Desde finales de marzo, un grupo de venezolanos vulnerables en Lima hace un pedido al representante diplomático en Perú, Carlos Scull. Se trata de un llamado de auxilio, ya que después de un mes sin trabajar se quedaron sin presupuesto y no tienen cómo comprar comida.
Tras más de 30 días en cuarentena, los pocos ahorros que tenían muchos de los venezolanos que trabajan en la economía informal en Perú, se acabaron. Algunos solicitan apoyo a la embajada designada por la Asamblea Nacional en ese país para que gestione algún apoyo alimentario o económico, pues los residentes que dejaron de percibir dinero con su trabajo diario ya no pueden cubrir sus gastos.
Los migrantes se manifestaron en la cuenta de Twitter del representante diplomático Carlos Scull para hacerle saber que es urgente que la ayuda les llegue. Completaron el registro de venezolanos en situación de vulnerabilidad y aún no reciben la ayuda. Efecto Cocuyo pudo conversar con algunas de estas personas quienes manifestaron que esperan le puedan tender la mano para «no pasar hambre en lo que queda de la cuarentena».
Cesar Sierralta expresó que llenó el registro con la esperanza de ser beneficiado al igual que otros paisanos de su mismo distrito. El migrante que reside en San Juan de Lurigancho pide a las autoridades diplomáticas que suban a la parte alta de esa jurisdicción, pues allí también hay necesidades que deben ser atendidas con urgencia. “Nosotros vivimos en Sauce Chico. Se nos acabaron los recursos durante los primeros 15 días del aislamiento social. Se esperaba que la cuarentena terminara pronto, pero no ocurrió. Al dejar de trabajar, nos quedamos sin nada”, contó.
Este ciudadano que lleva más de dos años en Lima trabajaba como vendedor en el Mercado de Gamarra y junto a su esposa, quien prestaba servicios en una estética en el barrio chino de Lima, sostiene una familia con niños de 11, 9 y 5 años más una adulta mayor que sufre de hipertensión. “Imploramos ayuda, no queremos llegar a no tener qué comer”. Destacó que solo piden apoyo debido a la imposibilidad que tienen para trabajar; de lo contrario, como afirman: «Nosotros hubiéramos gestionado cómo cubrir nuestras necesidades».
Arnaldo Acosta, oriundo de Maracay, acudió a la red social del embajador porque su esposa tiene 6 meses de embarazo. Desde que se quedó sin ahorros, la comida empezó a escasear y ahora deben rendir un pollo hasta 6 días. Acosta le pidió ayuda a Scull a través de sus redes sociales, pues no ha podido completar el registro de vulnerabilidad. «No tengo la información para completar el censo y los alimentos me alcanzan para un día más».
Agradece el apoyo de su arrendador, por la paciencia para el pago del alquiler, pero explica que debe pagar a final de mes. Este residente tiene dos años y tres meses en Perú y solo ha tenido trabajados informales.
Eder Enríquez, otro internauta en situación de vulnerabilidad, hace un llamado al embajador porque su situación es precaria: «He tenido que salir al mercado cercano a mi vivienda, el distrito de El Callao, a cargar las bolsas de los clientes para ganar unas monedas». Expresó preocupación por las altas probabilidades que tiene de contagiarse, pero sostiene: «Tampoco tengo muchas opciones». En ese mismo mercado también labora Daniel Resnikoff. Aunque reconoce que la embajada está priorizando a las familias con mujeres embarazadas o niños pequeños, afirma que “nosotros también tenemos necesidades”. Este joven llegó a Perú hasta hace 7 meses y después de pasar un tiempo en la región de Tacna, se trasladó a Lima donde debió cumplir con la cuarentena social.
Canal humanitario para venezolanos vulnerables
Otra de las peticiones formuladas a Scull es el apoyo para retornar a Venezuela. Estos ciudadanos solicitan que se habilite un canal humanitario, pues les urge salir de Perú dada la precariedad de su situación y las pocas posibilidades de recuperarse cuando acabe la cuarentena.
Joaquín Andrés denunció que la administración de Maduro le dio la espalda y le negó la posibilidad de viajar a través del programa Vuelta la Patria. «Como también tengo nacionalidad española, me notificaron que el beneficio era solo para venezolanos.
“Que viera cómo resolver”, fue lo último le dijeron los funcionarios antes de abandonar la sede diplomática. Señaló que su esposa y su hijo sí lograron embarcarse en febrero. Espera reunirse pronto con ellos.
“Sabemos que el embajador Scull no tiene recursos, pero sí voz política. Le solicitamos que nos apoye para que un bus nos pueda trasladar hasta Cúcuta. Si nos contagiamos en el camino, cuando lleguemos a Venezuela, nos aislamos”, dijo Joaquín Andrés. “Yo estoy a punto de empezar a pedir cola hasta Tumbes (región fronteriza de Perú con Ecuador) con tal de salir de aquí. No quiero dinero ni comida, me quiero ir”, agregó.
En esta misma situación se encuentra Kenny Valero. Tenía planes de quedarse en Perú hasta finales de año, mientras su esposa se regresaba en estos meses. La pandemia le cambió los planes. “Yo estaba trabajando de chofer corporativo y dependía de los vuelos. Mi jefe me dijo que me buscara otro trabajo mientras, pero en qué puedo trabajar en medio de esta crisis sanitaria”, expresó el residente que ya tiene 3 años en Lima y vive el distrito de San Miguel.
Espera que mediante un canal humanitario puedan salir de manera segura y retornar al país, pues considera que después de la pandemia la situación económica no mejorará.