto y se fue para el sur. El ingeniero civil venezolano se estableció en la ciudad y se enamoró de Natalia Pereyra, oriunda de Córdoba. Ronald y Natalia se conocieron a través de amigos y al pasar el tiempo se casaron. Ahora viven juntos en el “Fin del Mundo” y, cocinan patacones venezolanos.
El patacón venezolano se diferencia del colombiano en varios aspectos. Mientras el colombiano solo tiene un piso de plátano y el relleno se pone encima, el venezolano funciona más como un sándwich que, en lugar de usar pan, usa plátanos fritos. El relleno puede variar: desde pollo, carne mechada hasta pescado y vegetales. Esta receta requiere, entre otras cosas, que el plátano esté sumamente verde y sumamente duro, para poder darle la consistencia necesaria y que no se deshaga en cada mordisco.
Aunque pudiera parecer increíble, Ronald y Natalia se las ingeniaron para replicar la tradicional receta venezolana, la que se hace normalmente al occidente del país, en la ciudad austral de Ushuaia y ahora llenan de olor y sabor uno de los puntos más recónditos del continente y del mundo entero.
Para conocer la historia de Ronald y sus patacones, vea el siguiente video: