En el cuarto capítulo de Radio Migrante -un espacio donde se cuentan historias, noticias y testimonios de la diáspora venezolana en el mundo, bajo la producción de Andrés Cañizález- se recoge la historia de Roma del Valle, una caraqueña de nacimiento, pero margariteña de corazón que canta por las calles de Medellín desde el 2018.
Quien camina por Medellín puede notar un acento cercano, conocido. Una voz canta rancheras, vallenato, cumbia, baladas, bachata con sabor venezolano. Ella es Roma del Valle, una emprendedora que se califica como “cantante de calle”, también tiene un emprendimiento de helados para perros y gatos.
“Voy por las calles con mi guitarra y mis pistas. Me paro en las esquinas, entro a los restaurantes, también me contratan para bodas, cumpleaños o animaciones. Desde que emigré a Colombia he sentido que la sociedad me ha aceptado y ha tomado de buena manera la forma como me gano la vida”.
Roma siente nostalgia por su Isla de Margarita querida, allí donde se montaba en los árboles a comer mango verde y jugó carnaval con sus amigos. “Me encantaría volver a ver mi mar, sentarme frente a la playa con mis padres, mis tres hijos, un buen coctel de camarones y disfrutar donde fui feliz”.
Puede escuchar la historia completa de Roma del Valle en los siguientes enlaces:
A Estados Unidos le llaman América. Una canción de Rubén Blades nos recuerda que América no es un país, es un continente. Un giro repentino en la política migratoria estadounidense hace que cientos de miles de personas venezolanas busquen ahora el “Sueño Americano” en el resto de la región.
Miles de kilómetros, ¿en vano?
Apenas tres kilómetros separan a Alexander, Zulybe y a Aurora de los Estados Unidos. Se encuentran en Ciudad Juárez, México; a una distancia que podría parecer casi irrelevante si se compara con los más de 5.000 kilómetros que ya recorrieron cuando partieron de Venezuela en julio de este año. Pero desde este 12 de octubre, ese trayecto se ha vuelto inalcanzable.
Ese día el gobierno estadounidense implementó la expulsión hacia México de las personas venezolanas que ingresaran “de forma no autorizada”. La decisión puso en vilo a quienes ya habían iniciado la arriesgada travesía.
Gerson, también venezolano, está en Costa Rica. Se enteró nueva política mientras se encontraba en el Tapón del Darién, la selva que divide a Colombia y Panamá. Ni los furiosos ríos, ni los grupos armados, ni los cuerpos en el camino le desmotivaron tanto como el impacto de la noticia del gobierno estadounidense. Al contrario, la esperanza de entrar a la nación del Norte es lo que a él -y a más de 300.000 personas en los últimos dos años– les daba fuerzas para sobrellevar las vicisitudes del camino.
Miguel lleva shorts con la bandera de Estados Unidos y una remera que dice: «USA». Puede ser que sea un amuleto o puede ser casualidad. Lo cierto es que ambos debieron asentarse en Costa Rica. El primero recibió la noticia antes de recorrer un mayor trecho, el segundo no corrió con la misma suerte:
Ellos junto a más 7 millones de personas venezolanas han salido de su país en la última década ante la grave crisis humanitaria que vive el país, con un 92% de pobreza a causa de enormes desigualdades, corrupción y persecución a la disidencia. La Organización de las Naciones Unidas señalaque en la nación suramericana el gobierno perpetúa crímenes de lesa humanidad.
Esto motivó que en marzo del 2021 el gobierno de Estados Unidos ofreciera a las personas venezolanas el Estatus de Protección Temporal (TPS), un mecanismo para el resguardo de quienes no pueden regresar a su país de manera segura ante conflictos armados, desastres naturales u otras situaciones extraordinarias. A este programa se pueden acoger personas de otros países en grave situación como Nicaragua, Afganistán, Yemen o Ucrania.
El TPS garantiza a las personas de esas naciones permanecer en suelo estadounidense, aún si ingresaron sin la documentación necesaria. Facilita también la obtención de un permiso de trabajo y no impide el acceso a refugio o residencia.
Aunque la medida no resguarda a quienes llegaran a suelo estadounidense luego de su anuncio, facilitó que múltiples personas cruzaran la frontera y contaran con la oportunidad de solicitar asilo. A esto se suma que a Estados Unidos le es complejo deportar a personas venezolanas debido al rompimiento de relaciones entre ambas naciones en 2019.
Alexander y Zulybe son parte de las 110.000 personas que estaban a mitad de camino luego de la implementación de la medida. Durante su paso por Costa Rica consiguieron los fondos necesarios para el resto del trayecto vendiendo caramelos. A la vez, querían resguardar la salud de Aurora, su hija, quien se vio afectada por su paso por el Darién.
En julio de este año el gobierno de Estados Unidos anunció la extensión por 18 meses del TPS. Para esta familia, y otras personas que transitaban por Costa Rica como David, Génesis o Jonathan se trató de un alivio y una ventana de oportunidad para cruzar la gran frontera.
Jonathan lo logró a inicios de octubre. Pero la ventana se cerró y lo deportaron a México tras la nueva política implementada por los Estados Unidos. Él encabezó una protesta pacífica junto con 200 migrantes venezolanos que cerraron el puente internacional en la frontera de Matamoros, Tamaulipas. Argumentaban que habían ingresado antes del 12 de octubre, cuando entró en vigencia el nuevo marco legal.
Jonathan narró que a ese grupo lo trasladaron a distintos centros y que no recibieron aviso de que serían deportados hasta que fueron dejados del lado de México. Afirma que los policías decían que eran órdenes del gobernador de Texas, el republicano Greg Abbott, quien había enviado grupos de migrantes en bus a ciudades santuario; e incluso, al frente de a la residencia de la vicepresidenta de EE.UU. Kamala Harris en Washington, en una evidente movida política.
Recientemente otro grupo de personas migrantes dentro de los Estados Unidos recibió un trato similar. El gobernador de Florida, Ron DeSantis, envió en avión a un grupo de migrantes venezolanos a otro estado demócrata. La representación legal de las personas migrantes asegura que las convencieron mediante promesas falsas.
“Vamos a cruzar en sana paz, porque ya estábamos en suelo americano”, afirmó Jonathan a centímetros de Texas, con sus manos pintadas de blanco en señal de paz y encadenadas como símbolo del proceso recién vivido. Toparon con una gran malla y un conjunto de policías. Jonathan, quien en Costa Rica se mostraba risueño y optimista, reclamaba con indignación a los oficiales: “Teníamos más de diez días en suelo estadounidense y la reforma salió ayer (12 de octubre)”.
Un legado nacionalista
El cambio al que se refiere es la implementación inmediata del Título 42, considerada como la restricción migratoria más severa en la historia del paísy originada en el gobierno del anterior presidente Donald Trump. Fue anunciada como un método para evitar la transmisión del COVID-19 dentro de los Estados Unidos, aun cuando Nueva York era ya el epicentro global de la pandemia.
A pesar de su intento por deshacerse de esta decisión, el gobierno actual la ha implementado en otras ocasiones. El 12 de octubre lo volvió a hacer, dirigido a los migrantes venezolanos. Esto sucede incluso luego de que el mismo Biden afirmara que la pandemia “había acabado” y de que su asesor médico en jefe, el Dr. Anthony Fauci, indicara que “centrarse en los migrantes no era la solución a brotes de COVID-19”.
Diversas organizaciones se manifestaron en contra de la continuidad del uso del Título 42 contra la comunidad migrante, “No tiene ninguna base en la salud pública y va en contra de las obligaciones estadounidenses e internacionales de defender el derecho de todas las personas a buscar seguridad», señala un comunicado de Amnistía Internacional.
Esto responde a que -dada su naturaleza como política de salud pública y no de migración- implica una expulsión en lugar de una deportación, lo que conlleva que quienes llegan solicitando refugio no puedan exponer su caso antes de ser retirados del territorio estadounidense.
La Revista de Derechos y Libertades Civiles de Harvard argumenta que el Título 42 “esencialmente ha discriminado a personas migrantes del hemisferio Sur, cuyas solicitudes de refugio pudieran ser válidas y, sin embargo, fueron privadas de su oportunidad de ser escuchadas”.
Aurora, la pequeña hija de Alexander y Zulybe se recupera de una neumonía en el hospital de Ciudad Juárez. Lo que usualmente es una buena noticia como el ser dada de alta es ahora un motivo de temor para la familia:
“Estamos tristes y preocupados que nos la den de alta, ¿en dónde vamos a pasar la noche? No contamos con dinero porque todo nos alcanzó hasta aquí y nos cuentan que Ciudad Juárez es una de las ciudades más peligrosas de México. No podemos caminar siquiera”. Alexander y Zulybe«
La organización Human Rights First ha encontrado al menos 10.250 reportes de asesinatos, secuestros, violación, tortura y otros ataques violentos contra migrantes y solicitantes de refugio a quienes se les ha negado la entrada a Estados Unidos o han sido expulsados a México debido al Título 42 desde el inicio de la administración Biden.
Neidimar también está en México. Relata su travesía y su respuesta ante los recientes cambios súbitos.
La alternativa que ofreció Estados Unidos fue la admisión de 24.000 personas venezolanas mediante visas humanitarias con requisitos como la entrada por avión, no haber sido expulsadas del país, pasar controles de seguridad y contar con una persona u organización patrocinadora. A cambio pidió a México el recibir a todas las personas venezolanas que expulse mediante el Título 42 y desembolsos a naciones impactadas por la migración venezolana.
«Se tomó esta decisión sin medir las consecuencias de un plan inhumano y discriminatorio. Ya estamos viendo esta crisis en las calles de México y se viene una mucho más grande que ni el gobierno está viendo en lo que se puede convertir», declaró para la BBC July Rodríguez, directora en México de la organización Apoyo a Migrantes Venezolanos.
Cuando consultaron a Marcelo Ebrard, canciller de México, sobre cómo proceder con las miles de personas migrantes venezolanas varadas, indicó que “no son miles, son cientos”. Esto a pesar de que el número de personas a quienes detuvieron s en suelo estadounidense durante el último año fue de 150.000, y en poco más de una semana de implementación del Título 42 fueron expulsadas 5.000.
El Gobierno mexicano ha visto con buenos ojos la nueva situación, aunque el presidente Andrés Manuel López Obrador indicó que solicitarán a los Estados Unidos que se amplíe el número de visas humanitarias para las personas venezolanas.
Ante la crisis que sucede en la frontera entre México y Estados Unidos, Alexander y Zulybe reconsideran el sueño que llevaban desde que salieron de Venezuela. Además de que la justicia estadounidense falló en contra de eximir a las familias con niñas y niños del Título 42, ya hay familias a las que separaron en el proceso, por lo que son múltiples quienes se quedan en México o regresan a países como Costa Rica con tal de reconstruir el sueño que se vio detenido en los últimos días.
“Cerrar las fronteras es imposible porque no tenemos ejército”
La reconfiguración del «Sueño Americano» para muchas de las personas migrantes que no lograron entrar a los Estados Unidos es su nuevo reto. Hay quienes se quedaron en los países que transitaban el 12 de octubre. Otros, como Miguel, regresaron a Costa Rica, mientras una familia toma un bus hacia Panamá, donde tienen conocidos que les pueden ayudar a encontrar estabilidad.
Tan pronto los Estados Unidos anunció la implementación del Título 42, los demás países de la región comenzaron sus planes para limitar la migración. Panamá cerró sus fronteras a las personas venezolanas sin visa. Guatemala impide el paso, aun si el destino es continuar hacia México.
Costa Rica, conocido históricamente por su receptividad a las comunidades migrantes, cambia el discurso con su nuevo presidente, Rodrigo Chaves. Sus primeras declaraciones sobre el tema fueron precisamente el 12 de octubre, sin relación al anuncio de los Estados Unidos.
Como candidato a la presidencia, Chaves no tocó el tema de la migración ni los Derechos Humanos, a pesar de que más del 10% de la población en Costa Rica es migrante. Su discurso gira en torno a lo económico.
Ese día en su conferencia de prensa semanal lo recalcó: “Yo soy más directo, esto cuesta plata”.
Su presencia como Gobierno se ha limitado al envío de fuerzas policiales a los sitios en los que se concentran las personas migrantes. Múltiples testimonios de locales y migrantes en distintas provincias del país confirman la ausencia de las instituciones del Estado en atención integral. Esta tarea la asumieron organizaciones de la sociedad civil como iglesias, universidades y grupos familiares.
No son solamente colores
A pesar del endurecimiento en la política migratoria de los Estados Unidos, muchas personas continúan cruzando. Los mismos agentes de fronteras estadounidenses señalan que las rutas se vuelven más peligrosas al cerrar las fronteras.
Muchas otras rediseñan sus planes. No piensan volver, pues se deshicieron de todo al salir de Venezuela (o países donde ya eran migrantes) para recaudar lo que gastaron en la travesía. Sus expectativas eran altas, pero sus sueños también, por lo que no se rinden.
Un 12 de octubre se anunció una decisión que cambiará la vida de muchas personas. Fecha que además es una efeméride cuestionada por lo acontecido en 1492. Este año también impacta de forma abrupta el vínculo de dos grandes regiones, sus transeúntes perseveran.
“Todos esos migrantes que están en esos países, México, Guatemala, Honduras, no se rindan. Dios los puso aquí por algo, y vamos a seguir ese sueño” dice Joan, a algunos metros de la frontera entre Costa Rica y Panamá. Hoy ponen en práctica lo que enuncia la canción de Rubén Blades, Buscando América: “Si el sueño es de uno. Es sueño de todos”.
Joan y su grupo de amigos aún no deciden si seguir al país norteamericano, regresar al Sur, o quedar en medio. Tienen claras otras cosas:
“A veces la vida te pone paredes y te divide de esas personas queridas. Aquí está Venezuela, con ganas de echar pa’lante que esos tres colores no son…” agrega Junior, su mejor amigo: “No son solamente colores. Cada uno representa algo. Yo extraño ahorita el cielo azul de mi país.”
Créditos
Reportería, audiovisual y fotografía: Karlo M. Bermúdez Fotomontaje: @manifiestotijeras Editora: Freya León
Producción realizada en el marco de la Sala de Formación y Redacción Puentes de Comunicación III, de Escuela Cocuyo y El Faro. Proyecto apoyado por DW Akademie y el Ministerio Federal de Relaciones Exteriores de Alemania.
Era un miércoles de octubre, no recuerdo la fecha. Estaba acostada porque tenía una indigestión. Reviso mi celular y veo un correo: “Cita de pasaporte otorgada” ¡Bingo! -fue lo primero que dije-. El dolor estomacal bajó un poco. Quizás fue el efecto placebo de recibir la noticia. Solo un migrante venezolano sabe la emoción que le genera cuando le otorgan la cita del pasaporte, y ni hablar cuando lo tiene en sus manos.
Me puse en marcha para ordenar mis documentos: copia de la cédula; copia de la partida de nacimiento; copia del pasaporte; copia del carnet de extranjería. También fui al banco para cambiar dinero y obtener los 80 dólares que solicitan para la cita consular. Dinero que debe estar intacto, ya que hay mucho miedo alrededor de ello: “que no debe estar rayado, ni doblado, ni manchado”, es lo que he escuchado de otros que ya pasaron por esto. También deben ser exactos porque no dan vuelto.
Llegó el día de mi cita. 4 a.m. marcaba el reloj cuando me desperté. Rellené un par de sandwiches con jamón y queso, tomé un termo con agua, mi carpeta con los papeles y pedí un taxi. A las 4:55 a.m. ya estaba en la Embajada de Venezuela.
“¿Tienes todas tus copias y trajiste la planilla del pasaporte?” me pregunta una mujer. Le respondo que sí. “Estamos a la orden, mi amor. Tenemos cafecito, negrito, con leche, pastelitos y también sillas, mira que la Embajada abre a las 9:00 a.m”. Como diciéndome para que no esté casi cuatro horas así.
A esa hora ya había una larga fila. Algunos de pie y otros sentados.
Aunque el comercio -al parecer- en ninguna parte duerme, esta no sería la ocasión para que bajara santamaría, y al cabo de media hora me invade la indecisión del consumo: si pagar una silla para sentarme o seguir de pie, como los condenados del Primer Círculo del Infierno de Dante. “Tengo YAPE, PLIN para que pagues” (aplicativos móviles). Al final, opté por ir como los condenados, pero de forma cómoda. El precio fue de 2 soles ($0.5).
Una vez acomodada en mi asiento, mis pensamientos fueron atomizados por los comentarios de los asistentes. En voz baja, expresaban su pesar de lo que es obtener un documento, tanto como venezolano como extranjero. También otros hablaban de los planes de salir del Perú, y otros de transitar la selva del Darién. “Ya sé todo, cómo es la movida. Me la paso viendo los TikToks” dijo uno de ellos.
Como si se tratara del Limbo de Dante, pareciera que los venezolanos dentro y fuera del país estuviéramos juzgados por Minos, y condenados a dar tantas vueltas, según nuestros pecados. No en vano, el último informe de la Plataforma Regional de Coordinación Interagencial, dirigido por la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), indica que hasta la fecha hay 7,1 millones de refugiados y migrantes de Venezuela en todo el mundo.
Perú es el segundo país, después de Colombia, que alberga la mayor cantidad de migrantes venezolanos con 1,49 millones.
Lima, capital de Perú, se ha convertido en la primera ciudad con más de 1 millón de migrantes venezolanos, según informó David Smolansky, comisionado de la Secretaría General de la Organización de Estados Americanos (OEA).
Segunda migración
El tema de volver a emigrar fue una constante en la fila de la cita del pasaporte. Algunos dijeron que para ellos era “más barato” tramitarlo desde afuera. “Para ir a Venezuela en avión tengo que gastar un dineral, más los días que voy a pasar allá. Ponle que uno pasa un mes y medio porque estás con la familia y esperando que te den el pasaporte, pero igual ese mes uno no está produciendo”, fue la razón de uno de los presentes.
Ya hay quienes están haciendo una segunda y tercera migración. Se repiten las historias. Seguimos condenados a dar vueltas en este primer círculo de Dante. Aunque lo veo como un gran barco, en el que aramos en el mar en busca de una mejor condición de vida, y cada uno habita un camarote distinto. Así, esa mayoría migratoria que se encuentra en Latinoamérica -según un informe de R4V – y transita su migración en bus, otros tantos en avión, otro puñado caminando, y así, cada uno ha ido dibujando la diáspora venezolana.
En Perú, previo a la pandemia, más del 80% trabaja en la informalidad, según el reporte de la BBVA Research, pero declararon emergencia sanitaria y la situación se agravó, por lo que todavía hay quienes aún no se han recuperado de esta situación.
Había conversado antes con varios migrantes y en esta cita del pasaporte comprobé que hay una percepción y sensación de que las calles están vacías. “Ya no hay tantos venezolanos. Muchos se fueron; “El edificio donde vivo estaba lleno de venezolanos y ya no están”; “Trabajo de mototaxista y de 17 que estábamos ya solo quedan 4”. Son algunos de los testimonios.
¿Por qué atravesar la selva del Darién?
Aunque el Darién representa un enorme peligro, hubo quienes lo hicieron para alcanzar el sueño americano.
¿Por qué tomarás esta ruta? Le pregunté a un migrante en esta cita consular del pasaporte.
“Todos queremos superarnos. Aquí uno trabaja 12 horas y la paga es baja, no hay tantas oportunidades, mientras que en Estados Unidos trabajas pero le ves el queso a la tostada” alega.
Diversos periodistas han reflejado la situación que viven los migrantes en este recorrido. Un ejemplo de ello fue Carolina Amoroso, quien viajó al Tapón del Darién para realizar el documental “Darién, la selva del infierno”.
La pieza audiovisual reflejó el dolor y el viacrucis que tienen cuando hacen el recorrido. Hay muchos testimonios desgarradores. La meta es “por un futuro mejor”.
Eso también lo quiero yo: que el presente me permita sentar las bases para abrazar el futuro sin tanta incertidumbre.
Los datos que mostraron en este documental indicaron que para 2021 más de 130.000 migrantes cruzaron el Darién y que se estima que 1 de cada 5 migrantes son niños.
Caminar, seguir andando y hallar en ese Limbo dantesco, un lugar parecido a ese hogar que fue una vez Venezuela.
He escuchado diversas opiniones; unos están a favor y otros en contra. Hay quienes dicen que la culpa de que USA haya impuesto esta medida se debe en gran parte a los mismos migrantes. “Muchos se fueron por moda y lo publicaron en las redes, y por uno pagamos todos”.
¿Qué pasa cuando somos expulsados? ¿Qué pasa cuando intentamos migrar y no nos fue como lo esperábamos y tenemos que emprender de nuevo el viaje?
“Cuando uno se siente expulsado; cuando uno viene del derrotero de varias migraciones. Cuando uno ha sufrido xenofobia, cuando uno no ve un futuro posible dónde está, ‘mi pregunta es cuánto hay de decisión en esto, cuánto hay de espacio de decisión cuando una persona es expuesta a tanta deshumanización»’.
Todo esto me hace pensar que la deficiente gestión del gobierno venezolanos nos persigue, no importa en cuál selva estemos, si una inhóspita o de concreto; o si estamos dentro o fuera del país.
Después de haber ido a mi cita, solo queda esperar. No sé cuántos meses más para obtener el documento más anhelado de los venezolanos y uno de los más costosos del mundo.
“No hay una respuesta humanitaria a una crisis humanitaria, hay una respuesta insuficiente”, fue una de las conclusiones de Amoroso.
Y sí, no es suficiente para todo el sacrificio que pagamos los migrantes para estar legales en los países de acogida, tanto en dinero como en tiempo.
Hace tres años crucé la selva del Darién con un grupo de aproximadamente 50 personas. Desde entonces me he preguntado cómo están, si consiguieron el sueño americano y si pudieron superar las secuelas del trayecto. Con dos de ellos pude restablecer el contacto
Siento y estoy convencido de que hoy no estaría vivo si no hubiera sido por Jean, el haitiano que cruzó conmigo la selva de Darién. Nunca lo había visto en mi vida, pero coincidimos en Capurganá, Colombia. Esa localidad es una de las puertas de entrada a la selva para miles de migrantes y refugiados que se proponen llegar a Estados Unidos a través de esa ruta, una de las más peligrosas del mundo por las amenazas naturales y por la presencia del delito organizado.
Íbamos en un grupo de aproximadamente 50 personas. Recuerdo que crucé pocas palabras con él en las primeras horas de camino, pero fue al tercer día del trayecto cuando descubrí la envergadura de su solidaridad. Me había quedado sin provisiones y solo tenía galletas dulces para comer, pero él me compartió sus alimentos durante los restantes cuatro días que duró el recorrido.
Fue así cómo pude seguir adelante. Jean en el camino había recogido una tienda que alguien dejó abandonada. En lugar de usarla solo para él o para sus compatriotas, nos permitió a una mujer africana y a mí entrar para protegernos del frío, la lluvia y la jungla de noche. Lo reconocí desde entonces como amigo y hermano.
A Jean lo perdí de vista durante tres años: cruzamos la selva en 2019 y desde entonces no lo volví a ver. Siempre quise saber dónde estaba. Lo busqué por todos los medios posibles sin éxito, sin perder la esperanza de ubicarlo en algún momento, porque sentía una profunda necesidad de agradecerle por los buenos gestos y acciones que tuvo conmigo cuando más los necesitaba.
En las últimas semanas me propuse hallarlo y lo logré gracias a una casualidad que contaré después. Por ahora diré que logré ubicar su cuenta de Instagram y escribirle un mensaje simple: “Mi amigo yo espero que tú estés bien soy Marcos”. Lo respondió luego de algunos días y pudimos conversar una vez más.
Me he preguntado durante estos tres años qué pasó con el medio centenar de personas que iniciamos el trayecto aquel día. ¿Todos sobrevivieron? ¿Dónde están? ¿Cómo han sabido superar esa experiencia? ¿Lograron encontrar el sueño americano? Estos y otros interrogantes han retumbado en mi cabeza desde entonces.
Sabía que no podía encontrarlos a todos, pero al menos sí podía intentar ubicar a quienes estuvieron más cercanos a mí en esos siete días de recorrido, que conté en esta otra crónica.
Esta necesidad de saber se hizo más intensa en los días presentes, cuando se ha multiplicado la cantidad de personas que cruzan el Darién, en especial venezolanos algunos de los cuales he conocido aquí en Puyo, Ecuador, en plenos preparativos de salida a la selva.
Mi persistencia para encontrar a algunos de mis compañeros de viaje en estos tres años ha rendido frutos en parte. Con dos de ellos he podido restablecer contacto. Uno es el dominicano Ramón, a quien apodé el Loco de Baní y quien incluso me visitó en casa en Ecuador. Y el otro es Jean, el haitiano que me ayudó a sobrevivir en esa inhóspita selva.
Una coincidencia feliz
Ocurrió por casualidad cuando revisaba algunos artículos sobre migraciones. Alcancé a leer un trabajo que contaba el drama de dos mujeres jóvenes de Eritrea que sufrieron abuso sexual y el de un hombre mayor de Sri Lanka que había sido abandonado en el Darién. La pieza había sido escrita por el periodista Maxine Pluvinet y difundida en la publicación ICI Beyrouth. La leí a finales de septiembre pasado.
Los hechos relatados coincidían con la época en la que yo había cruzado la jungla y me llamaron la atención. En el grupo con el cual viajé había dos mujeres de ese país africano que también sufrieron una agresión sexual y el robo de sus documentos.
Las acompañé en la población de Metetí, Panamá, donde les serví de intérprete para la denuncia que presentaron ante las autoridades locales. También había visto a un anciano de Sri Lanka que fue dejado atrás por su grupo en la selva: temblaba solitario a la orilla de un río.
Mientras leía me parecía que los detalles de la historia eran exactos a los que yo había vivido. La sorpresa mayor ocurrió cuando me di cuenta que quien los relataba al periodista era Jean. Sentí una emoción desbordante por haber conseguido de la manera más impensada una pista que me condujera a él. Enseguida me puse en contacto con el autor del artículo para saber cómo localizar a mi entrañable amigo de la selva.
Dos días después tuve respuesta del colega quien me compartió la cuenta de Instagram de Jean. De inmediato le mandé un mensaje escrito con las coordenadas para que pudiera llamarme.Algunas semanas más tarde mi teléfono comenzó a sonar insistentemente. Era una videollamada de un número con código de Estados Unidos.
Distinguí de inmediato al añorado personaje que salvó mi vida en el Darién. Ninguno de los dos lo podía creer. “Mi amigo Marcos. No sabía quién eras cuando leí el mensaje, pero una corazonada me dijo que eras el ecuatoriano con quién pasé la selva. No pensé volver a verte amigo, también te busqué y fue difícil, porque no recordaba tu apellido, no sé cómo me encontraste pero estoy muy contento, te estoy llamando desde Boston”.
Complicidad para sobrevivir
Cuando me propuse cruzar el Darién lo hice convencido de que tendría una buena historia periodística para contar, pero no llegué a imaginar de manera fidedigna los riesgos que viviría. No solo se me acabó la comida al tercer día: también fui abandonado a mi suerte por el guía particular que había contratado para brindarme seguridad mientras hacía mis notas escritas y gráficas en el trayecto con el fin de documentar el viaje.
Se suponía que debía acompañarme hasta dejarme a salvo en el lado panameño. No lo hizo. Fui engañado al igual que muchos que pasan el Darién. Me dejó encomendado a su sobrino, otro guía que se hizo cargo del grupo y quien no tardó en amenazarme de muerte en tono desafiante: “Si usted viene a pasarnos visaje, aquí mismo lo viramos”.
Me sentía expuesto, solo quería pasar desapercibido y gracias a Jean todo resultó mejor. Él había vivido en Venezuela casi 10 años, por lo que habla un fluido español con acento créole. También hablaba francés y por eso cuando necesitábamos hablar en clave susurrábamos en ese idioma.
En un momento cuando fuimos secuestrados durante 19 horas por unos hombres armados, fingimos que no les entendíamos para evitar ser foco de su atención. Mientras estábamos retenidos, uno de los desconocidos disparó. Mi amigo recuerda el episodio: “Fue una estrategia que utilizaron esos delincuentes para asustarnos y que paguemos la cuota que nos pedían para seguir”.
Son algunos de los recuerdos que aparecen en la conversación. Menciona al anciano de Sri Lanka y un episodio de pesadilla que nos marcó: cuando un grupo fuertemente armado nos retuvo y apartaron a algunas mujeres de las que abusaron fuera de nuestra vista mientras esperábamos impotentes y mudos. Coincidimos en que no fueron los peligros naturales, el hambre, el cansancio o las enfermedades las peores cosas que vivimos, sino la hostilidad y las amenazas de los grupos armados y de las bandas criminales que proliferan en la selva.
Jean me vio dejar el puesto migratorio de Peñita y él se quedó varios días hasta poder continuar su viaje hacia el norte. “Estuve dos años en Tapachula, México. Ahí conocí a Maxime, el periodista mientras me ofrecía como traductor voluntario de creole para ayudar a miles de mis compatriotas varados en esa población de Chiapas”.
En febrero de 2021 fue deportado desde México hasta Haití. “No tardé mucho en volver a salir, pero no por la ruta del Darién. Fui directo hacia México y encontré un poco más flexible la situación para pedir mi refugio. Me mantuve un tiempo en Tijuana tramitando la demanda y hace casi un año que llegué a Boston donde me siento muy bien acogido”, aseguró.
Pasados tres años al preguntarle a Jean si valió la pena me respondió así: “Todo el esfuerzo, el sacrificio, la espera, la travesía por el Darién valió la pena, hoy me siento tranquilo y estoy contento, esta semana me llamaron del gobierno para hacer las huellas dactilares”.
Eso quiere decir que avanzó para regularizar su estatus migratorio. Al final quedamos muy emocionados y satisfechos con este encuentro y dejamos un capítulo abierto con el compromiso de mantener el contacto y la comunicación.
El Loco
Ramón es de mediana estatura y grueso en su contextura física. Fue el más alegre del grupo que cruzaba la selva. Siempre tenía buenos comentarios y anécdotas para hacernos reír en medio de las tragedias y eso no era menor para que no perdiéramos el ánimo ni cediéramos al terror.
Tenía zapatos de tenis muy frágiles y un poco de sobrepeso. Siempre se quedaba rezagado en el trayecto, al igual que un guineano que venía en nuestro grupo. Sin embargo, incluso así el Loco de Baní caminó y no se doblegó en ningún momento. Estuvo muy cerca de Jean y de mí en los primeros tramos donde teníamos una consigna: No dejar atrás a nadie.
Ese mandato se desvaneció en la llamada Montaña de la Muerte, un difícil declive que es capaz de resquebrajar a cualquier grupo. Después de superar la agreste montaña, no volví a ver a Ramón sino en Metetí tres días después de nuestra llegada. Nos alegramos de vernos y desde ahí fuimos juntos a la capital de Panamá. Permanecimos siete días hasta que nos devolvieron deportados: él a República Dominicana y yo a Ecuador.
Pasaron varios meses y el encierro de la pandemia me motivó a empezar a buscar a los compañeros de ruta. Recuerdo que Ramón fue el primero que me devolvió los mensajes después de encontrarle en las redes sociales. Tuvimos muchas conversaciones e intercambios: en uno de tantos él prometió venir a Ecuador. No lo pude creer, pero llegó en diciembre de 2021.
Fui a recogerlo en la terminal de transportes de Puyo. Era de noche. Llegó con su hermano. En un restaurante ruidoso cerca de la terminal y con una leve lluvia pudimos tener una amena conversación para rememorar lo que vivimos en la selva.
Con mucho gusto los recibí en mi casa. Ellos prepararon juntos un sancocho dominicano. “Yo no pierdo la esperanza de volver a intentar ir a Estados Unidos”, me dijo entonces. Pero entre sonrisas dejó claro “Pero yo por esa selva no vuelvo a ir más nunca”.
No pudimos despedirnos cuando los dos hermanos partieron, estuve internado en la Amazonía del Ecuador varias semanas por razones de trabajo y perdí la oportunidad de verlos partir. Ellos me habían comentado que habían pensado ir hasta Honduras donde su hermano, con el que vino a visitarme, ya tenía un tiempo y sabía cómo desenvolverse.
En las semanas recientes quise actualizarme y saber cómo están. En su correo le dejé algunos mensajes, pero no tuve respuesta. Me queda la esperanza de pensar que estarán bien en Honduras o en cualquier lugar donde se encuentren.
Producción realizada en el marco de la Sala de Formación y Redacción Puentes de Comunicación III, de Escuela Cocuyo y El Faro. Proyecto apoyado por DW Akademie y el Ministerio Federal de Relaciones Exteriores de Alemania.
EE UU anunció el pasado 12 de octubre nuevas medidas para controlar la migración venezolana: un programa que da estatus legal por dos años a quienes llegan en avión y la expulsión inmediata de la mayoría de quienes crucen la frontera por México.
El Departamento de Seguridad Nacional (DHS, en inglés) informó de la creación de un nuevo alivio migratorio para los venezolanos, similar al que ya existe para los ciudadanos de Ucrania, que concede un estatus temporal de dos años a quienes dispongan de un patrocinador en EE UU.
A continuación, algunos elementos clave de la medida y las interrogantes que han surgido sobre cómo impacta a la población migratoria, apoyada por declaraciones del periodista Iván Reyes, basado en Washington, a Unión Radioen Venezuela.
¿Qué ha sucedido con los últimos migrantes venezolanos que llegaron en autobuses a Washington y Nueva York?
La mayoría de ellos siguen viviendo en refugios u hoteles- habilitados por las autoridades- son personas que están en la búsqueda de empleo, pero les ha costado establecerse en la sociedad estadounidense, entre otras cosas porque no era el sitio donde tenían pensado llegar o por el hecho de no hablar inglés.
¿Por qué los migrantes venezolanos no desean que los deporten a México?
Denuncian el maltrato de las autoridades mexicanas, la corrupción de los funcionarios policiales y las presuntas violaciones de los derechos humanos a las que son expuestos, han hecho que muchos de los migrantes estén traumados por la experiencia y que prefieran no estar en ese país. México no los recibe formalmente, sino que hace de puente para que no se queden atascados en la frontera.
¿Qué tipo de atropellos denuncian los migrantes venezolanos en México?
Denuncian que oficiales en México le quitan el dinero a los migrantes. Muchos al ser devueltos en la frontera México-EE UU deben comenzar nuevamente el permiso migratorio. Uno de esos casos es el testimonio del venezolano Alexander José Chirinos, 28 años, quien salió de Falcón con 300 dólares para cubrir el trayecto desde Venezuela hasta EE UU. Logró cruzar la selva del Darién, y antes de cruzar la frontera México- EE UU, funcionarios policiales en México le quitaron 120 dólares y lo regresaron a Ciudad de México a solicitar un permiso que ya tenía y estaba aprobado. Alexander pasó dos semanas viviendo en la calle y pidiendo dinero para poder reunir el dinero que le hacía falta para sacar de nuevo el permiso y volver a viajar a la frontera norte del país para pasar a EE UU. Actualmente está en un refugio en Washington desde hace un mes.
¿Cómo funcionaba anteriormente el proceso migratorio luego de entrar a suelo estadounidense?
Hasta hace una semana, ser venezolano no te garantizaba un estatus en Estados Unidos, pero sí que podías entrar y comenzar tu proceso de solicitud de asilo. Luego de pasar la frontera, tenían que entregarse a las autoridades de la Patrulla Fronteriza, porque para comenzar el proceso de asilo tienen que entregarse a las autoridades y reconocer que han cometido un acto ilegal. Que el acto ilegal no es llegar a la frontera de Estados Unidos, sino atravesarla por un puerto ilegal o no autorizado para ello.
Luego de esto, las autoridades comienzan con el proceso, individualizado, de solicitud de asilo, le hacen una entrevista en las que cuenta las razones por las cuales está solicitando el asilo y les dan el término de un año para poder demostrar ante un juez la veracidad de esas condiciones para que le sea otorgado el asilo.
Aunque no es garantía de que no pueda ser deportado, la Patrulla Fronteriza expedía un documento acreditaba la posibilidad de quedarte por un año en EE UU, mientras tienes el solicitante esperaba la cita con el juez para revisar el caso de asilo.
¿Por qué protestaban los migrantes venezolanos en la zona fronteriza?
Varios migrantes venezolanos protestaban porque ingresaron a territorio estadounidense tres días antes de la medida migratoria, incluso ya habían gestionado el asilo. Sin embargo, muchos fueron deportados.
Con la nueva política migratoria en EE UU ¿qué requisitos debe tener el patrocinador de un migrante venezolano?
Para empezar, debe tener un estado legal en Estados Unidos. Puede ser con TPS o asilo aprobado, un residente o un ciudadano estadounidense. En todo caso debe tener un estatus legal para poder ser patrocinador de un venezolano.
Aquellos que hayan pasado la frontera de alguno de los países de forma ilegal, como por ejemplo, Panamá o México, no podrán optar a este beneficio y las autoridades estadounidenses han informado que harán unos registros biométricos exhaustivo para poder evaluar este tipo de tránsito.
Tampoco van a poder optar aquellos que tengan residencia o nacionalidad de otros países, es decir, si tiene nacionalidad colombiana o peruana o estatus de residencia legal en cualquier otro país, no va a ser beneficiado por esta medida.
Aparte del estatus migratorio del patrocinante o sponsor ¿Hay alguna condición económica?
Aún no ha sido especificado. Se conocerá ese requisito una vez que se active el protocolo de la política migratoria. Sin embargo, se estima que el patrocinador deberá poder demostrar que puede asumir los costos del pasaje, y los gastos de representación legal. Además, de poseer los recursos para mantener al migrante por dos años, siendo el lapso en el que no podrá trabajar.
Este miércoles 19 se llevará a cabo el maratón informativo Migración venezolana: una mirada en la región, una iniciativa que surge de una alianza entre Cápsula Migrante, Venezuela Migrante y otros medios locales, para conocer cómo es el panorama de la migración venezolana en América Latina, Centroamérica y Estados Unidos.
Desde las 5 p.m., hora Venezuela, periodistas y especialistas en temas de la migración, se darán cita a través del canal de YouTube Cápsula Migrante, para conocer este panorama, las reciente políticas migratorias implementadas por el gobierno de Estados Unidos y más.
La actividad se iniciará a las 5 de la tarde con el bloque Estados Unidos, México y el nuevo programa para los migrantes venezolanos. En esta primera actividad participarán Paula Rodríguez, abogada venezolana, especialista en temas de migración, y Jorge Agobián, periodista del medio VOA, quienes junto a Héctor Villa León, cofundador de Cápsula Migrante, conversarán sobre este tema, y cómo impactan las medidas en la comunidad migrante.
El segundo bloque se realizará a las 6 p.m. con Jorge Hurtado, periodista de France24, Daniela Carrasco, reportera en el medio venezolano El Pitazo, y Rafael Sulbarán, editor de Estela Migratoria, conversarán con María Laura Chang, periodista de Cápsula Migrante, sobre la realidad que se vive en Venezuela, el contexto de la migración en Colombia y el paso de los migrantes por la selva del Darién.
A las 7 p.m. se llevará a cabo el tercer bloque informativo. María José Vargas, periodista venezolana residenciada en Perú será la encargada de moderar el espacio en el que conversarán Natalia Matamoros, directora de Es pa’ lante -medio dedicado a la comunidad migrante venezolana en México- y Cindy Espina, periodista guatemalteca, especializada en migración, sobre el contexto de la población migrante y refugiada en los países de Centroamérica.
Para cerrar el maratón informativo Migración venezolana: una mirada en la región, Maritza Félix, fundadora de Conecta Arizona, conversará con Ligia Bolívar, investigadora y socióloga, y Ángelo Torrealba, abogado de Apfel Associates, para conversar sobre Estados Unidos y su política migratoria y el futuro de la migración en las Américas.
EEUU, Perú, Trinidad y Tobago y Brasil son los países con incremento de migrantes y refugiados de Venezuela, según el reporte del mes de septiembre de la Plataforma de Coordinación Interagencial para Refugiados y Migrantes de Venezuela (R4V), encabezada por la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).
Un total de 7.10 millones de migrantes venezolanos han salido de su país, y 5.96 millones se encuentran en América Latina y el Caribe.
“Para el 2022 se observa un incremento en el número de refugiadas y migrantes de Venezuela que realizaron varios movimientos nuevos y sucesivos; entre ellos en tránsito por tierra hacia el norte a través de Centro América con destino final Estados Unidos. Debido a los cierres fronterizos y/o los nuevos requerimientos de visas, las refugiadas y migrantes transitaron mayormente por vías irregulares donde estaban expuestas a peligros de gran daño físico, explotación y abuso. Actualmente, todos los países de la subregión de Centro América y México han introducido requerimientos de visa para personas venezolanas” se detalla en el reporte de la R4V.
En Perú la población migratoria venezolana se incrementó de 1.286,464 (agosto) a 1.490,673 (septiembre); mientras que EE UU tuvo un aumento de 79,999, ubicándose para septiembre en 545.324; Brasil tuvo un aumento de 6,975, elevando a 365 mil 387 la cifra de migrantes para el mes de septiembre. Trinidad y Tobago registró un incremento de 6.836, lo que ubica la cifra en 35.314 para septiembre.
“Las cifras de población comunicadas oficialmente se refieren en gran medida a los movimientos regulares (con algunas excepciones notables, como se ha señalado anteriormente). Se asume que, si se consideraran todos los refugiados y migrantes venezolanos en situación irregular, el número total en la región podría ser superior a 7,10M en el mundo / 5,96M en la región” se advierte en el reporte.
Estados Unidos anunció este miércoles 12 nuevas medidas para controlar la migración venezolana: un programa que da estatus legal por dos años a quienes llegan en avión y la expulsión inmediata de la mayoría de quienes crucen la frontera por México.
El Departamento de Seguridad Nacional (DHS, en inglés) informó de la creación de un nuevo alivio migratorio para los venezolanos, similar al que ya existe para los ciudadanos de Ucrania, que concede un estatus temporal de dos años a quienes dispongan de un espónsor en EE.UU.
En paralelo, el DHS devolverá a México a la mayoría de venezolanos que sean interceptados después de atravesar la frontera sur; las expulsiones serán llevadas a cabo bajo el Título 42, una normativa de salud pública impuesta al inicio de la pandemia y heredada de la Administración del expresidente Donald Trump (2017-2021).
Las medidas tiene el objetivo de «reducir el número de personas que llegan a la frontera» de manera irregular y crear proceso migratorio «más ordenado» para los venezolanos que huyen de la «crisis humanitaria y económica de su país» dijo este miércoles un funcionario del Gobierno estadounidense en una llamada de prensa.
En virtud de este programa migratorio, del que están excluidos los deportados de EE.UU. en los últimos cinco años o las personas que hayan entrado a Panamá o México de manera irregular, el Gobierno estadounidense aceptará en un principio a 24.000 migrantes, acotó el funcionario.
Requisitos para ingresar al programa
Para aplicar al programa, los venezolanos interesados deberán:
Demostrar que tienen un patrocinador en EE.UU. que pueda acreditar que tiene los recursos financieros por el periodo de tiempo que los migrantes vayan a residir en el país.
Deberán pasar una evaluación de «seguridad nacional y seguridad pública», indicó DHS en un comunicado.
Completar las vacunas y otros requisitos de salud pública.
Los venezolanos no son elegibles si:
Han recibido una orden de expulsión de Estados Unidos en los últimos cinco años.
Han cruzado sin autorización entre puertos de entrada después de la fecha del anuncio (12 de octubre 2022)
Han entrado irregularmente en México o Panamá después de la fecha del anuncio, o son residentes permanentes o tienen doble nacionalidad de cualquier país que no sea Venezuela, o tienen actualmente el estatus de refugiado en cualquier país.
No hayan completado las vacunas y otros requisitos de salud pública.
Los venezolanos aprobados a través de este proceso serán autorizados, caso por caso, a viajar a Estados Unidos por vía aérea, aliviando así la presión en la frontera. Una vez en Estados Unidos, podrán solicitar la autorización de trabajo.
Patrocinador
El DHS administrará el proceso, trabajando con las comunidades y otros socios. Cualquier persona residente en Estados Unidos con estatus legal, incluidos los representantes de empresas u otras organizaciones o entidades, puede apoyar a un beneficiario potencial de Venezuela. Un partidario debe demostrar que tiene los medios para proporcionar apoyo financiero y de otro tipo para el beneficiario. En los próximos días, los partidarios potenciales pueden solicitar al DHS el apoyo a venezolanos individuales elegibles a través de www.uscis.gov/Venezuela. Los individuos y los representantes de las organizaciones que deseen solicitar apoyo deben declarar el apoyo financiero de la organización y deben pasar una verificación de antecedentes de seguridad para protegerse contra la explotación y el abuso.
Aumento de flujo migratorio
El anuncio de EE.UU. llega en medio de un aumento de la llegada de venezolanos a la frontera con México. Entre octubre de 2021 y agosto de este año, más de 150.000 venezolanos han sido arrestados en la frontera sur de EE.UU, en comparación con los 50.499 en el mismo periodo del año pasado.
Más de 6,1 millones de venezolanos han salido de su país, en la que es la segunda crisis migratoria más grande del mundo, superada sola por la de Siria, de acuerdo con la organización Refugees International.
Portugal abrió un nuevo visado para nómadas digitales de un año de duración.
Con este nuevo plan, los trabajadores a distancia podrán vivir y trabajar en el país durante un máximo de 12 meses.
Para ello, los solicitantes deben ganar al menos 2.800 euros al mes, cuatro veces el salario mínimo de Portugal.
«Portugal es un país para la inmigración. Todos los años recibimos miles de inmigrantes que buscan oportunidades en nuestro país», dijo Ana Catarina Mendes, ministra del gabinete portugués.
Así que si quiere cambiar de aires -y le apetece explorar Lisboa u Oporto entre las reuniones de Zoom- aquí tiene todo lo que necesita saber.
¿Qué es el visado para nómadas digitales de Portugal?
El nuevo visado – llamado oficialmente «visado de residencia para el ejercicio de una actividad profesional prestada a distancia fuera del territorio nacional» – está destinado a los profesionales en activo.
Es una alternativa al actual visado «D7», un popular permiso de residencia dirigido principalmente a jubilados y personas con «ingresos pasivos».
El nuevo visado, que se lanzará el 30 de octubre, se creó después de que el gobierno portugués modificara la ley de inmigración en julio.
Para obtenerlo, los solicitantes deben tener los siguientes requisitos:
Proceder de un país no perteneciente a la UE ni al EEE Trabajar por cuenta propia o en una empresa con sede fuera de Portugal Ganar al menos cuatro veces el salario mínimo portugués al mes, unos 2.800 euros. Se trata de un aumento de los requisitos de ingresos del régimen D7.
Los titulares del visado D7 sólo necesitan ganar el salario mínimo portugués (822,50 euros al mes) al mes. Sin embargo, estos ingresos deben proceder de flujos de ingresos «pasivos», como alquileres o inversiones.
La Cruz Roja Internacional pidió a los Estados garantizar la asistencia humanitaria a los migrantes en tránsito por Centroamérica, una región que siente los embates directos e indirectos de Julia, que impactó en la costa Caribe de Nicaragua como huracán de categoría 1.
Centroamérica, una de las zonas del mundo más vulnerables a la crisis climática, se encuentra en alerta desde el pasado jueves por la llegada de Julia, que ya ha dejado daños en Nicaragua y lluvias en parte de esta región de casi 50 millones de habitantes, muchos sumidos en la pobreza.
Miles de migrantes recorren ahora Centroamérica en su camino hacia el norte, en un flujo que no ha parado de crecer este año, cerrará con una nueva cifra récord de estos viajeros según organismos internacionales.
Migrantes desconocen alertas
Ellos «están ajenos a cualquier alerta temprana» de los países por los que transitan, sin acceso a información oportuna sobre las condiciones climáticas o lugares de refugio, lo que los deja «en completa vulnerabilidad», explicó a Efe la jefa de participación comunitaria y rendición de cuentas en América de la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y la Media Luna Roja (IFRC, por sus siglas en inglés), Diana Medina.
«Una persona migrante tampoco está conectada a las redes de salud de los países en los que transitan, entonces es muy posible que antes, durante y después (del embate del fenómeno natural) le sea imposible acceder a los servicios de salud que sean necesarios. Además, muchos de ellos vienen viajando ya en condiciones de salud precarias», añadió la funcionaria del organismo humanitario.
Por ello «es vital que los Estados garanticen asistencia humanitaria y protección a todas las personas que así lo requieran, sin importar su nacionalidad o situación migratoria».
«La Cruz Roja está preparada para auxiliar en esta tarea, mediante su red de puntos de servicio humanitario instalados a lo largo de la ruta migratoria, sus protocolos de acción temprana y planes de respuesta a desastres», afirmó Medina.
Más de 100 mil han llegado a Panamá
Más de 160.000 migrantes han llegado en lo que va de año a Panamá, la puerta de entrada a Centroamérica a través de la peligrosa jungla del Darién, la frontera natural con Colombia, una nueva cifra histórica que superó ya la previa: 133.726 en 2021. De ellos hay 107 mil de nacionalidad venezolana.
La Misión de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) en Panamá dijo a EFE que calcula que este año los viajeros que crucen el Darién superarán «fácilmente los 200.000».
La IFRC expresó a EFE en julio pasado que hasta entonces en Honduras la migración irregular había crecido un 689 % y en México un 108 %.
La mayoría de estos migrantes y refugiados en tránsito vienen de Cuba, Venezuela y Haití. Los nacionales de Honduras, Guatemala, Nicaragua y México siguen saliendo de sus países hacia el norte, y al mismo tiempo registran un alza significativa de retornados, señaló el organismo internacional.