Orangel José Romero tiene 40 años y es padre de cinco hijos. Durante dos años fue residente en Lima, hasta que tomó la decisión de retornar a Venezuela. Para lograrlo viajó por 35 días: atravesó tres fronteras, durmió en la calle, pasó frío, calor y hambre, pero nunca le faltó una mano amiga, como él mismo cuenta.
Romero está agradecido y se reconoce como un hombre de fe. «Dios me puso ángeles para ayudarme y cruzar tres países duramente golpeados por el coronavirus». Su travesía comenzó el 25 de mayo cuando salió de Lima junto a 19 personas que se fueron dividiendo en pequeños grupos.
“Vivía en el distrito de San Luis y llevaba dos años en Perú. Me fui a ese país porque en el mío ya no tenía empleo y no podía mantener a mis cinco hijos. Estábamos pasando necesidades alimentarias”, recuerda Romero.
Un retorno difícil pero lleno de agradecimiento
A pesar de lo difícil de la experiencia, Romero prefiere resaltar lo positivo del trayecto. Recuerda uno a uno los nombres de cada persona que le brindó su apoyo de manera desinteresada.
A la “casera”, como se le conoce a la persona que arrienda un inmueble en Perú, dice que la recordará como uno de sus mayores apoyos durante los primeros días de la cuarentena.
“La vida se nos complicó para obtener los alimentos. Pasamos días comiendo muy poco, pero nuestra casera nos apoyó con abarrotes y no nos cobró alquiler. Gracias a la familia Ore, en especial a la señora Blanca”, rememora desde su hogar en el estado Sucre.
Salir de Perú le tomó 10 días, pero en el camino hizo la primera parada en un refugio. Allí, como muchos migrantes que retornan, recibió el cobijo de Estrella y Gari. Luego pernoctó en otro refugio ubicado en Chanca, ahí pudo comer y dormir.
Al pasar por Barrancas recibió la ayuda de Carlos Romero, coordinador del Consejo de Residentes de la representación diplomática de Guaidó. De igual modo, a pocos kilómetros de Ecuador unos militares le ayudaron a conseguir una cola para que pudieran culminar la primera parte de su recorrido.
Por otra parte, de los ecuatorianos siempre tendrá presente la disposición que mostraron para ayudarlos con alimentos y dinero. Tardaron 11 días para atravesar ese país. En Colombia, como describe, el panorama fue diferente. No había casi colas para cortar camino. Así, la mayoría del periplo, que se prolongó por 14, días fue mayoritariamente a pie.
Las tres fronteras y la cuarentena
Perú-Ecuador: la recuerda como la más peligrosa. “A pesar de que el recorrido fue de poco más de una hora, tuvimos que pasar por un caño de aguas negras y, además, pagarle al dueño de una hacienda para que nos dejara pasar”.
Ecuador–Colombia: Romero la describe como la más cansona, pues estaba llena subidas y bajadas. Allí también les tocó “pagar peaje”, pero a diferencia de la experiencia que han tenido otros caminantes, no se consiguieron con grupos armados.
Colombia-Venezuela: para el momento que cruzó finalmente al país destino, el gobernante Nicolás Maduro aún no se había referido a los caminantes como “trocheros”. Cruzó por el Puente Internacional Simón Bolívar, le hicieron una prueba de descarte del Covid-19. Luego fue puesto en cuarentena en un refugio habilitado por el gobierno, pero prefirió no comentar nada al respecto.
En un último mensaje para los que, como él, buscaron retornar a casa en medio de la pandemia caminando, les pide que nunca pierdan la confianza: “A nuestra gente, les digo que no dejen de orar en el camino. Que Dios y la virgen me los cuide y me los proteja”.