Margot Briceño forma parte de ese grupo de venezolanos que ha realizado un periplo por la región buscando mejores oportunidades. En su caso, recorrió cuatro países. Salió de su natal Valencia el 21 de mayo del 2019 con destino a Bogotá: “Allí hice los reales que necesitaba y seguí”.
Su plan era, originalmente, migrar a Uruguay o Paraguay, países sobres lo cuales investigó y vio posibilidades, así como oportunidades para comenzar de cero a sus 40 años, pero en el camino cambió de planes y terminó en Brasil.
Ya tiene la regularización migratoria completa, un trabajo y una experiencia de vida que está dispuesta a repetir.
Cuatro países y un destino: Brasil
Margot describe su periplo como una aventura que le permitió ver, conocer y disfrutar, a pesar de la pandemia. Colombia fue un país que atravesó en 24 horas por tierra tras comenzar su periplo el 9 de diciembre, Ecuador también lo cruzó sin problemas en un día completo.
Los recuerdos de Perú no son los más gratos, pues pasó el susto de su vida, ya que fue retenida contra su voluntad. “Un taxista nos secuestró, no metió psicoterror para quitarnos la plata. Nos amenazó con llevarnos a migración para que nos deportaran, a mí y y las otras personas que también querían llegar a Lima”, recuerda con indignación.
Después de unos días y, con ayuda de unos familiares de Canadá y Panamá se recuperó económicamente y avanzó. Luego hizo otra parada en Arequipa, para finalmente viajar a Puno.
Llegó hasta al distrito de Desaguadero y cruzó 5 minutos en lancha hasta Bolivia, a una ciudad homónima del Departamento de la Paz.
Recuerda que para el 21 de diciembre estaba a Brasil con otro grupo de venezolanos y encontró refugio en Casa del Emigrante, una organización que ayuda a los extranjeros recién llegados.
El trato y la adaptación
Durante el primer mes y, aún sin dominar el idioma, completó su proceso de regularización, entre los que recibió: carta de trabajo, tarjeta de transporte y de salud.
En la actualidad residen en el municipio Cascavel, ubicado en la región oeste del estado de Paraná, que también es frontera con Argentina y Paraguay.
Se siente agradecida por el trato que ha recibido de los ciudadanos de ese país: “Aquí es totalmente diferente a Colombia o alguna otra nación receptora de migrantes venezolanos. Aquí, cuando ven que no dominas el idioma, hablan más lento para que los puedas entender, por ejemplo”, relata.
En esa nación llegó a la casa de los conocidos de unos familiares pero, gracias a las oportunidades que le brindaron, se pudo independizar rápidamente.
Según el Comité Brasileño de Refugiados (CONARE), hasta diciembre del año pasado 262.475 venezolanos figuraban como residentes en ese país.
Otros 46.647 habían aceptado la condición de refugiados, argumentando la falta de condiciones de derechos humanos en su país de origen y 102.504 esperaban recibir la condición de refugiados.