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¿Qué debes saber sobre Argentina?

PIB 2019: 361.496 millones de dólares

Inflación 2019: 53,8%

Población económicamente activa 2019:13.285.430

Tasa de empleo 2019:  43,0%

Tasa de desocupación 2019: 8,9%

Tasa de subocupación 2019: 13,1%

Situación actual con respecto a la pandemia 

Sanitaria

Cantidad de establecimientos de salud 2017: 25.751

Cantidad de establecimientos asistenciales con internación 2017: 3.311

Cantidad de establecimientos asistenciales con internación públicos 2017:1.271

Cantidad de establecimientos asistenciales sin internación 2017: 14.534 

Cantidad de establecimientos asistenciales públicos sin internación 2017: 6.456 

Cantidad de establecimientos de salud por 10.000 habitantes 2017 : 5,8

Cantidad de establecimientos de salud públicos por 10.000 habitantes 2017: 2,4

Cantidad de médicos 2017: 384.231

Tasa de cantidad de médicos 2017: 8,7 médicos cada 1.000 habitantes. 

Cantidad de camas hospitalarias 2017: 220.910

Tasa de camas hospitalaria 2017: 5,02 camas cada 1.000 habitantes. 

Cantidad de camas de Unidades de Cuidados Intensivos adultos 2017: 8.293

Cantidad de camas de Unidades de Cuidados Intensivos niños 2017: 1.823

Venezolanos en Argentina

Cantidad estimada de venezolanos en Argentina enero 2020:  192,460

Porcentaje de venezolanos en Argentina trabajando en la informalidad 2020: 71%

Número de refugiados venezolanos en Argentina: 309

Organizaciones que apoyan a los venezolanos 

ACNUR

OIM

CAREF

Cruz Roja 

ASOVENAR

PROVEAR

Alianza x Venezuela 

¿Qué debes saber sobre Ecuador?

Datos generales

PIB 2019: 107.346.000.000

Inflación acumulada abril 2019: 1%

Población con empleo 2019: 7.787.896

Población con empleo 2019: 3.146.297

Población con empleo subempleos e informalidad: 4.641.586

Situación actual con respecto a la pandemia 

Sanitaria

Cantidad de centros hospitalarios 2018: 634

Centros hospitalarios públicos 2018: 183 

Centros hospitalarios privadas 2018: 451 

Tasa de defunciones hospitalarias 2018: 1,1 por cada 1.000 habitantes

Tasa de cantidad de médicos 2018: 22 por cada 10.000 habitantes

Cantidad de camas hospitalarias 2018: 23.803

Camas hospitalarias centros públicos 2018: 14.144

Camas hospitalarias centros privados 2018: 9.659

Tasa de camas hospitalaria 2018: 1,4 por cada 1.000

Tasa de camas de Unidades de Cuidados Intensivos 2018: 6,7 por cada 100.000 habitantes 

Tasa de médicos recomendada por la OMS: 23 por cada 10.000 habitantes 

Tasa de camas hospitalaria recomendada por la OMS: 2,7 por cada 1.000 habitantes 

Economía

Proyección de crecimiento PIB 2020: -6,6% 

Venezolanos en Ecuador 

Cantidad estimada de venezolanos en Ecuador enero 2020: 400.000 venezolanos 

Porcentaje de venezolanos trabajando en la informalidad 2020: 89% de venezolanos trabajan en la informalidad

Cantidad de venezolanos con visa humanitaria desde septiembre a marzo: 25 000 visas 

Organizaciones que apoyan venezolanos 

Guayaquil 

Fundación Mueve 

Hogar de Cristo 

Quito 

Fundación Chamos Venezolanos en Ecuador 

Asociación Civil Venezolanos en Ecuador 

¿Qué debes saber sobre Chile?

PIB 2019: 252.013M.€

Inflación IPC acumulada, abril 2020: 3,4%

Tasa de desocupación: 8,2%

Tasa combinada de desocupación y tiempo parcial involuntario: 15,6%

Tasa de ocupación nacional informal: 28,9%

Situación actual con respecto a la pandemia 

Sanitario

Cantidad de centros hospitalarios: 2.902 

Tasa de cantidad de médicos 2019: 16 por cada 10.000 habitantes

Cantidad de camas públicas hospitalarias: 26.382

Cantidad de camas privadas hospitalarias 2019: 11.916

Económico

Proyección de crecimiento PIB 2020: -4,5% 

Venezolanos en Chile 

Cantidad estimada de venezolanos en Chile marzo de 2019: 455.494

Organizaciones que apoyan venezolanos 

Embajada de Venezuela en Chile

Dirección: Bustos 2121, Providencia, Santiago de Chile.

Teléfono: (+56) 23658700

Twitter: @EmbaVEChile

Embajada de Venezuela en Chile (Asignada por el presidente de la Asamblea)

Nacional, Juan Guaidó)

Twitter: @EmbajadaVE_CL

Página web: https://presidenciave.com/embajada-en-chile/

Fundación Servicio Jesuita a Migrantes

Lord Cochrane 104, Santiago

+562 2838 7560

[email protected]

Legalización de documentos:

Notaría Ronchera

Dirección: Agustinas 1235, Santiago de Chile.

Correo: [email protected]

Donación de alimentos:

ONG Red de Apoyo Solidario.

@RedDeApoyoSolidario

@InmigranteFeliz

@FundacionAndresBelloChile

Donación de ropa

@Te_Quiero_Venezuela

@RedDeApoyoSolidario

Atención médica con descuentos

Medipro. Dirección: Augusto Leguía Sur 79, oficina 505. Las Condes, Santiago.

Contacto: +56987558114 [email protected].

Asesoría legal

@DobleMigrante

Clínica Jurídica de Migrantes y Refugiados de la Universidad Diego Portales

Contacto: Beatriz Tapia

Telefono 26762603

Dirección: República 105, Santiago.

Correo Electrónico: [email protected]

Defensorías laborales

www.defensoríaslaborales.cl

[email protected]

Teléfono: (+56) 226 711 59Servicios funerarios y repatriaciones:

Funeraria Los Valles

www.funerarialosvalles.cl

Teléfonos: +56956499782

+56227382147

Apoyo psicoemocional

@PsicologosPorVenezuela

@TuPsicologaIdeal

@AbrazosVirtuales

(*) Algunos de los contactos son recomendados por la embajadora nombrada por el presidente (E) Guaidó en Chile, Guaraquena Gutiérrez.

31% de los migrantes venezolanos piensa en retornar, afirma estudio de la Ucab

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El Observatorio Venezolano de Migración (OVM) de la Universidad Católica Andrés Bello (Ucab)  publicó este 27 de mayo su reporte situacional sobre cómo ha afectado a la población de migrantes venezolanos el contexto del COVID-19.

Entre los hallazgos destaca que cuatro de cada 10 perdieron su empleo y 66% aseguró que depende de donativos para alimentarse, desde la entrada en vigencia de la cuarentena en los países donde residen.

Según el informe, 90% de los encuestados reportó una caída de sus ingresos, lo que repercute sobre las personas dependientes, pues 80% manifestó que tiene cargas familiares, dentro o fuera de Venezuela.

“Los pronósticos apuntan a que quienes tienen responsabilidades por cargas familiares en Venezuela enfrentarán dificultades para el envío de ayudas económicas o transferencias al país y ello hará recular de nuevo la capacidad de consumo que había experimentado cierta reactivación en el año 2019”, alerta el documento del OVM.

El reporte hace referencia a hallazgos de la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (ENCOVI) en 2018, que ubicaban en 500 mil los hogares que recibían remesas del extranjero, pero precisa que investigaciones recientes elevan la cifra a más de dos millones de hogares. También recuerda que el Banco Mundial estimó en 20% la caída de las remesas en todo el planeta por la pandemia.

Uno de cada 4 no tiene para comer

La investigación “Situación de migrantes venezolanos recientes en el contexto del COVID-19” se levantó entre el 15 de marzo y el 15 de abril de 2020, sobre la base de un cuestionario de 27 preguntas para identificar la condición migratoria actual, la situación laboral, efectos sobre los ingresos, carga familiar, disponibilidad de recursos para manutención, solicitud de ayuda, aprobación de las medidas de los gobiernos para enfrentar la pandemia y la predisposición a retornar a Venezuela.

En la ficha técnica se especifica que “la muestra seleccionada se basó en la lista de 9.320 correos electrónicos compilados a partir de las 12.957 entrevistas efectuadas a emigrantes venezolanos que dejaron el país, del 8 de abril al 5 de mayo de 2019, cumpliendo las formalidades de control migratorio en la oficina de Migración Colombia, en el marco del segundo estudio sobre movilidad humana venezolana titulado ‘Realidades y perspectivas de quienes emigran’”.

De ese total se aplicó el cuestionario a un 20%, que arrojó al final 390 respuestas. Un 9% de los que respondieron reportaron estar de regreso en Venezuela, aunque en 2019 intentaron un proyecto migratorio.

La casi totalidad de los participantes del estudio vive en Perú (29%), Colombia (23%), Ecuador (19%) y Chile (16%), con una fracción reducida de respuestas enviadas desde Argentina, España, Brasil y Panamá.

En el análisis de los datos se tiene en cuenta que la contención del coronavirus “ha generado pérdidas de millones de empleos y la consecuente caída de los ingresos por trabajo de las personas y en los hogares, siendo las personas migrantes un grupo de mayor vulnerabilidad por las condiciones de informalidad y precariedad de su inserción laboral”.

Así, la encuesta revela que 66% de los migrantes venezolanos en los países citados de América Latina dijo que depende en alguna medida de las donaciones para alimentarse; un 25% no dispone de dinero para comer y 33% reportó haber solicitado ayuda para alimentarse o alimentar a su grupo familiar; de esta fracción, 46% dijo no haber recibido el auxilio requerido.

Los venezolanos también han padecido el desalojo de sus viviendas (15%) y el corte de servicios básicos por falta de pago (11%). Otro 20% registra haber entrado en situación de irregularidad migratoria por la suspensión de los trámites legales y 15% ha tenido restricciones para acceder a los servicios de salud.

Del total de encuestados, 61% dijo estar de acuerdo con las medidas tomadas en el país donde reside para frenar el COVID-19; sin embargo, 52% opina que esos controles no tuvieron en consideración las necesidades de los migrantes. Para el momento de la encuesta, 61% manifestó no reportar síntomas de la enfermedad.

Retornar, ¿sí o no?

Los investigadores del OVM estiman que las cifras de retornados al territorio nacional, producto de la emergencia sanitaria, son “discretas”, en comparación con el volumen de la población que salió por tierra entre 2017 y 2019. Atribuyen ese comportamiento a las restricciones a la movilidad impuestas por diferentes gobiernos, en particular el de Colombia, que busca evitar un retorno “desordenado” a través de sus fronteras. A la incertidumbre sobre la situación de Venezuela, se suma que persisten los factores que provocaron esa migración forzada, con tendencia a agravarse.

A la pregunta “¿ha pensado retornar a Venezuela debido a las adversidades que enfrenta por la aparición del COVID-19?”, 16% respondió no saber y otro 20% no respondió la interrogante. Paralelamente, 31% dijo que sí considera regresar al país y otro 34% descartó la idea. Un 50% no cree que tenga en Venezuela mayores garantías para atender su salud.

Este estudio estuvo a cargo de los investigadores Anitza Freitez, Rina Mazuera, Manuel Delgado y Bárbara Nava. El OVM es una iniciativa del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales (IIES UCAB), que dirige la profesora Freitez, también coordinadora de la ENCOVI.

El Informe sobre la situación de migrantes venezolanos recientes en el contexto del COVID-19 puede descargarse aquí.

Devuelven a Bogotá a grupo de venezolanos que intentaba viajar a Cúcuta

Cocinando a leña. Así están los 103 venezolanos que intentaban viajar a Cúcuta en tres autobuses para regresar al país desde el lunes 26 de mayo. Al grupo lo retornaron a Bogotá por órdenes de las autoridades, el mismo día.

Se trata de 103 connacionales que después de hacer un recorrido de cinco horas desde la capital colombiana fueron detenidos en el poblado de Santa Rosa. Allí estuvieron más de 10 horas en medio de la carretera, custodiados por funcionarios de la Policía Nacional de Colombia.

Leonardo Rodríguez, uno de esos 103 venezolanos, dijo que los ubicaron en Chía, en un área de la reserva forestal protectora del Bosque Oriental de Bogotá. En ese lugar han debido cocinar a leña para alimentar a más de 12 niños, dos de ellos recién nacidos. Además, hay unos 15 adultos mayores y la zona carece de baños.

«No nos dan respuesta», reiteró Rodríguez sobre la situación que están viviendo. «Los que nos vendieron el pasaje no aparecen ahora», denunció a Efecto Cocuyo, vía telefónica.

Paso diario de 300 venezolanos

Migración Colombia emitió un comunicado oficial el 29 de abril sobre la movilización de migrantes. Según la versión del Gobierno colombiano, la administración de Nicolás Maduro solo permite la entrada diaria de 300 venezolanos.

De esa cifra 200 lo pueden hacer por el puente internacional Simón Bolívar (Cúcuta-Táchira) y otros 100 por el puente internacional José Antonio Páez (Arauca-Apure).

Además, advirtieron que «los  venezolanos que inicien su proceso de retorno voluntario hacia Venezuela sin ningún tipo de coordinación con las alcaldías, serán sujeto de sanciones administrativas».  Estas sanciones incluyen «la imposición de una medida de deportación o expulsión».

Rodríguez insistió que su objetivo es llegar al país, debido a que se quedaron sin empleo y sin dinero en Bogotá, desde que en el vecino país inició el confinamiento obligatorio por el COVID-19.

Las empresas de transporte que trasladen a venezolanos y venezolanas deben cumplir con un registro en Migración Colombia y reportar la lista de los pasajeros. Esta institución inició sanciones contra al menos 15 de ellas por incumplir estas medidas.

Estos 103 venezolanos salieron sin los permisos, por lo que están inmovilizados. En el comunicado señalaron que todos los que salgan sin permisos sufrirán este tipo de acción hasta «que haya disponibilidad para su tránsito en frontera y sus ocupantes serán sujetos de una sanción».

Pero este grupo dijo que ni Migración Colombia ni la Alcaldía de Bogotá les concedieron los permisos para su traslado.

Según la administración de Maduro, hasta el 27 de mayo han retornado al país 50.686 personas. De ellas 30.280 lo han hecho por Táchira; 12.193 por Apure; 5.581 por Zulia; 2.133 por Bolívar desde Brasil y 109 por Amazonas.

 

Migración Colombia pide a venezolanos coordinar retorno a su país con alcaldías

El director de Migración Colombia,  Juan Francisco Espinosa, llamó a venezolanas y venezolanos que retornan a su país a hacerlo de forma coordinada con alcaldías de las zonas de donde pretenden emprender su viaje de regreso a Venezuela.

En una conferencia de prensa virtual que ofreció este jueves, 28 de mayo, insistió en usar los mecanismos regulares para que este proceso sea ordenado y cuente con el aval de las autoridades colombianas.

«La invitación es a llevar el proceso de retorno con las autoridades del municipio en el que se encuentren», insistió Espinoza en sus declaraciones.

Pidió evitar las caminatas o autobuses no autorizados, porque de lo contrario se inmovilizará la salida de la población migrante, al no coordinar con alcaldías y Migración Colombia.

Así ocurre actualmente con un grupo de 103 venezolanas y venezolanos que fueron devueltos el lunes desde la población de Santa Rosa hasta Bogotá, donde aún permanecen a la espera de la autorización para poder retornar a Venezuela.

Estas personas están en un parque, donde no tienen acceso a servicios mínimos como baños y deben cocinar en leña, según denunció a Efecto Cocuyo, Leonardo Rodríguez, uno de los afectados.

Más de 60 mil retornados

Espinoza también informó que hasta la fecha 67.780 venezolanas y venezolanos han retornado a su país.

El funcionario de Migración Colombia dijo que de ese número 80 % regresará a Colombia cuando se termine la emergencia sanitaria por el coronavirus.

Desde que la migración venezolana comenzó por la crisis política, social y económica, por primera vez en cinco años ha disminuido la presencia de esta comunidad en el vecino país.

Según Espinoza, «por primera vez en los últimos cinco años se produjo un leve descenso en la cantidad de migrantes en el país: de 1.825.000 en febrero pasó a 1.809.000, un porcentaje de disminución de 0,9%», destacó.

Colombia ha sido el país con mayor recepción de migración venezolana. Según la Plataforma de Coordinación para Refugiados y Migrantes de Venezuela de la ONU, 5.095.283 personas han salido del país en los últimos años.

 

El misterio de los migrantes africanos que pasan por Venezuela

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El paso de africanos por Venezuela es un misterio. El fenómeno pasa inadvertido para las organizaciones internacionales y el gobierno venezolano esconde las estadísticas. Pero el desmantelamiento de una organización criminal en Brasil revela que Venezuela es una puerta de entrada para el tráfico de migrantes africanos con rumbo a Estados Unidos.

El 27 de febrero de 2019 Abdessalem Martani, recibió una llamada a su teléfono celular: “¿Cuánto cobras por ocho pasaportes y visas venezolanas?”, preguntó un hombre al otro lado de la línea.

“¿Estás loco?, no puedo hablar de eso por teléfono”, respondió el argelino de 47 años de edad, antes de colgar la llamada. Martani, conocido también como Mourad o Mouradi, tal vez sospechaba que la Policía Federal de Brasil interceptaba sus llamadas.

Seis meses después, está sentando en una sala de la Superintendencia Regional de la Policía Federal, en Sao Paulo, donde es interrogado por el agente Milton Fornazari.

“¿Quién es esa persona?”, increpa el funcionario. Pero Martani afirma que no sabe. “¿Quiénes son los traficantes en África y en América del Sur?, ¿cómo los conoces?”, insiste Fornazari. El interrogado se niega a dar detalles.

La policía sabe que el africano es el dueño de una agencia de viajes llamada MHB, que es clérigo de la Mezquita Rua Barao, ubicada en Itapetininga, municipio del estado de Sao Paulo, y también sabe que es sospechoso de ser el líder local de una red que trafica personas que buscan salir de África y de Asia y opera desde Venezuela hasta Estados Unidos. Cuatro inmigrantes somalíes: Abdi Ali Farah, Abdirizak Ali Ibrahim, Bashir Salah Ibrahim e Jama Muse Yusuf, detenidos por agentes de migración en Estados Unidos, lo acusaron.

La policía brasileña también lo acusa de haber negociado por teléfono visas aparentemente falsas de Bolivia y Venezuela el 26 de mayo de 2019. El número con el que se comunica está a nombre de Baye Lakhat Diakhate, un senegalés refugiado en Brasil, con quien habla de nuevo el 8 de junio para explicar que para entrar a Venezuela debe pagar “500, 200, 400”. El audio sobre la suma exacta de dinero y la moneda usada está distorsionado en las grabaciones policiales.

En la misma conversación se escucha “Tapachula”, una ciudad al sur de México, en el estado de Chiapas, pegada a la frontera con Guatemala. Se hizo famosa porque en su estación para migrantes llegaron a acumularse miles de ellos hacía septiembre de 2019, luego de que el presidente Andrés Manuel López Obrador desplegara aproximadamente 6.000 agentes de la Guardia Nacional,bajo la amenaza del presidente estadounidense Donald Trump de imponer un arancel de 5% en todos los productos mexicanos si no impedía el paso de los migrantes.

Venezuela, una puerta de entrada

El Ministerio para Relaciones Interiores, Justicia y Paz de Venezuela confirmó que redes criminales estaban trayendo a Venezuela personas que migraban de África en 2015.  En su Memoria y Cuenta de ese año reveló que Santa Elena de Uairén, ciudad fronteriza con Brasil, es el “punto de mayor incidencia en materia de trata de personas y tráfico ilícito de migrantes”, provenientes de África y el Caribe.

Se identifican dos puntos fronterizos más por los cuales entran migrantes de la mano de estas redes: San Martín de Turumbán (estado Bolívar) y los caños Delta del Orinoco (estado Delta Amacuro).

El Departamento de Estado de Estados Unidos también reporta, en su informe sobre trata de personas de 2018, que en Venezuela hay víctimas de trata sexual y laboral de países sudamericanos, caribeños, asiáticos y africanos, aunque no detallan las nacionalidades ni los casos.

Pedimos información al Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc), pero respondieron que no pueden dar declaraciones sobre las redes de tráfico de personas que operan en el país sin la autorización del actual ministro de Interior, Néstor Reverol   .

También cuestionado por la policía brasileña, el iraní refugiado en Brasil, Mohsen Khademi Manesh, dijo que tenía una relación con Abdessalem Martani en el sucio negocio de traficar personas.

Khademi contó que la banda cobró 12.000 dólares para facilitarles el viaje a dos mujeres afganas que identificó como Hila Hakimi y Abeda Hakimi hasta Estados Unidos y aseguró que Venezuela fue la puerta de entrada para estas migrantes. “Vinieron de Afganistán a través de Venezuela”, dice.

Según su versión, el recorrido que hicieron las dos mujeres a inicios de 2019 fue de   a Brasil (Sao Pablo), de Brasil a Perú, de Perú a Colombia y de Colombia a México, donde fueron custodiadas durante dos meses por un hombre “muy fuerte que movía mucho dinero y drogas” y que vive en la localidad de Reynosa, en la frontera con Estados Unidos, aseguró el iraní.

En cada uno de estos países había coyotes (traficantes de migrantes) esperándolas identificados por nombres clave: “Martín” las llevó de Perú a Colombia y “Thomas” de Colombia a México.

Las dos extranjeras ingresaron a Estados Unidos a través de un contacto de Martani que supuestamente se llama Karim, es argelino y trabaja en el ejército estadounidense.

El 12 de julio de 2019, Hila Hakimi y Abeda Hakimi fueron detenidas en Estados Unidos por cruzar la frontera indocumentadas después de haber sido víctimas de “tratos degradantes durante sus largos, clandestinos y, a veces, violentos viajes en varios países”, según determinó el Tribunal Federal de la 3era Región de Sao Paulo que lleva el caso de los acusados por tráfico de migrantes .

Africanos en Caracas

Una cortina metálica esconde la pequeña iglesia, ubicada en la avenida Lecuna, en el centro de Caracas, durante el día. Pero a las 6:30 pm del jueves 26 de septiembre de 2019, falta una hora para que oscurezca y las puertas están abiertas.

Una mujer invita a pasar a los que parecen ser nuevos devotos. Sentadas en sillas con fundas blancas y rojas, un grupo de personas habla en un idioma diferente . En otro espacio del “centro de milagros” hay hombres. Uno se acerca y se presenta como Emmanuel, es de Nigeria y llegó a Venezuela en 2003.

Emmanuel  sonríe con facilidad, pero advierte que no confía en extraños. Su condición para dar una entrevista es que los periodistas asistan a uno de los cultos religiosos.

Es domingo 29 de septiembre. En la puerta de la iglesia “Jesucristo centro de milagros, ministerio internacional” hay un hombre con sobres blancos en una mano. Se los da a cada uno de los feligreses para que depositen su “contribución”. No permite dobleces en las cartas.

Hay venezolanos y africanos esperando que inicie el servicio. En la tarima están dispuestas otro tipo de sillas más elegantes para los pastores. En el respaldo de los asientos está bordada la palabra “diácono”.

El líder religioso Joshua Aminchi Jock, también conocido como “el profeta de Dios”, aparece y es recibido con aplausos. No queda claro si siempre es así o es un homenaje especial porque es el día de su cumpleaños.

Es un nigeriano influyente. Sus seguidores caen al piso cuando les impone las manos. Su especial afinidad por lo militar se refleja en un poema titulado “El Soldado” que una feligresa suya le dedica como regalo.

Joshua presenta a uno de los diáconos como el director del consejo pastoral de la institución castrense. Otros dos pastores también son funcionarios militares, aunque están vestidos de civil, van de traje formal para la ceremonia.

La iglesia tienen grupo musical propio con coristas al estilo gospel. Emmanuel toca el teclado.  Siete horas de culto después, no cumplen con la promesa de dar entrevistas.

El pastor Joshua acepta conversar el 18 de diciembre. Por teléfono afirma, con un tono afable, que ese día no hay servicio. Pero cuando los periodistas llegan a la iglesia, en vez de conceder la entrevista le ordena a la pastora “Sildre Caridad” y a una funcionaria activa de la Fanb, quien no se identificó, que atiendan a los reporteros.

En la oficina del líder de la iglesia se desarrolla un tenso diálogo que comienza con un interrogatorio a los periodistas: “¿Qué quieren saber del pastor?, ¿cómo llegaron a la iglesia?”.

En el escritorio de Joshua Aminchi Jock hay fotos suyas con más militares y en su silla una chaqueta verde oliva, parte superior del uniforme de la Guardia Nacional Bolivariana de Venezuela.

—¿Por qué hay funcionarios de la Fanb en la iglesia?

—El cristianismo se institucionalizó en la Fuerza Armada —se limita a responder la militar.

La reunión termina y se aleja la posibilidad de que el pastor Joshua Aminchi Jock explique cómo llegaron los africanos de su iglesia a Venezuela.

Llegó “engañado”

Emmanuel habla frente a la cámara. Se toca la cara y voltea a los lados cuando responde.

—¿Por qué escogen Venezuela?

—Ese es un planteamiento de la agencia de viajes, en Nigeria, que tramita la visa. Originalmente donde uno quería llegar era a Estados Unidos o Canadá porque allá hablan nuestro idioma que es el inglés y hay oportunidades de trabajo y estudio.

Al referirse a la travesía que él hizo en 2002, cuenta que le aseguraron que Venezuela estaba muy cerca de Estados Unidos y que hasta en autobús se podía llegar. “La gente venía creyendo que iba a llegar a donde quería, pero después se daba cuenta de que no”.

Obtener una visa venezolana y conseguir trabajo en Venezuela no era difícil en 2002 y, según Emmanuel, esto permitía a los migrantes africanos ahorrar para continuar su viaje. Pero actualmente “no viene nadie por la situación y porque la gente ya sabe que no es fácil ir de Venezuela a Estados Unidos”, explica.

Según sus cálculos, llegar a Caracas desde Nigeria, en avión, cuesta 2.500 dólares y obtener la visa venezolana vale otros 500 dólares.

—¿Estas agencias los ponen en contacto con otras personas para que los ayuden a movilizarse en otros países?

—Sí. Se comunican con las personas que están en Venezuela (…) estas agencias en Nigeria no tienen una oficina, un nombre, una dirección. No. Son gente de confianza que tiene contactos y ayudan a la gente a irse a otros países.

A Venezuela también llegaron Yus Duks y Alieu Newton, ambos de Gambia, un pequeño país de África occidental con salida hacia el océano Atlántico.

Los jóvenes eran estudiantes de intercambio a mediados de 2012. Se formaron como médicos en la Universidad Nacional Experimental Rómulo Gallegos, en el estado Guárico, en la región central del país. Los trajo  la cooperación Sur- Sur, una alianza estratégica que promovió el entonces presidente de la República Hugo Chávez para intercambiar con países del sur recursos minerales y otros servicios.

“Si hay una ruta de emigración de africanos para Norteamérica, Venezuela no es un sitio ideal (…) Si soy africano es más fácil conseguir visa a Estados Unidos en África que aquí en Venezuela”, afirma Newton.

El anestesiólogo asegura que no tiene información sobre otros africanos que pasen por Venezuela para ir a Estados Unidos, aunque admite que deben existir rutas. “Venezuela tiene a Colombia, a Brasil y a Panamá cerca y tal vez era un país más fácil para llegar hace tiempo, pero últimamente no es fácil porque el sistema del Saime (Servicio Administrativo de Identificación, Migración y Extranjería) no es funcional. Hasta para los que vivimos acá es un problema conseguir papeles”, indica.

Según Newton, 99% de los africanos que estudiaron con él regresaron a su país porque deben prestar servicio en su nación después de recibir la educación gratuita en el exterior. Él también tuvo que hacerlo un par de años y regresó a Venezuela para hacer una especialización.

—Con los que he hablado me dicen que son agencias de viaje las que los traen a Venezuela…

—Esas no son agencias de viaje, son bandas, organizaciones que hacen inventos y ya se saben los contactos. Eso existe en Libia para hacer el viaje de África a España —corrige.

Desde Estados Unidos, Duks atiende una videollamada…

“Yo no lo veo así. Yo estaba en Venezuela para estudiar y vine a hacer mi especialización en Nueva York. Pero Venezuela no es una ruta. No he conocido a nadie que vea a Venezuela como una vía. Está lejos, no sería una buena vía. Los emigrantes de mi país van para México. Algunos que he conocido viajan por Brasil para luego llegar a México”, responde.

En los pasillos del mercado municipal El Cementerio, conocido con este nombre por ubicarse cerca de un camposanto al oeste de Caracas, quedan algunos comerciantes africanos con pocas ganas de contar sus historias. La cámara es su enemiga y ven con recelo a los periodistas.

El vendedor de perfumes está sentado frente a su pequeño local y responde con carcajadas nerviosas, mientras empuja con la mano la libreta de apuntes de la periodista. ¿Por qué viniste a Venezuela?, “No, espérate” y se ríe.

Su compañero accede a hablar, pero no quiere ni siquiera que tomen nota de lo que dice. Confirma que es de Nigeria y que vende ropa en el mercado, pero no revela su nombre. Agrega un último comentario para explicar que cuando regresa de visitar a su familia en Nigeria viaja a Cuba, donde hace escala, y de Cuba continúa a Venezuela.  “No podemos decir nada por la situación del país”, termina la breve entrevista.

“Yo estoy legal”, advierte otro comerciante antes de que le hagan más preguntas escudándose detrás de un maniquí. Afirma que los africanos no vienen a Venezuela porque están pasando hambre. “Deben quitarse eso de la cabeza porque si no tuviéramos un real cómo pagamos los pasajes”, sentencia.

“Yo no hablo español. Mejor mañana con mi esposo”, se excusa otra mujer africana y la visita al mercado termina sin testimonios.

Un fenómeno invisibilizado

El 11 de noviembre de 2019, dos meses y 22 días después de recibir una solicitud de información, el Servicio Administrativo de Identificación, Migración y Extranjería (Saime) de Venezuela responde que la estadística sobre entradas y salidas de africanos al país “es confidencial”.

El exviceministro para África (2005-2017) y presidente del Centro de Saberes Africanos, Reinaldo Bolívar, sostiene que no maneja cifras y que en los 12 años que ocupó el cargo nunca se enteró ni siquiera de un caso de tráfico asociado a estos extranjeros.

“Venezuela no es un receptor de migrantes africanos. Los migrantes africanos que tienen carencias económicas van a otros países africanos (migración interna) por no tener recursos para hacer largos viajes; el segundo grupo va a Europa donde escogen España, Francia, Alemania y Turquía y dentro de los países de Asia Occidental van a Emiratos Árabes Unidos y Catar”, explica.

Agrega que en el continente americano el principal receptor de africanos es Estados Unidos seguido por Brasil. “El mayor grupo de africanos en Venezuela es la comunidad nigeriana y debe estar por el orden de las 2.000 personas y venían por las rutas aéreas”, asegura Bolívar.

El hermetismo también invade la embajada de Nigeria en Caracas. Un funcionario de la Policía Nacional Bolivariana autoriza el acceso a la sede diplomática el 12 de noviembre de 2019. La espera transcurre en una pequeña sala ubicada en el jardín donde reciben la solicitud de entrevista para el embajador nigeriano Martins Cobham. La petición nunca fue respondida.

El interés del gobierno de Nigeria en el Arco Minero del Orinoco, una extensión de 111.843 kilómetros cuadrados en el estado Bolívar donde yacen las riquezas minerales más grandes de Venezuela,   por el Ministerio para el Desarrollo Minero Ecológico en una nota oficial en su página web.

Según ese despacho, el 29 de mayo de 2019, se dió una reunión entre el embajador nigeriano Martins Cobham y el entonces ministro Víctor Cano para discutir proyectos de exploración, producción, transformación y comercialización de recursos minerales venezolanos. Oro, diamante y coltán son algunas de las riquezas del Arco Minero en el sur del país.

El control por estos recursos desató la violencia en el territorio con la aparición de bandas criminales y grupos irregulares armados que operan en las zonas mineras y cambió las dinámicas de migración internacional en el estado Bolívar, advierte la directora del Centro de Investigaciones para la Educación, la Productividad y la Vida de la Universidad Católica Andrés Bello, en Guayana, Aiskel Andrade.

La académica refiere que existen casos de migrantes africanos en los municipios Cedeño y Sucre del estado Bolívar y el paso de cameruneses por el estado Carabobo (en la región central del país). Sin embargo, aclara que “este tipo de personas busca siempre ser invisible, por eso es difícil detectarlos” y llevar estadísticas.

En el despacho del actual viceministro para África, Yuri Pimentel, indican que el funcionario no da entrevistas aunque firman y sellan por formalidad la carta con el requerimiento el 20 de agosto de 2019.

Pistas internacionales

Una nueva pista surge para confirmar la existencia de un fenómeno poco visible: la representante del Servicio Jesuita para Migrantes y Refugiados en Boa Vista, Giulia Camporez, confirma el paso de dos africanos, uno de Nigeria, en agosto de 2019, y otro de Mali, en septiembre de 2019, de Venezuela a Brasil. Pero la organización protege los datos personales de los extranjeros y cierra así la posibilidad de obtener sus testimonios.

En 2013 La Organización Internacional de Migraciones (OIM) reportó, en la publicación Migrantes Extracontinentales en América del Sur: estudio de casos, que “con la exención de visado en Ecuador, en junio de 2008, se abrió una puerta que fue aprovechada por redes de traficantes de otros continentes que trasladaban por vía marítima y aérea hasta Brasil a pequeños grupos de migrantes irregulares procedentes de Ghana, Guinea, Togo, entre otros, algunos de ellos utilizando pasaportes sudafricanos falsos; con el objetivo de trasladarlos a Colombia, Venezuela o Ecuador para posteriormente ubicarlos en Centro y Norteamérica”.

Sin embargo, el rastro de los migrantes extracontinentales se pierde en la frontera. En Pacaraima y Boa Vista, entre Venezuela y Brasil, operan el Centro Pastoral para Migrantes (Cepami) y el Instituto de Migración y Derechos Humanos. Ninguno tiene datos.

“No tengo referencias concretas ni objetivas de migrantes africanos que digan que fueron a Venezuela para ir a Estados Unidos o que vienen de Venezuela. Generalmente la salida es por Bolivia porque era más fácil, no necesitaban visas”, afirma Rosita Milesi, fundadora  del Cepami y directora del Instituto de Migración.

Aunque advierte que es lógico pensar en Venezuela como un camino natural por su cercanía con Brasil. “No tengo en la mente ningún caso de personas que haya dicho que pasó por Venezuela. Los comentarios siempre son de Bolivia, Ecuador, Perú y después suben hasta Panamá. Pero es casi imposible que tanta gente que ha salido de aquí para intentar llegar a Estados Unidos no haya pasado por Venezuela”, argumenta.

Esta ruta también es factible para el director del Observatorio Venezolano de Violencia, el sociólogo Roberto Briceño León. “Brasil está recibiendo bastantes migrantes africanos y nuestra frontera es muy permeable, era una zona olvidada hasta que comenzó el éxodo de venezolanos”, opina.

En los dos años de servicio que tiene María Selicato en el Centro Pastoral para Migrantes (Cepami), en Pacaraima, no ha tenido contacto con africanos. La última incidencia que registró fue el 4 de noviembre de 2019 cuando vio pasar a 137 haitianos de Venezuela a Brasil. “Hemos tenido casos de cubanos, venezolanos y muchos colombianos. Por esta frontera no hemos tenido presencia de migrantes africanos”, comenta.

El portavoz en América Latina de la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), William Spindler, y el representante de esta organización en Venezuela, Luca Nicosi, tampoco tienen registro del paso de africanos por el país sudamericano.

La opacidad en los registros oficiales y la subestimación del flujo migratorio extracontinental por parte de las autoridades de Venezuela contrasta con  el interés que existe en otros países de América Latina, como Brasil, donde se han judicializado casos de tráfico de migrantes africanos en su azarosa travesía hacia Estados Unidos.

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*Migrantes de Otro Mundo es una investigación periodística colaborativa y transnacional del Centro Latinoamericano de Investigación Periodística (CLIP), en alianza con Occrp, Animal Político(México) y los medios regionales mexicanos Chiapas Paralelo y Voz Alterna para el sitio web En el camino de la Red Periodistas de a Pie; Univisión digital (Estados Unidos),Revista Factum(El Salvador); La Voz de Guanacaste (Costa Rica); Profissão Réporter de TV Globo (Brasil); La Prensa (Panamá); Revista Semana(Colombia); El Universo (Ecuador); Efecto Cocuyo (Venezuela); y Cosecha Roja (Argentina) en América Latina. También colaboraron en la investigación The Confluence(India), Record Nepal (Nepal), The Museba Project (Camerún) y Bellingcat (Reino Unido). La Fundación Avina y la Seattle International Foundation dieron apoyo especial a este proyecto.

Venezolanos varados en Chile duermen en la calle en espera de un vuelo para volver a su tierra

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Cuando las temperaturas descendieron en Chile, Milagros Machado, una venezolana de 54 años, sintió que su cuerpo se empezó a entumecer producto de una artritis reumatoide que sufre desde hace unos años. “No quería pasar acá el invierno. Por eso, ya tenía un pasaje comprado para regresar a Venezuela el 29 de abril. Pero, en cambio, sigo aquí, padeciendo un dolor que no le deseo a nadie”.

Machado visitó el país austral para asociarse con una amiga e invertir en un negocio de comida, pero sus planes se dilapidaron con la llegada de la COVID-19. La idea: estar unos meses, armar el plan de negocio y después regresar a Venezuela. Como centenares de migrantes, ella está varada en Chile y desconoce cuándo podría volver a casa. “Nadie nos ofrece una solución. Para colmo tenemos dos embajadas, una que no tiene capacidad para tomar decisiones y otra que es totalmente hermética”.

Su historia se suma a la de casi 600 venezolanos varados en Chile, según el registro que llevan ambas voceras. Varios duermen frente a la embajada del gobierno de Nicolás Maduro en Santiago dentro de carpas y encima de colchones desde inicios de mayo. Es un campamento improvisado, donde la desesperación creció después que se confirmaran dos contagiados de COVID-19. “Muchos están ahí porque no tienen en dónde dormir, otros porque creen que ejercen presión sobre las autoridades”, agrega Machado.

El Servicio Jesuita a Migrantes instaló un dormitorio temporal para atender a unos 50 venezolanos sin techo. “Llegaron a Chile en busca de una segunda oportunidad y están terminando su estadía en el país literalmente en la calle. Distintas organizaciones nos unimos para mejorar en algo su situación. No podemos permitir que queden niños a la intemperie con el frío y la lluvia. Debemos cuidarnos no sólo del virus, sino también de la indiferencia”, dijo José Tomás Vicuña, director de la organización en Chile.

Varados en Chile y con temor a quedar en la calle

Joselin Mora, de 33 años, tiene miedo de quedar en la calle. Ella, su esposo y su hijo duermen en una habitación en Santiago. Cuando emigraron, en 2019, se residenciaron en la ciudad central de Talca, donde estuvieron hasta quedar desempleados producto de los estragos económicos de la pandemia. “Yo renuncié a mi trabajo porque nadie podía cuidar a mi bebé, así que debí dedicarme exclusivamente a él. Pero después de eso mi marido fue despedido. Sin ingresos, nos vinimos a la capital con la intención de tomar un vuelo y regresar a Venezuela”.

Ella es vocera de un grupo de 129 personas que compró pasajes con la aerolínea Copa para regresar a Venezuela. “Solo queremos que el Gobierno venezolano permita aterrizar a un avión de esta compañía en nuestro país. Muchos regresaron en un vuelo de Conviasa, pero no volvieron a habilitar opciones para retornar”.

El último vuelo entre Santiago y Caracas ocurrió el 5 de mayo y trasladó a 250 personas. Para Machado las condiciones empeoran ante la ausencia de respuestas gubernamentales. “Las circunstancias varían, porque algunos pueden pagar un alquiler o comer y otros no. Pero, a medida que transcurre el tiempo, la situación de todos se empareja porque se agotan los recursos propios y crece la vulnerabilidad”.

Comunidad internacional recauda $ 2.790 millones en jornada histórica para atender migración venezolana

Un resultado «muy positivo». La situación de los más de cinco millones de migrantes y refugiados venezolanos en América Latina ocupó las agendas de más de 60 países, organismos de las Naciones Unidas (ONU) y representantes de la sociedad civil internacional este martes, 26 de mayo. Los reunió a todos a través de videoconferencias en un acto organizado por la Unión Europea (UE) y el Gobierno de España, en búsqueda del lanzamiento de un paquete de ayudas para mitigar las consecuencias del éxodo.

La iniciativa, denominada Conferencia Internacional de Donantes en solidaridad con los refugiados y migrantes venezolanos en los países de la región, logró recaudar 2.544 millones de euros (2.790 millones de dólares), divididos entre donaciones (595 millones de euros), préstamos y otras ayudas financieras de las que se dispondrán próximamente, según el balance ofrecido por la ministra de Exteriores de España, Arancha González, y el alto representante de la UE, Josep Borrell.

Se trata de una recaudación «muy positiva», en palabras de Filippo Grandi, alto comisionado de la ONU para los Refugiados (Acnur). Antes del evento, el departamento que dirige y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) estimaban en $1.400 millones los fondos necesarios para 2020. Nada más hoy, el dinero obtenido supera esa proyección. «Esto no puede acabar aquí. Debemos invertir en proyectos concretos y de forma rápida», dijo.

Ayudas a través de la ONU y las ONG

La principal inquietud, al menos así manifestada por los presidentes de Colombia y Ecuador, es la agilidad de los pagos. Solicitaron que se pusieran las menores trabas administrativas en la asignación de los recursos y que éstos se asignaran de la forma más pronta.

Así, la asignación de los recursos corresponderá a cada donante que deberá identificar a sus destinatarios dependiendo de las necesidades, respondió la ministra de Exteriores española, Arancha González, a una pregunta de Efecto Cocuyo.

Esto quiere decir que las ayudas pudieran ir directamente a los países con más refugiados o canalizadas a través de los proyectos de atención a los migrantes diseñados por organizaciones humanitarias sobre el terreno.

En el caso de España, por ejemplo, González explicó que se asignarán 50 millones de euros en tres tandas de pago, con una inversión inicial de 20 millones de euros. Esos recursos, expresó, se «canalizarán a través de la familia de Naciones Unidas, organismos internacionales y organizaciones no gubernamentales que actúan dentro del territorio de Venezuela».

Migración venezolana y diálogo político

Con la llegada del COVID-19 a América Latina, la situación de los migrantes y refugiados venezolanos se ha agravado. Miles de ellos han regresado al país como consecuencia de las dificultades económicas por las medidas tomadas para contener la pandemia y el aumento de las muestras de xenofobia en las comunidades de acogida, precisó la Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios en su último informe.

A los países con mayor número de venezolanos, como Colombia, Perú, Ecuador, Chile y Brasil, también se le acumulan las dificultades. Sus sistemas de salud se asoman al colapso por la emergencia sanitaria, al igual que el sistema de educación para atender a los recién llegados.

Ante ello, Borrell precisó que «no se pueden perder de vista» las necesidades de los migrantes venezolanos, así como la de los países que los han acogido en los últimos años. «Hemos cumplido con una asignatura pendiente que tenía la UE», comentó el jefe de la diplomacia europea y celebró que se haya «podido volver a poner la atención sobre la peor crisis de desplazamiento del mundo en los últimos años».

Entre los mayores donantes destaca Estados Unidos, con una aportación de 200 millones de dólares; le siguen los 144 millones de euros anunciados por la Unión Europea que, junto a los montos movilizados individualmente por sus Estados miembros, alcanzan los 231.7 millones de euros. Estos montos estarán disponibles para «ayudas inmediatas».

Las aportaciones fueron anunciadas por los ministros de Exteriores de todos los países que, uno a uno, intervinieron en la videoconferencia. En ese espacio no faltaron los ataques al Gobierno de Nicolás Maduro, catalogado de «dictadura» o hasta «régimen totalitario» por los representantes latinoamericanos. Mientras tanto, desde la UE insistieron nuevamente en la ruta del diálogo político como forma de solucionar los conflictos en Venezuela.

 

Foto EFE

Cáritas llama a los líderes mundiales a prestar atención a la crisis migratoria en Venezuela

En el marco de la Conferencia Internacional de Donantes en solidaridad con los Refugiados y Migrantes venezolanos, realizada este martes 26 de mayo, la organización Cáritas  lanzó una batería de propuestas concretas a esta cumbre sobre la crisis que padece el país en este tema.

La primera fue la de «dar visibilidad a las causas de la crisis venezolana que atropella a los que se quedan» y que se establezcan «fondos flexibles auditables», que permitan dar respuesta con rapidez a la situación de necesidad en Venezuela.

Al mismo tiempo, cree necesario «que no se detengan los procesos legales de los migrantes y solicitantes de refugio en los países de llegada». Con ello, solicita una «mayor agilidad» para activar mecanismos de asistencia alimentaria, y que la crisis se maneje «como una crisis humanitaria donde hay países con más necesidad».

La Unión Europea y el Gobierno de España, con el apoyo de la Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) y de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), han convocado esta Conferencia Internacional de Donantes en la que, junto a representantes de los Gobiernos, participan también agencias de la ONU, instituciones financieras internacionales y representantes de la sociedad civil.

El objetivo de la cita es abordar juntos esta crisis sin precedentes, movilizar recursos para los desplazados y las principales comunidades de acogida, y reforzar la coordinación entre los principales actores.

Tanto la red Cáritas como otras organizaciones de Iglesia que juegan un papel activo en la respuesta humanitaria a esta emergencia se han movilizado para plantear a los participantes en esta Conferencia las cuestiones más urgentes a las que es necesario dar respuesta para garantizar la dignidad y los derechos humanos de estas personas.

Solicitud de la red Cáritas

La red Cáritas en la región dirigió un llamamiento a la Conferencia Internacional para reforzar la atención en Venezuela de migrantes y personas vulnerables ante la crisis humanitaria agravada por el COVID 19.

En un documento entregado a la comunidad internacional, agradeció la movilización y solicitó  ante este foro un «enfoque de cooperación que contribuya a que Venezuela no sea más un país expulsor de personas».

Al hilo de la convocatoria de esta Conferencia Internacional, Cáritas Española fue la  destinataria de las inquietudes expresadas directamente por los responsables de las Cáritas de la región y sus ideas se resumieron básicamente en:

–  Los Gobiernos de los países receptores y de la misma Venezuela no tienen la capacidad de llegar a donde sí pueden hacerlo las organizaciones sociales y, especialmente, la Iglesia. Pero estas no cuentan con los recursos y la posibilidad de participar en toma de decisiones políticas frente al desafío migratorio.

–  El reto es la integración efectiva en los países receptores y/o la reintegración de retornados a Venezuela, en función de la decisión de los/as migrantes, desde un enfoque de derechos humanos.

–  Los recursos deben invertirse en dos niveles: en la respuesta a las necesidades inmediatas esenciales, en primer lugar y, en segundo lugar, el apoyo a la integración económica de los migrantes, el acceso al derecho a la salud y el derecho a la vivienda.

–  Se está detectando un fenómeno de retorno desde los países receptores en condiciones de mayor vulnerabilidad que en etapas anteriores por causa de las medidas para la contención del COVID-19.

Posicionamiento de la Red Clamor

Junto al llamamiento de la red Cáritas, otros organismos pastorales de la Iglesia en la región han remitido a la Conferencia demandas urgentes orientadas, fundamentalmente, a garantizar una adecuada financiación de los programas de asistencia humanitaria a las comunidades de migrantes y refugiados venezolanos.

Este es el caso de la Red Eclesial Latinoamericana y Caribeña de Migración, Desplazamiento, Refugio y Trata de Personas (Red Clamor) y del Scalabrini International Migration Network (SIMN), que subrayan, entre otras cuestiones, la necesidad «de que los donantes garanticen la participación de nuestras entidades para asegurar que las poblaciones en mayor vulnerabilidad y desatendidas accedan a los recursos disponibles durante la emergencia y post COVID-19».