Hernando Isea, paramédico de profesión en Venezuela y agente de seguridad en Perú, había planificado desde el 2019, que en marzo del 2020 volvería a su natal Socopó (estado Barinas), pero de visita. Quería reencontrarse con su mamá, esposa e hija que ya tenía dos años sin ver.
El plan iba según lo planificado. En enero le aprobaron la residencia especial, luego que expirara su PTP y con el Carnet de Extranjería tenía la posibilidad de entrar y salir del Perú sin restricciones.
El 28 de febrero renunció a su empleo formal, con todos los beneficios de ley y el 15 de marzo estaría cobrando su liquidación para cumplir con el siguiente paso. Pero, el 16 de marzo se decretó la cuarentena, tras conocerse que un incipiente virus, que más tarde fue bautizado como Covid -19, amenazaba con esparcirse por todo el Perú.
Fue entonces cuando los planes de Isea se vieron abruptamente cancelados pues los espacios terrestres y aéreos fueron clausurados de manera indefinida y las calamidades empezaron ocurrir.
“Ya me estaban desalojando porque no tenía plata para pagar la renta. No podía seguir aguantando esa situación y decidí volver a Venezuela“.
De regreso por los caminos verdes
En medio de la conmoción que había por el arrollamiento de un grupo de caminantes que hicieron una parada en la provincia de Barranca, que recién acababa de ocurrir el primero de mayo del 2020, Isea comenzó su periplo 10 días después.
Tardó un mes y 14 días. En ese periodo compartió recorrido con diferentes personas desconocidas hasta llegar a Cúcuta. Una vez en el puente Simón Bolivar fue atendido por las autoridades del régimen de Nicolás de Maduro, de las cuales asegura, recibió bien trato, aunque en cada uno de los refugios había limitaciones en lo relativo a la comida.
EL primer lugar al que llegó fue a casa de su mamá “no sabíamos qué hacer. Nos miramos, lloramos y por último nos abrazamos. Después fui a ver a mi mujer y mi hija”
El choque con la realidad
Isea cuentas que encontró un país mucho más destruido de lo que él había dejado y el deterioro seguía en ascenso. Al mes de haber llegado decidió volver, pero entendió que no hacerlo por los embates de la pandemia. “En enero me regreso a Perú, como sea”, fue la fecha que escogió y pronto iniciará los preparativos para volver.
Dice que la luz llega solo por dos horas luego que estar sin ese servicio de 7 a 8 horas. “La cosa está muy fuerte, es horrible. La economía es imposible de calificar. Todo se paga en peso y en dólares, por eso hay que volver a salir. En mi caso, la opción es regresar al Perú para echarle pierna y sacar mi familia adelante. Estoy convencido de que en este país no hay futuro”, afirma.
Otro de los grandes problemas que Fernando enfrenta es que tiene 6 meses sin trabajar. “Sobrevivo de la ayuda de algunos amigos que me pasan dinero, pero así no se puede vivir”.
Isea añade que a su situación hay que sumarle que debe tomar medicamentos para la alergia que en Venezuela no se consiguen y, cuando los hay, son imposibles de pagar.
Aunque se siente feliz de estar de nuevo en casa, la intranquilidad que le genera que nada en Venezuela lo llevará de nuevo a poner en riesgo su vida para llevar el pan del día a su casa.
Isea es uno 31 mil venezolanos que retornó a su país durante la cuarentena general que vivió el Perú marzo y julio. Durante ese Periodo 89% de los extranjeros fueron despedidos y 39% desalojados de los hogares que habían rentado.