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Migración venezolana se agudizará, según líder de Plan Internacional

La situación migratoria de Venezuela, que ha llevado a casi siete millones de venezolanos a abandonar el país, va a ir a peor en los próximos meses y años, según augura el director global humanitario de la organización Plan Internacional, Unni Krishnan, que reclama más atención y recursos de la comunidad internacional ante esta emergencia.

Después de visitar la frontera entre Ecuador y Perú y comprobar que el flujo de migrantes ha vuelto a ser constante tras la interrupción vivida por la pandemia, Krishnan consideró que la esfera internacional no es conocedora de la magnitud de esta crisis humanitaria.

«No creo que el resto del mundo sepa realmente lo desafiante de la situación para las agencias de ayuda y para gobiernos como Perú y Ecuador que están albergando a los refugiados y emigrantes. Qué desafiante es con los recursos limitados que tienen. Es importante que el resto del mundo reconozca lo crítico de esta situación y que va a empeorar en los próximos meses y años. Eso es lo primero en reconocer y creo que ahí los medios de comunicación pueden jugar un importante rol» señaló.

Dijo igualmente que si se mira la respuesta a la crisis humanitaria de Venezuela, «menos del 20% ha sido financiada por la comunidad internacional, pero si miras otras crisis, encuentras una mejor respuesta de la comunidad internacional. Esto no es para disminuir la importancia del cuidado de los niños que están en una situación mucho más complicada dentro de Ucrania o en los países vecinos. Ellos necesitan ese apoyo ahora sin lugar a dudas.»

Krishnan señaló que es también importante que el mundo reconozca que los niños necesitan ese apoyo en cualquier parte del mundo, independientemente de su país o en la latitud o altitud en la que estén. Aquí es donde deben surgir valores universales como la compasión y priorizar a cualquier refugiado y migrante sin importar su lugar de procedencia.

Considera que «es verdad que en conflictos activos como Ucrania y Sudán del Sur habrá algunas diferencias en las necesidades, pero cuando te fijas en las necesidades más básicas, como nutrición, educación o asistencia psicológica, no encuentras tantas diferencias entre refugiados de diferentes partes del mundo».

Reconoció que «los gobiernos han abierto sus fronteras y la gente ha abierto sus corazones para recibirlos. Encuentras muchos sitios donde son mucho más restrictivos y no les permiten entrar al país. Incluso si ves la respuesta a la crisis de Ucrania, hay muchos sitios en el mundo que son extremadamente restrictivos con los refugiados y no están dispuestos a acoger ni siquiera a los niños y niñas. Comparado con la situación de Colombia, que es uno de los países más grandes de acogida de refugiados en el mundo, y del mismo modo Perú y Ecuador, es importante reconocer su apertura para tenerlos, incluso por periodos cortos. Eso debe ser reconocido, especialmente en comparación con países occidentales que sistemáticamente bloquean a los niños que van a esos países.»

El director global humanitario de la organización Plan Internacional insistió en que : «los niños pequeños que han sido separados de sus familias y amigos o que han perdido a sus padres son más propensos a consecuencias emocionales en crisis. Por ejemplo, hay niños que probablemente reciben menos atención o ayuda, y que no pueden ser escolarizados, y ahí es donde es importante entender los daños psicológicos de una crisis. Por eso priorizamos siempre las necesidades invisibles. Tener un techo, agua o ropa son visibles, pero las necesidades emocionales no son siempre visibles».

Con información de EFE

Activistas y migrantes reclaman corredor humanitario en México

Activistas y migrantes de distintos países asentados en la ciudad de Tapachula, fronteriza con Guatemala, pidieron este lunes al Gobierno de México el establecimiento de un corredor humanitario, que les permita tener libre tránsito por el país para llegar a Estados Unidos sin que sufran abusos, robos, asaltos y así preservar sus derechos humanos.

En los últimos días, los migrantes han salido en distintas caravanas, la última este lunes con unas 1.000 personas, quienes buscan obtener documentos migratorios de libre tránsito en el estado de Oaxaca, vecino de Chiapas.

Algunos migrantes, que llegaron en las últimas horas a Tapachula, expusieron que crear un corredor humanitario en las fronteras de Guatemala y México les puede facilitar la circulación y el libre tránsito por territorio mexicano y evitar salir en masa como lo han hecho en los últimos días unas 11 caravanas con unas 3.000 personas.

«La población migrante asentada en la frontera sur, así como los que vienen en camino, han expresado su necesidad de solicitar al Gobierno de México que abra un corredor humanitario para el libre tránsito de las personas altamente vulnerables», dijo en una entrevista con Efe el director del Centro de Dignificación Humana (CDH), Luis Rey García Villagrán.

Recordó que en las caravanas viajan familias, menores no acompañados, madres solteras, personas con discapacidad, víctimas de delitos, y de problemáticas como la migración forzada en todas sus aristas, además de «discriminación por diferencias ideológicas, de género y políticas».

Piden a López Obrador

El activista pidió al presidente de México, Andrés Manuel López Obrador y al titular de la Secretaría de Gobernación (Interior), Adán Augusto López, «atender a estos grupos masivos de personas a través de estos corredores humanitarios que se deben instaurar desde la frontera sur hasta la norte creando puestos de ayuda humanitaria» para los extranjeros que circulan de manera irregular en territorio mexicano.

El defensor de migrantes recordó que América Latina «se convulsiona y la movilidad humana parece ser la única opción».

«No se puede arriesgar al menesteroso, al que se encuentra en la cúspide de la necesidad y está es la única opción viable y de evitar daños de irremediable reparación, la inmediata creación de un corredor humanitario como primer puesto de ayuda en Tapachula», expuso.

Otros puestos de ayuda humanitaria estarían en Tapanatepec Oaxaca, Acayucan Veracruz, Puebla, Puebla y Ciudad de México como parte de una primera etapa, señaló.

Libre tránsito

El venezolano Luis Reyes contó que con un corredor humanitario los migrantes evitarían ser víctimas de robos, estafas, abusos, engaños y riesgos para las personas vulnerables y podrían viajar seguros con sus familias.

«Un canal humanitario es un espacio en el cual se puede tener acceso libre, considerando que no queremos quedarnos en México», expuso a Efe.

Recordó que en estas caravanas, también van decenas de niños que viajan en los hombros de sus padres y muchos de ellos tienen que enfrentar este difícil recorrido al caminar bajo un ardiente asfalto en ocasiones sin agua y comida y recordó que Panamá permite el libre tránsito por su territorio.

«El Estado mexicano debe considerar permitir el libre tránsito de personas en calidad de movilidad forzada y evitar actos que pongan en riesgo a niños, niñas, menores no acompañados, mujeres embarazadas y otras con características de vulnerabilidad exacerbada», dijo Rey Villagrán.

Algunos migrantes que han ingresado a Tapachula por la frontera sur de manera irregular por el río Suchiate, frontera natural entre México y Guatemala han sido detenidos y llevados a la estación migratoria y sus familias siguen esperándolos para poderse unir a futuras caravanas de migrantes.

Este lunes, una nueva caravana con unos 1.000 migrantes de países como Venezuela, Perú, Colombia, El Salvador, Guatemala, Honduras, Haití, Uruguay, Chile y Ecuador salieron caminando desde la ciudad de Tapachula bajo temperaturas superiores a los 30 grados Celsius.

Las caravanas reflejan el flujo migratorio récord a Estados Unidos, cuya Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, en inglés) ha interceptado a más de 1,7 millones de personas en lo que va de año fiscal 2022, que se inició en octubre pasado.

El Gobierno de México también ha recibido críticas por su trato a los migrantes, incluyendo el despliegue de casi 30.000 efectivos de las Fuerzas Armadas en sus fronteras norte y sur para tareas migratorias, pero el presidente Andrés Manuel López Obrador defendió el miércoles pasado su política migratoria.

Con información de EFE

Familia migrante venezolana refugiada en NY desmiente declaraciones a medio en FB

En una publicación de Facebook, el grupo Venezuela58 -que se identifica como un medio- presenta un video titulado ¿Cuál es la realidad de los venezolanos que llegan a Nueva York? donde se afirma que los migrantes venezolanos son rechazados de los refugios. Sin embargo, la información es falsa.

El video presenta declaraciones equivocadas de la familia venezolana Merchan Rojas. La pareja Dailin Rojas y Johandre Merchan dieron solo declaraciones al New York Post sobre su situación al llegar al refugio Jamaica que se encuentra en Queens.

La nota original del testimonio de la familia Merchan Rojas puede consultarla aquí.

En principio la familia Merchan Rojas llegó junto a su hijo de 3 años a la frontera estadounidense el 11 de julio tras salir de su Venezuela natal un mes antes. «Rojas dijo que sólo se enteró de que estaba embarazada a mitad de camino» reseña el New York Post.

Tras pasar varios días detenidos en el Servicio de Aduanas y Fronteras de Estados Unidos, la familia fue subida a un autobús en San Antonio, Texas, de camino a la Autoridad Portuaria de Manhattan.

Llegaron a la Gran Manzana el 17 de julio y les dieron MetroCards para dirigirse a la oficina de Oficina de Asistencia a la Prevención y Vivienda Temporal (PATH) en el Bronx. Aunque en principio no fueron elegibles para optar a un refugio, su situación cambió. Actualmente, Robert González, activista de la Alianza Venezolana de Apoyo a la Comunidad, les encontró ayuda legal.

España aporta 500 mil euros para atender a migrantes en el Darién

La Agencia Española de Cooperación Internacional (Aecid) destinará en 2022 más de medio millón de euros a la región selvática del Darién (situada entre Colombia y Panamá) ante el aumento del flujo de migrantes.

Según informó este lunes el Ministerio de Asuntos Exteriores, con esta ayuda la Oficina de Acción Humanitaria de la Aecid prevé dar continuidad a los proyectos puestos en marcha en 2018 en esta zona, una de las «más concurridas, peligrosas y arriesgadas» en el tránsito de migrantes.

Según las previsiones, la Aecid destinará este año dos partidas de 104.969,47 y 395.000 euros para el «fortalecimiento de las capacidades de respuesta» de la Cruz Roja panameña.

Naciones Unidas estima que se ha duplicado en los cinco primeros meses de 2022 el número de personas que han cruzado el Darién respecto a 2021, pasando de 16.000 a 32.000.

Son principalmente migrantes haitianos que huyen de la violencia e inestabilidad de su país, así como también ha habido incremento de venezolanos y otros que, provenientes de diferentes continentes, deciden atravesar el Darién para tratar de llegar a Estados Unidos.

Con información de EFE

Paso a paso para obtener la amnistía migratoria en Ecuador

Ecuador comenzó el jueves 1 de septiembre un proceso de regularización, que durará un año, de miles de migrantes venezolanos que permanecen en su territorio, en un intento por garantizar su inclusión económica y social en la nación andina.

Miles de venezolanos han ingresado a Ecuador en los últimos años huyendo de la grave crisis económica que vive su país. Muchos de ellos utilizan a la nación andina como un país de tránsito hacia otros de Sudamérica como Perú y Chile.

Más de 500.000 personas migrantes y refugiadas venezolanas vivían en Ecuador hasta agosto de 2022, según datos de la Organización Internacional para las Migraciones.

La cancillería ecuatoriana dijo que la regularización es una amnistía migratoria, de la que se beneficiarán en una primera etapa unos 324.000 venezolanos que ingresaron a territorio ecuatoriano por las fronteras oficiales del país.

Ecuador espera además regularizar desde febrero del 2023 a otros 300.000 extranjeros que llegaron por pasos irregulares. Todo el proceso concluirá en agosto del próximo año.

Con ello, el Gobierno espera crear una base de datos de extranjeros en el país para generar una política sobre flujos migratorios. Además, busca garantizar los derechos de los migrantes a acceder a beneficios laborales y sociales.

Registro en tres pasos

1. Registrarse en Estoy Aquí

Los venezolanos tienen que registrarse en una primera etapa de manera virtual en una plataforma habilitada por el Gobierno ecuatoriano, lo que le permitirá posteriormente acceder a una visa humanitaria vigente por dos años y a una cédula de identidad ecuatoriana: https://estoyaqui.ec Al final del proceso se emitirá un Certificado de Registro de Permanencia Migratoria.

2. Regularízate

Luego de tu registro, deberás iniciar el proceso de visado en la página web oficial (disponible próximamente). Este proceso será virtual y lo podrás iniciar únicamente luego de un registro exitoso ante el Ministerio del Interior. Necesitarás el número de registro que consta en el Certificado de Registro de Permanencia Migratoria.

3. Identifícate

Una vez que recibas tu visa VIRTE y tu orden de cedulación, deberás sacar un turno en línea en la página del Registro Civil para obtener tu documento de identidad.

Para ampliar toda esta información, visita: https://estoyaqui.ec

Con información de Reuters y Migración Ecuador

La mitad de los venezolanos legalizados en Bolivia son niños

Unos 4.328 extranjeros legalizaron su residencia en Bolivia después de acogerse a un «proceso excepcional» de un año que otorgó el Gobierno, de los que un 37,1% proceden de Venezuela, indicó este lunes 29 la directora nacional de Migración, Katherine Calderón.

En la presentación de un informe, Calderón detalló que 3.883 procesos corresponden a adultos y 445 a menores de edad y que esta legalización «tuvo más incidencia» en las ciudades de Santa Cruz, La Paz y Cochabamba, que conforman el eje central del país.

La legalización comenzó en 2021 tras valorar algunas medidas que se asumieron un año antes con la llegada de la pandemia de la Covid-19 y políticas como el cierre de fronteras o el confinamiento que afectaron la realización de estos trámites, mencionó Calderón.

Los registros de la Dirección Nacional de Migración establecen que en Santa Cruz culminaron el proceso de legalización 2.350 migrantes, en La Paz 968 y Cochabamba 621, mientras que en las otras regiones bolivianas la cantidad fue más baja.

Según el reporte, «74 diferentes nacionalidades» pudieron acceder al proceso de regularización migratoria, mismas que en su mayoría provienen de Venezuela (37,1 %), Brasil (18,5 %), Perú (11,4 %), Colombia (8 %), y Cuba (5,5 %).

También destacan ciudadanos que llegaron de Paraguay (3,3 %), China (3,2 %), España (1 %) y Chile (1 %), indicó Calderón.

La Directora de Migración también detalló que un 58% de los trámites se otorgaron a menores procedentes de Venezuela, seguido de Colombia (7,6 %), Paraguay (5,2 %), Brasil (4,7 %), Perú (4,3 %), Estados Unidos (4 %), Cuba (3,6 %), además, de España y México (1 %).

Calderón enfatizó que estos trámites pertenecen a personas que «tienen la intención de permanecer» en Bolivia y que la regularización otorga el beneficio de residencia por dos años «sin el pago de multas por estadía irregular» o la «salida obligatoria» del país.

Este proceso de regularización migratoria «ha sido el más exitoso» teniendo en cuenta que en 2013 se alcanzó a 1.159 beneficiarios, el de 2016 favoreció a 1.340 y el de 2018 consiguió que legalicen su residencia 2.062 extranjeros, indicó la funcionaria.

Con este trámite se busca «el mayor beneficio para la comunidad migrante» y que pueda acceder a los «derechos» y cumplir con las «obligaciones» que se establecen en el país.

En esta labor participaron entidades como el Servicio General de Identificación Personal (Segip), la Policía Boliviana, el Consejo Nacional del Refugiado (Conare) y La Defensoría del Pueblo.

Con información de EFE

Diez claves para construir narrativas creativas sobre migraciones #PuentesdeComunicación

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“La creatividad, en realidad, llega de la forma más sencilla e inesperada. Cuando no se acepta más de una hipótesis, cuando no se repite una cosa hasta el aburrimiento o cuando no se está cerrado a la novedad”, Vea Vecchi.

La frase de esta escritora fue el punto de partida que eligió la periodista y Project manager de la DW Akademie, Ginna Morelo, para abordar las narrativas creativas en la cobertura de las migraciones durante la tercera tertulia de Puentes de Comunicación, este martes 30 de agosto.

La profesora de periodismo compartió 10 claves para pensar nuevos enfoques y formas de contar las historias de los migrantes. Estas son:

1️⃣ Te invito a reconocer el espacio migratorio como geográfico, lingüístico, cultural.

2️⃣ Pero también se erigen historias en el “no lugar”, ese espacio donde los seres humanos permanecen anónimos. Donde no hay un proceso de apropiación. Por ejemplo, cuando habitamos un territorio con otro idioma y decidimos no aprenderlo.

3️⃣ Al contar historias de migración sugiero jugar con el lenguaje en sus múltiples dimensiones para reconocer o comunicar. Y eso implica los lenguajes de los otros: los niños, niñas y adolescentes, los jóvenes, los adultos. Los dejados atrás insiliados, los que caminan y se van.

4️⃣ Las crónicas de la migración son literatura en dispersión. Hay una poética que se mueve entre categorías como el exilio, el destierro, el desplazamiento.

5️⃣ Las naciones que ven partir a sus hijos son patrias heridas. A ellas hay que narrarlas desde la “literatura bajo presión”, como llama a la crónica el escritor Juan Villoro.

6️⃣ Contar historias con números –desde el periodismo de datos– implica revestir cada uno de ellos de la humanidad necesaria para hacer comprensible su dimensión.

7️⃣ La diáspora de la arepa, como Luz Mely Reyes y la gente de Efecto Cocuyollamaron al fenómeno cuando nos propusimos investigarlo para Venezuela a la Fuga, es resistencia más allá de las fronteras amadas.

8️⃣ Al contar historias sobre la migración explora la narrativa del movimiento (el traslado); la narrativa del dolor (la lejura); la narrativa de los anhelos (el recuerdo); la narrativa del silencio (lo no dicho la ausencia de palabras es historia).

El silencio como dispositivo: (una apuesta interpretativa más allá de la negatividad); la narrativa de la memoria (las huellas de los otros, las que están en la memoria subterránea y en la memoria emergente); la narrativa de la impermanencia (nada permanece igual a sí mismo, todo puede cambiarse) la narrativa de la oportunidad (los países receptores).

9️⃣ Escoge el género periodístico como quieres contar la historia; elige el vestido que le quieres poner, esto es el formato y decide la plataforma por donde quieres que circule la historia.

🔟 Hoy día, las historias viven en mundos narrativos híbridos. Las mezclas son posibles y son geniales. Lo multiplataforma, lo transmedia, el periodismo performático. Los diarios de campo, de viaje, las cartas son esa herramienta que se cultiva en el silencio. ¡Atrévete!

El súper poder de la crónica

La periodista, directora y fundadora de Historias que LatenLiza López, explicó por qué la crónica, como género periodístico, es tan relevante para innovar a partir de la narrativa cinematográfica que la nutre.

Destacó algunas frases de destacados periodistas y escritores como Martín Caparrós, Leila Guerriero, Juan Villoro y Gabriel García Márquez para invitar a las y los oyentes a reportear con “ojos de marciano” y encontrar extrañeza en lo que se da por sentado.

“Hay que pensar como si estuviéramos haciendo una película porque esto nos ayudará a captar la atención. Recrear lo que como observadores vimos, sentimos, olimos y experimentamos. Buscamos mostrar más que decirlo con adjetivos”, expresó.

Enfoque en la niñez

López contó que, para hacer la cobertura de Hijos Migrantes, primero identificaron cuáles eran los derechos vulnerados de los niños que eran los protagonistas de sus historias, buscaron datos para entender la dimensión del problema y luego buscaron los casos que podían representar el enfoque que quería contar.

“Hay que sentarse a escucharlos, no abordarlos desde la técnica formal del periodismo con un cuestionario, que sea más una conversación, que no se sienta invadido en su espacio. Hay que tratar de obtener de ahí la información que se de en el momento sin forzarlo. Si no quieren hablar, ese silencio también está diciendo mucho, queda de nosotros tratar de entenderlo preguntando a sus familiares o acompañantes”, señaló.

La narrativa del amor

La directora de Por CausaLucila Rodríguez, habló de la metodología que crearon para encontrar nuevos enfoques y uno de ellos es la narrativa del amor que no se refiere al amor romántico sino al fraterno.

Para crear esta narrativa del amor es necesario apelar al bien común, volver a creer en la raza humana, combinar lo local con lo global y desmontar las distopias que promueven las películas y que ayudan a mantener el miedo, explicó.

“Por Causa se crea porque nos dimos cuenta de que las audiencias se están desconectando de la información, la gente no la consume salvo que sea muy dramática. Entonces generamos la metodología de narrativa circular que consiste en plantearse nuevos retos narrativos, mirar las cosas desde otros ángulos”, afirmó la ingeniera y comunicadora.

Un ejemplo concreto es el abordaje del control migratorio desde el negocio que representa: “Hablamos mucho de por qué el sistema de control migratorio es tan duro y despiadado y nuestros estudios demuestran que es así porque genera mucho dinero”.

En cuanto a los datos que sustentan las investigaciones periodísticas, Rodríguez argumentó que estos no importan si no tienen un análisis detrás. “Lo importante es ser capaz de expresar lo que significan esos datos a través de historias, a veces creemos que las explicaciones científicas nos van a permitir poseer la verdad y no es así, hemos tenido que sufrir todo lo que es la desinformación para darnos cuenta”, manifestó.

Desde la literatura

La profesora de lenguas y literatura Claudia Cavallin estudia la migración no solo como un movimiento de cuerpos sino como un movimiento de espacios y de identidad. “Me he convertido en difusora de imágenes, palabras y movimiento”, dijo.

Una referencia que estudia la profesora es el documental One Upon a Time in Venezuela que se centra en el Congo Mirador, un pueblo flotante del que emigraron sus habitantes con sus casas a cuestas (las estructuras son transportadas en balsas).

En su intervención puso como ejemplo de narrativa creativa la obra de teatro Úrsula que tiene un solo personaje que es una niña que pasa por el sistema migratorio de Estados Unidos.

“Los niños son separados de sus padres y permanecen en espacios que son similares a una cárcel. La pérdida de identidad que ya venía frágil está marcada por la sensación de ausencia y abandono. Esta representación de la mirada infantil en el proceso migratorio es muy valiosa”, comentó.

Puentes de Comunicación es una iniciativa que busca desde el periodismo desestigmatizar al migrante y promover la integración en los países receptores. Es un proyecto de Escuela Cocuyo, El Faro y DW Akademie que se desarrolla con el apoyo del ministerio de Relaciones Exteriores de Alemania. 

Se eleva a 6.8 millones el número de migrantes y refugiados venezolanos, según informe de la ONU

Un total de 6.8 millones de migrantes y refugiados venezolanos es la cifra del reporte del mes de agosto de la Plataforma de Coordinación Interagencial para Refugiados y Migrantes de Venezuela (R4V), encabezada por la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). Un aumento de 700 mil con respecto al informe de julio con 6.147.040.

La información la divulgó este sábado 27 de agosto, el Centro de Derechos Humanos (CDH) de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) en su cuenta en Twitter. El CDH-UCAB informa que el aumento obedece a la actualización de cifras que realizó Migración Colombia.

Aunque Colombia registra una variación en aumento con 2.45 millones de migrantes venezolanos, Perú (1.2), Ecuador (502K) y México (82.9K) registran un decrecimiento con respecto al mes de julio.

El reporte – que aún no se encuentra disponible en la plataforma- presenta un aumento de la población migratoria venezolana en Panamá, Costa Rica y Curazao. «La Plataforma no registra datos de EEUU, pero se presume que van en ascenso” escribe el CDH-UCAB en su cuenta en Twitter.

Migración en EE UU

Las rutas que utilizan los migrantes venezolanos para llegar Florida están cambiando. Si antes la mayoría viajaba cómodamente en avión, ahora miles de ellos llegan cada mes a través de la siempre peligrosa frontera de EE.UU. con México, donde corren el riesgo de ser víctimas de asaltos y violaciones o morir en el intento.

Según datos oficiales, si en diciembre de 2020 poco más de 200 venezolanos fueron interceptados en la frontera sureste un año después esa cifra se había disparado a 24.805 y en enero pasado se mantuvo en 22.779, de los cuales casi la mitad corresponden a unidades familiares con menores de edad.

Mientras tanto, el gobernador de Texas, Greg Abbott, en los últimos tres meses ha enviado a miles de migrantes latinoamericanos, entre ellos venezolanos, a las ciudades santuarios -que tienen políticas locales que protegen a los inmigrantes indocumentados- como Nueva York y Washington, para presionar a la Casa Blanca.

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Panamá crea la Oficina de Asuntos Humanitarios para los Residentes Venezolanos

Con la emisión del Decreto Ejecutivo N° 77, que establece un nuevo requerimiento para el ingreso de venezolanos a Panamá, se cierra la posibilidad de solicitar nuevas reagrupaciones familiares por motivos humanitarios, trámite que entró en vigencia a finales del 2018.

Sin embargo, según aclaró el Servicio Nacional de Migración de ese país, las solicitudes que ya se encuentren en proceso serán atendidas en conformidad con lo dispuesto en el decreto anterior.

Este jueves 25 de agosto, la institución informó que los venezolanos que deseen ingresar a ese país deberán tener la visa estampada, que deben tramitar ante la oficina consular del país donde se encuentren. El requerimiento se estableció para tener “una migración más ordenada” y para “garantizar la seguridad nacional”, según mencionaron las autoridades.

Para tramitar la visa estampada se deben presentar una serie de requisitos en la oficina consular de Panamá del país en que se encuentren los solicitantes.

¿Cómo será el ingreso en adelante?

Los venezolanos que posean visa o residencia vigente en los países mencionados en el artículo 1 del Decreto Ejecutivo N° 521 del 6 de agosto de 2018 están exceptuados de solicitar la nueva visa para el ingreso. Estos países son Canadá, Estados Unidos, Australia, la República de Corea, Japón, Reino Unido, Irlanda del Norte, Singapur y los países miembros de la Unión Europea.

La gran diferencia entre la visa estampada con los requerimientos anteriores para el ingreso se detalla en el artículo 4 del Decreto Ejecutivo N° 77. Este nuevo documento “deroga el Decreto Ejecutivo N° 612 de 22 de octubre de 2018”.

¿Qué se promulgó en el Decreto que ya no está vigente? Se creó la Oficina de Asuntos Humanitarios para los Residentes Venezolanos, para la atención de solicitudes de reagrupación familiar por motivos humanitarios y de unión familiar.  

Esta solicitud la podía hacer el residente de nacionalidad venezolana que se encuentre dentro del cuarto grado de consanguinidad y segundo de afinidad. También la podía solicitar el residente que necesitara realizar un evento familiar o social.

Según se explica en el artículo 6, luego de presentar los requisitos, el consulado debía estampar la visa con el número de referencia otorgado por la Oficina de Asuntos Humanitarios.

Es decir, con la emisión del nuevo decreto, se cierra la posibilidad de ingresar al país por la vía de la reagrupación familiar por motivos humanitarios y de unión familiar. Todas las personas que deseen ingresar a Panamá, deberán tramitar la visa estampada.

Migrantes venezolanos en Washington DC: dormir en un refugio para desamparados (II)

Unos suman más de un mes, otros dos semanas, y los recién llegados, un día durmiendo en un albergue  de hombres sin hogar.  Aproximadamente 20 migrantes venezolanos pasan sus noches en este “shelter”, ubicado en la avenida Nueva York de Washington DC.

Algunos, como Wyinder*, debieron quedarse dos noches en la calle antes de tener un techo temporal, cuya cama hay que reservar todos los días. Otros pocos con más suerte, como Alexander, lo lograron unas horas después de haber arribado a la capital de Estados Unidos. Todos llegaron en autobuses procedentes de Texas, en el marco de la política del gobernador Gregg Abbott de enviar hacia DC y Nueva York a  personas en búsqueda  de protección que ingresaron por la frontera sur de este país.

Hugo e Ismael* llegaron el 30 de julio a Washington DC  con otras 40 personas, la mayoría de nacionalidad venezolana, procedentes de Texas. Sin sponsor o patrocinador, que financien la estadía  ni familiares que los acojan en un hogar, los  jóvenes de 25 años viven un día a la vez. El primer día, cuando nos conocimos, no podían articular palabras en inglés. Dos semanas después, con la ayuda de Google translator, saben cómo pedir una cama, además pueden comunicarse con otros “homeless” que usan estas instalaciones. 

En su primer día los acompañaban Carlos, el hermano de Hugo y otros dos venezolanos que prosiguieron su recorrido hacia Indianápolis y Carolina del Norte. Formaban parte de un grupo de nueve jóvenes que se conocieron a mediados de julio en un albergue de migración en Monterrey, México. 

Allí se encontraron  luego de atravesar la selva del Darién, cruzar por tierra las fronteras de Panamá, Costa Rica. Nicaragua, Honduras y Guatemala. Fueron detenidos por funcionarios policiales y  devueltos por las autoridades a Acapulco, luego a Tapachulas (sur de México) donde debieron tramitar nuevamente el permiso que les permitiera transitar por el territorio mexicano. 

Desde allí reiniciaron el camino hacia el norte para llegar a Piedras Negras, en el estado de Coahuila,  población mexicana por donde miles de migrantes venezolanos y de otras nacionalidades cruzan el Río Grande  hasta la otra orilla, en Eagle Pass u otras  localidades texanas. 

Para evitar ser interceptados otra vez, aunque contaban con un salvoconducto,  se subieron a un tren de carga cerca de Monterrey. Lo que pudo ser un trayecto de cinco horas en bus se convirtió en una odisea de cinco días. Por una parte, tuvieron dificultades para lo más básico: comer, tomar agua, bañarse. Y, por la otra, debieron afrontar el fundado temor de ser víctimas crimen organizado y de funcionarios públicos inescrupulosos. 

Por eso, aquella tarde del 30 de julio, mientras Hugo e Ismael veían llegar a otros hombres desamparados al alojamiento en Washington DC no dudaron en decir: “Hemos pasado cosas peores antes de llegar aquí”.

No solo se referían a su paso por el Tapón del Darién, pues consideran que en México y en Guatemala hay otros trechos tan infernales como la intrincada selva que marca la frontera entre Colombia y Panamá, y que en los últimos meses se ha convertido en ruta habitual de muchos venezolanos y venezolanas en tránsito hacia Estados Unidos.

El centro de acogida 

El establecimiento recibe decenas de estadounidenses sin hogar. Hay reglas básicas para la pernocta: la cama se asigna todos los días al primero que llegue; la hora de entrada es a partir de las 5:00 pm y hasta las 7 de la noche; si alguien no llega en ese lapso pierde la opción de obtener una cama; durante el día no hay permanencia; no se permite consumo de alcohol ni de otras drogas. Los servicios que reciben también son básicos pero fundamentales: una cama con sábanas en habitaciones compartidas; acceso a duchas, dos comidas calientes (desayuno y cena) y atención médica.  

El local, un edificio de dos plantas que ocupa una cuadra, tiene capacidad para  albergar a doscientas personas. Cada cuarto tiene camas en literas. En una habitación puede haber siete u ocho literas, estima Ismael. Si tocan con suerte y están en grupo pueden compartir el espacio, de lo contrario, les corresponde un lecho en cualquiera de las habitaciones disponibles. 

En cada planta del edificio hay baños y en la primera planta hay un comedor. En una visita hecha por Efecto Cocuyo a la recepción de este albergue no se encontró personal que hablara español. 

Para Ismael y otros venezolanos que usan el servicio, el trato ha sido adecuado. Sin embargo, en las reseñas que se publican en Google, usuarios de habla inglesa le dan una asignación de tres estrellas (de un total de cinco). Los puntos positivos son la comida y los servicios; mientras que como aspectos negativos comentan que hay personas que no se asean.

El desierto 

Entre los aproximadamente 20 venezolanos que pernoctan en el albergue está Wynder. Tiene 32 años.  Es oriundo de Tacarigua de Mamporal, en el estado Miranda. 

Él tiene más de un mes durmiendo en este establecimiento. Es delgado y sonríe como para sus adentros. Lo encontramos un sábado a las 4:00 pm, cuando regresaba “a casa” después de una  jornada de trabajo como obrero en una construcción. Llegó en una bicicleta, la cual aseguró con una cadena como si fuese un vehículo último modelo.

Estaba “reventado” por el esfuerzo físico que representa levantar placas de drywall bajo el sol de un verano que supera los 33 grados Celsius. En Venezuela tenía una microempresa de transporte. En Perú, su primer país de acogida, compró un vehículo para trabajar como taxista, que vendió para financiar su viaje a Estados Unidos y enviar a su esposa embarazada de vuelta a Venezuela, junto a sus otros dos hijos. 

Wynder habla pausadamente. Mientras narra cómo fue su camino para entrar por un paso irregular al territorio estadounidense, gesticula y su brazo derecho parece que fuese el de un director de orquesta marcando compases. Abre sus brazos, se pone las manos en la cabeza, cruza lentamente las piernas. Se le quiebra la voz cuando recuerda que pasó dos noches durmiendo a la intemperie y otras dos noches en la construcción donde empezó a trabajar, tan pronto llegó  a la ciudad. Emprendió su viaje desde Perú hasta Estados Unidos con un tío, un primo y otras 10  personas. Él y su tío aún continúan juntos.

Al no tener lecho cuenta que, con mucha vergüenza, le dijo a su nuevo empleador en qué situación se encontraba. El jefe le permitió dormir en la construcción por un par de noches hasta que finalmente Wynder logró un cupo en el albergue. Sin embargo, como todos los demás, cada día debe apurarse para llegar antes de que se agoten los puestos. No quiere volver a pasar la noche fuera de cuatro paredes y un techo. 

Cuando se le pregunta sobre su paso por el Darién hace una especie de elipsis. Como Hugo e Ismael, afirma en que los puntos más difíciles de su viaje fueron Guatemala y México.  El clima es desértico (la temperatura puede subir más de 40 grados Celsius) y muchas personas migrantes no son conscientes de ello. Además, destaca Wynder, la actuación de funcionarios uniformados puede complicar el viaje.

“Migración ( México) estaba al acecho. Me daba miedo hasta caminar porque te podían agarrar y devolverte. El  Darién fue fuerte. Es una ruta que nunca pensaría en volver a hacer, pero no como eso. Nos quedamos sin agua luego de estar caminando por tres horas en el desierto, se nos acabó todo, la comida. Tú veías para los lados y no había nada, solo carros que pasaban y nadie se quería parar… Y ese sol calentaba tanto que  hasta la cabeza te dolía”, comenta Wynder, mientras se toca la frente.

En Guatemala los habitantes de la zona fronteriza les advirtieron que no pasaran cerca de las alcabalas. En uno de estos puestos de control los policías les pidieron documentos y le exigieron presentar el pasaporte. Wynder solo tiene cédula de identidad venezolana. 

“No tienen todos los requisitos para estar en este país. Hasta aquí les llegó el sueño”, les dijeron los funcionarios. Sin embargo, no los detuvieron. En adelante anduvieron solo por trochas y pasos no autorizados. 

Las autoridades de Migración Guatemala informaron el 22 de agosto que en lo que ha transcurrido de 2022 han expulsado a 9 mil 19 extranjeros. La  mayoría de ellos son migrantes venezolanos, cubano y hondureños. 

Con  300 dólares en el bolsillo 

Alexander José Chirinos viste un short de playa, una franela azul, un par de cholas y carga una bolsa negra a la que se aferra mientras dormita en espera de la apertura del refugio. Prácticamente acaba de llegar a Washington DC y, ya advertido de las situaciones que se pueden presentar en un albergue, llegó a las tres de la tarde para hacer fila y esperar por una cama en la que pasaría su primera noche en la capital estadounidense.

Cuando lo vimos llevaba algo más de una hora  en la parte trasera del refugio, donde hay  una pérgola y  bancos de madera. Él se acostó a descansar en uno de ellos. A  su alrededor se fueron congregando varias personas que también esperaban. Un par de estadounidenses comenzó  a hablar en inglés mientras fumaban y saludaban a quienes llegaban, algunos a pie, algunos en bicicleta. 

Alexander se despierta, se estruja la cara y comienza a escuchar las conversaciones. Le preguntan algo en inglés, pero él responde en español. No entiende lo que le dicen, pero de todas maneras sonríe. Llegó a las 9:00 am del martes 16 de agosto a Union Station. Como cientos de otros migrantes fue enviado desde Texas en un bus y, antes de salir, le dijeron que en Washington, DC estaría mejor y conseguiría más apoyo para emprender su nueva vida en Estados Unidos.

Salió de Coro, estado Falcón, el 25 de junio de 2022. Allí dejó a su esposa y cinco hijos. El hombre, de 28 años de edad, emprendió su camino con poca información y 300 dólares, monto que creyó suficiente para llegar a Estados Unidos. No tardó en darse cuenta de que, entre sobornos y gastos imprevistos, necesitaría más dinero para terminar su travesía. 

Alexander no conoce a nadie en este país, pero se dijo a sí mismo que era mejor atreverse a viajar que quedarse en su natal estado Falcón, en el centro-occidente de Venezuela,  donde trabajaba como mecánico de vehículos y “de lo que saliera, porque había que resolver”. 

“Yo me vine porque estoy seguro de que si me quedaba en Venezuela iba a hacer vainas malas. Yo sé que no soy mala persona, pero ¿cómo hace uno cuando los hijos te piden para comer y uno no tiene qué darles?”, comenta el coriano mientras espera en la puerta trasera del refugio. Llegó a Texas el viernes 12 de agosto y estuvo detenido dos días en una prisión cerca de la frontera sur del país. 

Alexander asegura que lo peor de la experiencia fue el tránsito por México:  “Es jodido estar en México, los policías son malos, hay gente mala; me robaron lo que tenía y tuve que dormir en la calle varias veces”. 

Cuando llegó a México le quedaban 110 dólares y un teléfono celular con el que se comunicaba con sus familiares en Venezuela. En Tapachula, al sur del país, le aprobaron un permiso para viajar por el territorio y poder llegar hasta Ciudad Acuña, donde cruzaría el Río Bravo. Sin embargo, una noche mientras iba en un bus hacia Monterrey, un grupo de policías le hizo bajar del vehículo.

Le dijeron que por orden de Estados Unidos la frontera estaba cerrada y que si seguía su paso tenía que pagarles. Esa noche, Alexander perdió los 110 dólares que le quedaban y el teléfono celular. También perdió el documento que lo autorizaba a viajar por México luego de que los policías lo rompieran en pedazos y le dijeran que tenía que devolverse a Tapachula y conseguir más dinero. 

“Yo pensé que no lo iba a lograr. Fíjate que entre todo el tiempo que pasé en Tapachula logré reunir más dinero porque tenía que pagar otros buses y porque sabía que los policías me iban a pedir más dinero”, relató Alexander. Finalmente, el 12 de agosto, a las cinco de la mañana, cruzó el Río Bravo hacia Estados Unidos y se entregó a las autoridades fronterizas. Dice que sintió alegría, pero especialmente alivio porque “se acabó esa pesadilla”. 

Ahora, en la capital norteamericana, Alexander recuerda parte del trayecto con otro venezolano que está sentado mientras esperan que abra el albergue donde aspiran a quedarse al menos por una noche. A eso de las 4:30 pm, escucha su nombre cuando llaman a los que están anotados en la lista, agarra su bolsa negra donde apenas tiene un kit de higiene que le dieron al llegar a Washington y una muda de ropa, y sonríe.

“Tengo cama pa’ hoy”, le dice a su amigo y entra al establecimiento. Al despedirse comenta que sí, que Venezuela es muy bonita y que él extraña muchas cosas, pero también resalta que “no tienes futuro si ganas apenas 20 dólares al mes”. 

“Los migrantes somos el negocio”

Nos encontramos con Ismael y Hugo una vez más, luego de  dos semanas en el refugio. Han ganado peso. Sonrientes, muestran su nuevo corte de cabello. “Nos lo hizo otro venezolano que vive en el refugio. Apenas llegó aquí se compró un equipo para afeitar” afirma Ismael, mientras se quita una gorra de béisbol que deja ver su pelo afro casi al rape. El novel barbero advirtió que estaba aprendiendo, ellos aceptaron la oferta. Los afeitó en uno de los baños del albergue. 

Hugo terminó el bachillerato y quería ser policía, pero a los 18 años se fue a Perú, junto a su hermano Carlos. Su padre había emigrado a aquel país y les ayudó con los pasajes de autobús. Hugo y Carlos nacieron y crecieron en Catia La Mar, en el litoral venezolano, y emprendieron un nuevo camino, esta vez a Estados Unidos, al considerar que la situación económica en Perú se deterioraba progresivamente, como había ocurrido en Venezuela. 

Ismael, que nació y se crió en la zona sur de Valencia, dice que fue funcionario de la Guardia Nacional en Venezuela durante año y medio, pero acota que tuvo una formación que considera acelerada: “Por las protestas contra el gobierno que hubo en  2017, me graduaron en 10 meses”. Salió de Venezuela a Colombia donde estuvo hasta hace tres meses. Entonces comenzó el periplo que lo trajo a Estados Unidos. Fue él quien guió al grupo de nueve migrantes venezolanos que se conocieron en Monterrey hasta subirse en un tren de  carga. De esa forma evitarían ser detectados por la policía, pero el viaje se alargaría una semana más de lo que les hubiera tomado hacer el recorrido en bus. 

Ambos complementan el relato de su tránsito por territorio mexicano. Ahora recuerdan que entre los otros migrantes había un joven nicaragûense con su madre, de unos 60 años. Este compañero incidental los abordó y le pidió ayuda para subir a la mujer al tren, entre todos. También les pidió que le hicieran compañía porque él no tenía suficiente fuerza para levantar a la señora en caso de que cayera o se lastimara. Acordaron que lo ayudarían. Pasaron a ser un grupo de once.  

El tren estuvo parado por tres días. Cuentan que una vez decidieron caminar hasta el vagón del conductor para pedir agua. “Cuando llegamos a la punta del tren estaban ese poco de catrachos -término que usan para referirse a otros migrantes, no venezolanos- armados con cabillas, con cuchillos, con todo. Pero nosotros, inocentes, porque no habíamos visto realmente robos, dijimos, vamo pa’ lante. Los locos se nos pararon de frente y nosotros caminando normal… Le dijimos que veníamos en paz. Y ellos dijeron no se hagan mente con nada, que aquí nadie quiere problemas con nadie, aquí todo el mundo está pendiente de llegar al gabacho”. 

-¿Qué es gabacho? 

– Así le dicen los mexicanos en la frontera a Estados Unidos, asegura Ismael. 

A esos desconocidos, Ismael y Hugo les contaron que tenían días sin comer y sin bañarse. Ellos les recomendaron a un vecino de la zona que les podía ayudar: “Era un señor que nos dejó entrar en su casa y nos consiguió una manguera para bañarnos”. Fue un descanso, recuerdan, pero aún les faltaban días para avanzar. 

Finalmente llegaron a 22 kilómetros de Piedras Negras y decidieron caminar hasta esa  población. Iban  más lentos porque debían esperar a su nueva compañera de viaje. “Cuando llegamos a la entrada, había unos policías, pero nosotros no nos queríamos parar. Ya estábamos ariscos. Nos habían extorsionado en otras zonas, nos invalidaron el salvoconducto para transitar por México. Los migrantes somos el negocio. Desde Colombia para acá. Cuando llegamos allí veníamos derrotados, no queríamos saber nada de la policía y ellos nos preguntaron: ¿Ustedes son maracuchos?”.

Lejos de violentarlos, esos policías  les advirtieron a Hugo e Ismael que no pasaran por el medio del pueblo y les sugirieron una ruta alterna para llegar al río: “Uno forzando para que los pies pudieran alcanzar al río. No sabíamos por dónde cruzar. Llegó un mexicano y nos pidió el dinero que teníamos en pesos para decirnos por dónde cruzar. Denme todo lo que tengan porque en el gabacho no se los reciben. Entre todos le dimos como 600 pesos mexicanos.” detalla Ismael. “Empezamos a cruzar y allí otra vez nos la vimos fuerte. La señora se le colgaba del cuello a Hugo y nos decía, no me vayan a dejar ahogar”.  

Ya en territorio estadounidense, específicamente en Eagle Pass (Texas), fueron procesados por la policía migratoria. Allí pasaron dos días. Los liberaron y los autorizaron para seguir adentrándose en EEUU. Se subieron al bus que los llevó desde Texas hasta Washington DC sin pensarlo mucho.  Decidieron quedarse en la capital de Estados Unidos porque otros amigos les advirtieron que en Nueva York, los albergues ya estaban colapsados. 

Sin embargo, desde finales de junio la situación en DC se ha agudizado. La alcaldesa Muriel Bowser ha solicitado dos veces el apoyo de la Guardia Nacional y fondos para atender la llegada de migrantes que son enviados desde Texas y Arizona hasta esta capital. La petición ha sido rechazada. De acuerdo con el seguimiento hecho por Efecto Cocuyo, en las dos últimas semanas, al menos una decena de venezolanos han dormido en las calles o en la estación de autobuses. 

Ismael, Wynder y Hugo hacen planes sobre su vida fuera del albergue. Confían en que al trabajar tendrán los recursos para alquilar un techo donde vivir en esta nueva etapa de sus vidas.

*Nombres cambiados por petición de los migrantes

Este trabajo forma parte la serie Del Darién a Washington DCel viaje de los nuevos migrantes venezolanos