El periodista Joshua Collins desmitificó la imagen negativa de los migrantes en la región, citando algunos informes dedicados a las percepciones falsas que se tienen sobre la población migratoria. “Comencemos con una de las afirmaciones falsas más comunes a nivel mundial: «Los inmigrantes tomarán nuestros trabajos, reducirán nuestros salarios y dañarán especialmente a los pobres» advertía Collins, quien es corresponsal en Colombia de VICE, USA Today y Al Jazeera, en un hilo en Twitter.
Uno de las primeras tareas que hacen los inmigrantes cuando llegan a los países de destino es comprar. “Cuando una población crece por cualquier razón, el gasto y el consumo también crecen. En pocas palabras, esas personas compran bienes. Necesitan comida, ropa, transporte de pañales, leche y un millón de bienes más. Esto aumenta tanto el lado de la oferta como el de la demanda de la economía” escribe Collins.
Todo ese consumo genera un crecimiento de la economía, que eleva el PIB del país receptor. “Las migraciones crean empleos a través del crecimiento de la oferta y la demanda. Esto es cierto incluso para los inmigrantes ilegales en EE UU”.
Colombia vs EE UU
Colombia es un caso de prueba, que llevó a cabo uno de los mayores experimentos de fronteras abiertas en la historia moderna con Venezuela. Entre 2015 y 2020, Colombia experimentó un crecimiento récord, impulsado en parte por la migración. Citando una nota de Bloomberg, Collins explica que el desempleo disminuyó. “En algunos estudios, los hallazgos sugieren que la economía no solo mejoró en prácticamente todas las métricas medibles, sino que la migración también redujo la tasa de inflación a través del aumento del gasto”.
Asimismo, un estudio del Migration Policy Institute y el Brookings Institution, publicado en 2020, reveló que la migración venezolana no ha generado un incremento en el crimen en los principales países receptores.
Mientras que en EE UU la dinámica ha sido la contraria, porque “es difícil separar los efectos de la política que hace que el trabajo informal sea ilegal de la economía pura”., lo que califica de una explotación al migrante.
Entre abril y octubre de 1980 llegó a Miami un número masivo de refugiados, en su mayoría cubanos, aumentando el tamaño de su población en un 7% en 42 días. “Para poner la escala de ese impacto en contexto, sería como si 22,4 millones de migrantes se mudaran a EE UU en 6 semanas” comenta Collins.
Una migración de ese tamaño estaba destinada a ser perturbadora, acota, pero decenas de miles de personas para las que el trabajo legal era imposible se vieron obligadas a trabajar en industrias clandestinas. “Esto fue el resultado de la mala política y la lenta reacción del Gobierno de Estados Unidos que empeoró a los mercados”.
La ola migratoria venezolana
En la actualidad hay más seis millones de migrantes venezolanos, de los cuales aproximadamente 1.8 millones se encuentran en Colombia. La nación neogranadina comenzó en febrero de 2020 un proceso para regularizar el ingreso de venezolanos, bajo el Estatuto Temporal de Protección (ETPV).
Hasta la fecha, Colombia ha sido uno de los pocos países en crear un mecanismo que permite a los venezolanos acceder a la educación, salud, empleo. Argentina habilitaba en 2021 un régimen especial a los niños y adolescentes, que les permitiría tramitar el documento nacional de identidad (DNI) y de esa forma insertarse en el sistema educativo y de salud.
Eduardo Stein, representante Especial Conjunto de ACNUR y OIM para los refugiados y migrantes de Venezuela, expresaba que el ETPV es un ejemplo contra la discriminación a migrantes venezolanos.
Este año, la vicepresidenta y Canciller de Colombia, Marta Lucía Ramírez, demandaba a los gobiernos en América acciones concretas enfocadas a la población migrante, para frenar el flujo en la región.
“La única manera de hacerlo es generando empleo, oportunidades de emprendimientos estables, sostenibles, que permitan que cada país trate de contener a sus propios ciudadanos, y también que cada país contenga a la migración que ya hoy existe” advertía en sesión ordinaria en la OEA el 16 de febrero.