El miércoles 17 de febrero, el Centro de Derechos Humanos de la Universidad Católica Andrés Bello publicó su más reciente informe Caminantes de ida y vuelta. El flujo de caminantes venezolanos por el continente en tiempos de pandemia, donde evidencia que el cruce por vía terrestre no se ha detenido pese al cierre de fronteras. “Solo han variado las modalidades, aumentando los riesgos para los caminantes y disminuyendo el control sobre la población que ingresa”, se lee en el estudio.
Entre los aspectos que destaca la investigación está el del reflujo, entendido como el evento de salida de personas desde Venezuela por segunda vez, después de haber regresado a pie desde Colombia, Ecuador, Perú y Chile. Este fenómeno, según explican, comenzó a presentarse desde junio de 2020 y se produce actualmente en condiciones de mayor precariedad.
El incremento de niños y adolescentes en las rutas a pie, de madres lactantes y adultos mayores, así como también la salida de grupos familiares extendidos, advierten se trata de una nueva fase del perfil de la movilidad humana venezolana que plantea retos adicionales para los países receptores, tras el alto grado de vulnerabilidad que caracteriza a esta población.
Otro de los aspectos que destaca el informe es la normalización del trayecto en ambas direcciones. “El venezolano ya se probó en su resistencia, en su resiliencia, en su capacidad de aguante en las vías. Y eso ahora le hace fácil ahora caminar desde Venezuela. Se confronta consigo mismo: ‘si fui capaz de caminar desde Cúcuta hasta Bogotá, soy capaz de caminar de Caracas hasta Cúcuta y luego continuar’. También se siente impulsado porque ya conoce la vía y ya domina este tema de ir y venir”, señaló Adriana Parra, directiva de la Fundación Tempus 2000.
Dentro de las recomendaciones especifican que en los países de tránsito, y en especial en las franjas fronterizas, deben establecerse protocolos para identificar y asistir a personas con necesidad de protección internacional y evitar su devolución, incluyendo la disposición de recursos de apelación y asistencia legal.
“En el contexto de la pandemia, es indispensable que las políticas públicas no discriminen a los migrantes y refugiados debido a su condición migratoria. En el marco del derecho a la salud, el acceso a la vacuna debe ser universal, de acuerdo con los lineamientos establecidos por expertos del sistema de derechos humanos de Naciones Unidas quienes enfatizan la importancia del acceso universal a la vacuna en igualdad de condiciones y recuerdan que la inclusión de los migrantes en los planes de vacunación no solo los beneficia a ellos sino también a las comunidades de acogida”, señalan.
En tal sentido, expertos en derechos humanos y políticas migratorias expresan que resulta urgente que los Estados receptores exploren mecanismos de identificación y regularización con un enfoque de flexibilidad, creatividad y responsabilidad compartida.
“El panorama general para 2021 es complejo, pero es precisamente en momentos de contracción económica, cuando las redes de apoyo deben ser mayores y no excluyentes, en concordancia con lo establecido por el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales”, se lee en el texto.
Según proyecciones del enviado de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR), Eduardo Stein, se estima que unas 800 mil personas podrían salir de Venezuela en 2021, lo que ubicaría el total de venezolanos fuera del país en 6,2 millones.
Los pasos irregulares
Países como Colombia mantienen sus fronteras terrestres cerradas desde marzo de 2020, por lo que solo de manera excepcional es posible ingresar al país u otra nación de la región por vía regular. En consecuencia, todo el paso de personas desde Venezuela a Colombia y Brasil y de allí a otros países se realiza por pasos irregulares, denominados “trochas”.
Esta situación, según precisa el informe, se repite en los diferentes puntos fronterizos hasta el destino final en Ecuador, Perú y Chile, así como también en el caso de quienes usan la ruta de países andinos para seguir a Bolivia o Argentina.
“De tal manera que el cierre de fronteras se convierte en un factor que incrementa el número de personas en condición irregular”, advierten.
También denuncian que dichos caminos no autorizados están controlados por grupos armados irregulares, quienes deciden los momentos de paso y cobran por el uso de la ruta, tanto por pasajero como por equipaje, teniendo incluso diferentes tarifas según el tipo de equipaje. Inclusive, en estos puntos, según se lee en el informe, los caminantes venezolanos son blanco de extorsión por los funcionarios en las alcabalas, quienes les piden dinero o les despojan de ropa, alimentos u otras pertenencias que llevan para el trayecto.
“La población que llega por la vía entre el estado Táchira y Norte de Santander es la más numerosa. En lo que respecta al paso entre el estado Zulia y el departamento de La Guajira, si bien se presenta un volumen menor de personas, el flujo tampoco se ha detenido durante la pandemia.El paso entre el estado Apure y el departamento de Arauca también se encuentra cerrado a través del puente Páez, por lo que las personas están ingresando por otros cruces, a la altura de los municipios fronterizos de Saravena, Arauquita, Arauca y Cravo Norte. En este tramo de la frontera, todos los cruces son fluviales, de manera que el ingreso se produce en canoas”, detallan.
También precisan como hecho novedoso que algunos caminantes que llegan a Ecuador se habían establecido antes en Colombia. A pesar de que, a diferencia de Colombia, Ecuador exige visa a la población venezolana, varios factores estarían contribuyendo a este nuevo desplazamiento. “En primer lugar, las dificultades para la regularización migratoria en Colombia, hace que las personas se establezcan en la frontera ecuatoriana, donde hay menos control y pueden pasar desapercibidas. Otra razón para una mayor presencia de caminantes en Ecuador es que algunos de ellos han visto truncados sus planes de proseguir hacia Perú o Chile, porque se quedan sin recursos y optan por permanecer en Ecuador, especialmente en zona de frontera donde se sienten menos visibles”, indican.
Vocación de permanencia
La investigación, desarrollada entre octubre 2020 y enero 2021, demuestra que la mayoría de los caminantes consultados expresaron que no tenían expectativas de volver a Venezuela para vivir, aunque sí les gustaría regresar de visita, “lo que indica que la vocación de permanencia que ya se había comenzado a observar en fines de 2019 no ha desaparecido y, por el contrario, parece estarse fortaleciendo”.
Además precisan que tras recoger varios testimonios de caminantes venezolanos, muchos coinciden en que el esfuerzo vale la pena, aún en el escenario actual de incertidumbre. Un caminante en el departamento de Cundinamarca afirmó “Yo prefiero morir luchando por mis hijos en la carretera que esperar la muerte en Venezuela sin poder hacer nada”.
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