Un trabajo publicado por BBC Latinoamérica da cuenta del recorrido de los caminantes venezolanos durante la pandemia de COVID-19. El texto, publicado originalmente en inglés, narra la historia de varios venezolanos que decidieron abandonar el país con muy poco dinero durante la cuarentena que busca frenar la propagación de la enfermedad en Venezuela.
La pieza periodística también cuenta cómo la pandemia ha hecho más “rudo” el camino de los venezolanos que se ven forzados a caminar cientos de kilómetros para llegar a sus ciudades de destino.
Aunque más de 100.000 venezolanos han retornado a su país desde Colombia, las autoridades migratorias de la nación vecina han afirmado que esperan un movimiento masivo de venezolanos hacia Colombia antes de finalizar el año 2020.
Un camino cada vez más complicado para los venezolanos
De acuerdo a los migrantes venezolanos consultados en el trabajo de la BBC, “la ruta se ha vuelto más dura y más peligrosa desde que inició la pandemia”. No únicamente por el hecho de tener que caminar cientos de kilómetros al borde de la carretera, sino porque varios refugios han tenido que cerrar sus puertas. A esto se le suma el cierre de fronteras impuesto por los gobiernos de ambos países, lo que ha hecho que las personas que desean abandonar Venezuela tengan que hacerlo por vías irregulares.
“Yo estaba en un grupo de cuatro personas y pagamos 160.000 pesos para cruzar la frontera”, comentó a la BBC Verónica Gómez, una asistente odontológica criolla que llegó a Colombia en el mes de septiembre y busca viajar hasta Perú.
En el trabajo también se comenta que los migrantes venezolanos han tenido que pagar tarifas desde 1 a 20 dólares a grupos ilegales para cruzar la frontera. Aquellos que no cuentan con el dinero “han tenido que donar sus teléfonos.
El reportaje cuenta que uno de los tramos más duros de la ruta es también uno de los más afectados por el cierre de los albergues debido a la pandemia de COVID-19. La zona que va desde Pamplona hasta Bucaramanga, pasando por el frío Páramo de Berlín, contaba con cuatro refugios repartidos en sus 120 kilómetros. No obstante, debido a la pandemia, todos ellos están cerrados en la actualidad.
“Si los refugios estuvieran abiertos, nosotros pudiéramos caminar por el páramo”, explicó Johan Guerra, un migrante de 42 años de edad. Guerra viaja con su esposa y su hijo de 6 años y cuenta con la promesa de trabajar en una granja de café cerca de Medellín.
En el texto se menciona que grupos de trabajadores sociales en Pamplona registraron más de 2.500 migrantes venezolanos pasando por la ciudad en el mes de septiembre. Esta cuenta no incluye a quienes iban en autobús.
Puede leer el trabajo completo haciendo click aquí