Cuatro expertos de la migración venezolana se reunieron este jueves 3 de septiembre para hablar sobre el fenómeno migratorio que vive el país. El foro Mitos y oportunidades de la migración venezolana fue organizado por la Escuela de Psicología de la Universidad Católica Andrés Bello. En el intercambio se entregaron varios hallazgos sobre este tema de interés regional y mundial.
En la conversación estuvieron la psicóloga Rosario Vásquez desde Alemania; el sociólogo Omar Olmos desde Chile y los psicólogos Gabriel Wald y Jacobo Riquelme desde Venezuela. Estos cuatro panelistas analizaron la migración venezolana desde el punto de vista psicológico, pero también hablaron del comportamiento del emigrante venezolano y cómo se planifica ante la búsqueda de nuevos caminos.
Mitos y oportunidades de la migración venezolana en 5 claves
1- La psicóloga Rosario Vásquez indicó que el proceso migratorio venezolano tiene varios mitos que, a su juicio, deben ser desmontados. El primero de ellos: la de idea de “empezar de cero”. Vásquez asegura que “es casi imposible empezar de cero”, pues normalmente las personas que llegan a otros países lo hacen con habilidades y experiencias previas, así sean pocas. “Es más un empezar de nuevo”, resalta la también psicoterapeuta.
El segundo mito al que puso atención Vásquez es que no toda la migración venezolana está pasando por extrema necesidad. “Hay que ampliar el foco a una comunidad muy diversa”, explicó Vásquez. La psicóloga agregó que los venezolanos están migrando desde hace 20 años “de forma progresiva”.
Rosario Vásquez también explicó que “para poder hablar de migración venezolana tenemos que hablar de un proceso que se va tejiendo. Es un proceso largo, un proceso laborioso y único para cada persona”, dijo. Vásquez también explicó que hay que ahondar en el concepto de familia transnacional, pues hay una parte de la familia que se va de Venezuela y otra que se queda en el país.
2- Por su parte, el sociólogo Omar Olmos ofreció los hallazgos de un estudio realizado a la población venezolana en Chile. Olmos habló del “potencial de un mercado cultural” pues la migración criolla representa una oportunidad en ámbitos económicos.
Olmos afirmó que, de acuerdo a los resultados del estudio, la migración venezolana en Chile se compone por personas que van desde los 18 años de edad hasta los 75. También se comprobó que en Chile viven 336.000 venezolanos y que 21% de estos provienen del estado Zulia; 20% del Distrito Capital y Vargas, y 12% de los Andes venezolanos.
Esta cantidad de población venezolana en Chile ha hecho posible la apertura de un mercado de marcas relacionadas con Venezuela y de productos típicos como el queso blanco, las arepas, los tequeños y las cachapas, entre otros.
“Los venezolanos tienen espacios del mes para conectarse con el país a través de los productos que consiguen”, explicó Olmos.
El estudio aplicado por Migratorium_VE contó con 420 entrevistas a venezolanos en Chile y con una encuesta online enviada por correo electrónico a una base de datos de poco menos de 2.800 venezolanos en el país austral.
3- La importancia de las remesas. El estudio de venezolanos en Chile también determinó que la población criolla en el país sureño envía al menos 29 millones de dólares al mes en remesas a sus familiares en Venezuela. El promedio de los venezolanos en Chile conserva 13% de sus ingresos para enviarlos en remesas a sus familiares.
El estudio también determinó que los venezolanos en Chile manejan hogares que tienen 803.000 pesos al mes. Lo que representa poco más de mil dólares al mes.
Sobre el tema de las remesas, Omar Olmos explicó que “los venezolanos tienen una conexión con sus familias a través del envío de dinero” y que esto representa un intercambio entre la población migrante y su familia que se mantiene en Venezuela.
4- Mientras tanto, el psicólogo Jacobo Riquelme habló sobre el “setting mental para la migración es el setting mental para el cambio”. Riquelme determinó que “no toda migración es planificada. Pero aun planificada no toda migración es prospectiva”.
“Hay migraciones que están diseñadas para construir futuro y hay migraciones para eludir el presente”, explicó Riquelme. Quien añadió que hay migraciones en la nostalgia “de un pasado que uno pretende que regrese”.
5- El también psicólogo Gabriel Wald ofreció una muestra de datos sobre los perfiles que muestra la migración venezolana en Chile. En el estudio sobre venezolanos en Chile se encontraron tres dimensiones que guían el pensamiento de la población venezolana en el país austral: la añoranza, la superación y el impacto de carencias.
Al menos 97% de los venezolanos entrevistados dice extrañar mucho a sus familiares y amigos. 62% considera que todavía no gana lo suficiente como para vivir bien y además ayudar a su familia en Venezuela mientras que solo 26% dijo sentirse afectado por no poder conseguir productos y marcas que le recuerden a Venezuela.
Si quiere ver la conversación completa haga click aquí
Merylé Carreño, oriunda de Monagas que reside en Alaska, y Maiby Moreno, una tachirense en la Patagonia chilena, coinciden en que “hay más venezolanos” de lo pensado en estas localidades. Se trata de diferentes experiencias, las cuales convergen en zonas impensables hasta hace unos años para muchos venezolanos.
Merylé Carreño: “Vengo del polo sur al polo norte”
Merylé Carreño, administradora de 38 años, está en la ciudad de Anchorage, en Alaska, desde 2018. “Hay muchos venezolanos aquí, somos más de lo pensado, tenemos un grupo de WhatsApp y somos alrededor de 15 familias”, relata.
Su mayor satisfacción es cocinar sancochos a leña, los cuales regala muchas veces a vecinos o conocidos. “Alaska es hermoso, la gente cree que es solo nieve; pero esto es como vivir en una eterna película, todas las estaciones son bellísimas”.
Como anécdota destaca que suele ver osos, alces, y otros animales merodeando. “Ellos son los dueños de la ciudad, nosotros somos los que estamos de más… Al patio de casa, que es abierto, llegan alces”.
Ella vivió antes en Neuquén, Argentina. O, para ser precisos, en la Patagonia argentina, donde estuvo desde 2016 y 2018. “Vengo del polo sur al polo norte. No pensé nunca que esa frase iba a tener sentido en mi vida”.
Nacida en Maturín, estado Monagas, Merylé no tenía entre sus planes emigrar. Pero su esposo, de nacionalidad mexicana, fue trasladado por trabajo a Argentina. En este país se involucró con la diáspora, ayudó a varios compatriotas que emigraron y creó una cuenta de Instagram que se llama Venezolanos en Neuquén para conectar a la comunidad. “Como no estaba trabajando tenía el tiempo para eso. Me puse a vender arepas, tequeños, en fin… Nos tocó luego irnos a Alaska porque mi esposo volvió a ser transferido por la empresa en la cual trabaja a Estados Unidos”.
Muchos están vinculados al sector petrolero. “La gente que es de Alaska no quiere vivir acá, así que hay mucha oportunidad de empleo, sobre todo con la pesca”. Otra facilidad que destaca del sitio es que después de un año de vivir ahí, el Estado subsidia a migrantes.
Cree que se adaptó con facilidad, lo cual atribuye a su carácter. “Soy conocida como `risita´, por mis carcajadas… La personalidad que tengo me ha ayudado muchísimo a enfrentar todo esto”.
Maiby Moreno, la vida silvestre en la Patagonia, Chile
Maiby Moreno siente que es una suerte estar en la Patagonia de Chile. “He visto animales que en mi vida pensé ver, como los guanacos, veo zorros, chingue. Se puede conducir por tres horas y media en Natales y no ver a nadie, solo hay vacas, animales de la fauna silvestre, árboles milenarios”, comenta.
Llegó en enero, después de vivir en Córdoba, Argentina, y en Santiago de Chile. Oriunda de Palmira, en Táchira, y estudiante de Derecho en la Universidad de los Andes; pero por la situación del país decidió abandonar su carrera para emigrar en 2015. En el exterior se apasionó por la gastronomía y ahora se dedica a esta profesión en un hotel de Natales.
Siente que se redescubrió en esta zona del mundo. De hecho, como pasatiempo se dedica a identificar aves y flores nativas. “Es un lugar silencioso, hermoso. No tengo, sino cosas buenas qué decir de la Patagonia”. Por ser turística, Maiby dice sentirse encantada, y asegura que no es la única venezolana ahí. “Tengo un compañero de trabajo, y su novia; y hay muchos médicos venezolanos. Aquí, hasta hay Malta Polar”.
Dice que lo más asombroso son los paisajes. “Yo me asomo por la ventana de mi casa y veo las montañas nevadas, alcanzo a ver a lo lejos un glacial; un fiordo, que es una palabra que no conocía hasta que viví aquí, y tiene agua de mar y de glaciares.
Además, en pandemia de Covid-19, ella se siente protegida, porque hasta hace poco solo había dos casos activos. “Como es un lugar tan pequeño, nosotros estamos totalmente aislados porque la ciudad chilena más cercana es Punta Arenas, pero está todo cerrado. Nosotros literalmente estamos aislados”. Solo llegan barcos con alimentos, funcionan farmacias y supermercados, pero se puede caminar por las calles. Hay toque de queda, como en el resto de Chile.
El director de Migración Colombia, Juan Francisco Espinosa dio a conocer nuevas cifras sobre la población venezolana en Colombia. Espinosa destacó que al menos 100.000 venezolanos renovaron el Permiso Especial de Permanencia (PEP) del Registro Administrativo de Migrantes Venezolanos (Ramv). La cifra queda por debajo de los 280.000 criollos que tenían la oportunidad de renovar este documento.
Espinosa también explicó que los venezolanos que no hayan renovado el PEP 1 y 2, podrán hacerlo de forma gratuita a través de la página web de Migración Colombia gracias a un plan de “pico y cédula”.
Sobre la cantidad de venezolanos retornados, Espinosa indicó que a la fecha son más de 105.000 criollos los que han vuelto de forma voluntaria a su país haciendo uso de más de 1.350 buses para movilizar a las personas hasta la zona fronteriza.
Actualización de información sobre la comunidad de venezolanos
El director de Migración Colombia ofreció un balance detallado sobre la cantidad de venezolanos que han salido de Colombia de forma voluntaria a través de los pasos fronterizos.
“Por Norte de Santander han salido cerca de 80.000 venezolanos hacia su país”, reveló Espinosa este viernes 4 de septiembre. El director de Migración Colombia agregó que “cerca de 43.000” venezolanos están “pendientes” por salir de Colombia y volver a su país. Sin embargo, Espinosa aclaró que, debido a la desescalada del confinamiento en Colombia, es posible que esta cifra disminuya ya que se espera la reactivación de varios sectores de trabajo.
Sobre las renovaciones del PEP-Ramv, Espinosa afirmó que se superó la cantidad de 100.000 renovaciones. “Eso quiere decir más de 100.000 venezolanos cumpliéndole a la legalidad y cumpliéndole al país”, expresó el director de Migración Colombia.
Espinosa también anunció la renovación del PEP 1 y PEP 2, la cual beneficia a más de 70.000 venezolanos. “Hablamos de las personas que estaban en PEP 1 o PEP 2 y, por la razón que sea, no pudieron renovar su PEP y pasaron a irregularidad”, aclaró el representante del ente migratorio colombiano.
Un grupo de 200 venezolanos provenientes de Perú, Ecuador y, en su mayoría de Colombia, que ingresaron a través del Puente Internacional Simón Bolívar y fueron trasladados a un Puesto de Atención Integral (PASI) en San Antonio del Táchira, denunciaron que extendieron su aislamiento por más de 20 días sin una notificación, lo que ha generado crisis a lo interno del recinto. De hecho, han iniciado protestas pacíficas para exigir que los dejen salir de ahí. «Nos dejaron abandonados a nuestra suerte en el refugio», afirmaron.
«Ya tenemos 25 días de haber cumplido con los requisitos del protocolo y aún no tenemos respuesta alguna sobre la fecha de salida. El lunes pasado (30 de agosto) sacaron a una señora que le dio un infarto», denunció vía WhatsApp *Gionavi Ochoa a Venezuela Migrante, cuando quedó fuera de la mirada de los oficiales que resguardan el PASI.
En condiciones de hacinamiento para una cuarentena
Estas personas que se encuentran en la Unidad Educativa El Palotal, de la carretera de 2 en San António del Táchira, denuncian que se encuentran hacinadas y que el lugar no está habilitado para ser un refugio. «En el baño de hombres tiene una sola ducha para todos los caballeros».
Señala que después del décimo día les dejaron de entregar cloro para lavar los espacios comunes, lo que los deja más expuestos en cuanto a medidas sanitarias. Asimismo, cuentan que algunas de las colchonetas que les entregaron están tan deterioradas que duermen sobre resortes.
Adicionalmente, para quienes están con niños, la situación se vuelve más compleja porque no hay espacios para la recreación de los niños, lo que aumenta los niveles de estrés dentro del PASI.
Buenas noticias, todos sanos
Ochoa señala que los resultados de las pruebas del hisopado y la muestra de sangre dan cuenta de que no hay personas infectadas dentro del grupo. Según cuenta, tampoco han recibido suficiente dotación de equipos de protección para prevenir contagios de COVID-19.
* Los nombres utilizados en este reporte fueron modificados por solicitud de los entrevistados.
Daniel Bello Hurtado quedó sin empleo durante el mes marzo. Justo acababa de encontrar ese trabajo como operador en un call center, pero fue decretado el aislamiento social obligatorio en Perú para evitar el avance del Covid-19.
En la medida que el nuevo coronavirus se convertía en pandemia, los ahorros de Daniel se acababan, pero fue llamado para un otro empleo con una mejor remuneración. Aprobó las capacitaciones, entregó todos los requisitos y tenía fecha para firmar contrato. Daniel estaba más tranquilo.
Sin embargo, el día que fue citado solo le pidieron un último documento: el RUC. Se trata de un documento que recoge la información tributaria, este sería el equivalente al RIF en Venezuela.
Daniel sabía que era necesario gestionarlo, pero no lo hizo porque pensó que no lo iba a necesitar. No cumplir con ese requerimiento interfirió con su contratación. «Fui a la oficina de la SUNAT en el centro de Lima, llamé por teléfono y envié correos electrónicos, pero no tuve respuesta». Para abril, las instituciones del Estado no habían habilitado sus plataformas digitales. Daniel estuvo dos meses desempleado.
¿Qué es el RUC?
El Registro Único de Contribuyentes (RUC) es un documento de identificación tributaria otorgado por la Superintendencia Nacional de Aduanas y de Administración Tributaria (SUNAT).
«Permite que los trabajadores independientes, personas que tengan otras rentas y a empresas o personas jurídicas realizar sus actividades dentro de la formalidad y de esta forma puedan realizar sus tributar de acuerdo a ley», describe Arturo Prado, profesional Servicios al Contribuyente de la SUNAT.
Hasta hace 5 meses, solo bastaba con ir a cualquier oficina de la SUNAT y solicitarlo. Actualmente, la única opción para tramitarlo es la vía digital.
¿Cómo inscribirse vía Internet?
Lo primero que necesita una persona para iniciar el registro es un documento de identificación. En el caso de los nacionales, el DNI y, para los extranjeros las opciones son: PTP o Carnet de Extranjería vigentes.
3. Escribir los datos solicitados: número de documento y fecha de nacimiento.
4. Aparecerán los datos personales y si son correctos, se deberá dar clic a “continuar”.
5. Responder las preguntas que aparecen: ¿Para qué necesita el RUC? ¿Qué actividad económica va a desarrollar?
El último paso es activar el RUC. Pide tu Código de Usuario y Clave de Acceso (Clave SOL), que te permitirá realizar diversos trámites a través de Internet, tales como pagar y presentar tus declaraciones, pedir autorización de impresión de comprobantes de pago a través de imprentas conectadas a este sistema, entre otros. Deberás descargar tu Solicitud de Clave SOL.
La Clave SOL
Adicional, debes gestionar la Clave Sol. Que será el usuario ante la institución y se necesita para acceder a los diferentes documentos que emita de la superintendencia; en caso de requerirlo una empresa, para compra y venta de un inmueble y cualquier otra gestión. En principio, el usuario recibe una clave preestablecida que debe cambiar posteriormente.
A través de este usuario se puede tramitar:
* Recibos por honorarios electrónicos a los trabajadores independientes. * Facturas electrónicas para el caso de personas jurídicas. * Consultar las autorizaciones de impresión de comprobantes de pago, por número de orden de formulario, por número de autorización.
* La consulta de notificaciones depositadas en el buzón electrónico asignado dentro del SUNAT Operaciones en Línea. * La revisión y pago de órdenes de pago, resoluciones de determinación y resoluciones de multa, entre otros. * Modificar datos del RUC, tales como: actividad comercial, modificación o confirmación de domicilio fiscal, alta y baja de tributos, baja de establecimientos anexos, nombre comercial, número telefónico, entre otras. * Presentar Solicitudes de Aplazamiento y/o Fraccionamiento de deuda tributaria.
A diferencia de Daniel Bello Hurtado, Jesús González sí gestionó su RUC y la Clave Sol, apenas obtuvo el PTP durante el 2018. Estaba tan bien guardado que, al momento de necesitarlo, no sabía en dónde lo había dejado. Sin embargo, tenerlos le facilitó el trámite de la carta de no adeudo, el último requisito que pide Migraciones para extender la residencia de los extranjeros en el Perú.
«Mi pareja y yo nunca alcanzamos a tener un trabajo formal en Chile. Nos ganábamos la vida dentro la informalidad, pero aun así, podíamos subsistir con ciertas limitaciones». El relato que hace Ginna Arias, venezolana oriunda del Táchira, coincide con el de muchos otros venezolanos que se han dedicado a la economía informal. En octubre de 2019 fue cuando ese sector comenzó a verse afectado.
«El comercio, las ventas en las calles; todo se detuvo y quienes no estábamos económicamente estables, comenzamos a tambalearnos», agrega Ginna.
Ginna Arias y su pareja tenían un año y varios meses viviendo en la provincia de Iquique, una ciudad costera al norte de Chile. No era la primera vez que trabajaba fuera de su país. “Cuando estaba en Cúcuta, hace como 5 años atrás, me iba a vender frutas o chocolates a La Parada, Villas del Rosal y Lomitas de Trapiche. Sin embargo, la situación en Venezuela estaba complicándose y empezaron a migrar muchas personas. Trabajar allí ya no era rentable. Mientras vendía en esos lugares, a la par terminaba mis estudios de bachiller”, recuerda Arias.
Ginna ya conocía sobre la venta ambulante cuando llegó a Chile. «Ofrecía productos de temporada en una playa de Iquique y mi novia laboraba en un negocio de reparación y venta de celulares. Primero quedé desempleada yo y luego comenzaron las manifestaciones contra el presidente Piñera, fue cuando mi novia también quedó desempleada”.
Cuando Ginna ya estaba de vuelta a la playa para reiniciar sus labores en el comercio informal, con las ciertas restricciones que se impusieron debido a las manifestaciones, llegó la pandemia.
Decisiones: dejar Chile y pensar en la huida
Con el desempleo y la llegada de la pandemia sintieron que tenían todo en contra para seguir en Chile. Tomaron entonces una decisión: iniciar el retorno. Comenzaron la ruta el miércoles 13 de mayo y no el viernes 9 como habían planificado originalmente. Como remarca: «Ese fue el primero de una larga lista de contratiempos».
Mientras se acercaban a la frontera, se unieron a otros caminantes que también iban de regreso. «En Arica, los carabineros no nos querían dejar pasar. Nos dijeron que debíamos esperar el fin de la pandemia para pagar la multa por habernos pasado los días de plazo para estar en Chile. No nos quedaba de otra y decidimos cambiar de ruta. Llegamos a una parte que va a dar con Bolivia”.
Para poder salir Chile, pasaron durante la noche por un lugar que se conoce como «la montañita». Este es un camino de dunas donde las personas quedan fuera el radar de los cuerpos de seguridad que resguardan la frontera. Después atravesaron un río y se quedaron en un hotel.
A la mañana siguiente, un grupo de lugareños que notaron que se trataba de venezolanos que retornaban, les advirtió que no era conveniente caminar por los rieles ni por la playa, ya que había fuerte presencia de militares. La caminata que, según el relato de otros venezolanos que la han hecho, toma de 4 a 6 horas: el grupo que acompañaba a Ginna y a su novia la completó en 12.
«En el camino llorábamos mi novia y yo. Nos cuestionamos por la decisión tomada. Yo caí de rodillas, dije que no podía más, que no tenía más fuerzas y que no quería caminar. Era difícil, una cosa es contarla y otra es vivirla», explica Ginna.
Perú: el encuentro con la policía migratoria
Cuando parecía que habían quedado fuera del radar de la autoridades, se encontraron con funcionarios de la Policía Migratoria del Perú. Se trata de un cuerpo de seguridad activado por el Ministerio de Interior para controlar a los extranjeros que ingresan al país, la brigada especial contra la migración delictiva. Estos funcionarios, según cuenta Ginna, recibieron al grupo con disparos.
«Ya estábamos cansados. Las piernas se nos tambaleaban, teníamos hambre y sed, entonces llega una patrulla de la policía peruana. Se bajan del vehículo y de una vez comienzan con un rosario de groserías y nos decían que volviéramos a Chile. Después se puso peor, un funcionario sacó una pistola. Nunca se nos pasó por la mente que nos fueran a tratar tan mal. Me pegaron, tiraron las maletas y el policía soltó tres tiros sin importar la presencia de los niños».
No podían cruzar a Perú, pero tampoco querían volver por el camino andado. «Estábamos en la raya que divide a los países. Los peruanos decían que volviéramos, pero del lado de Chile nos decían que si seguíamos, también nos iban a disparar. Entonces decidimos no seguir y asumir el riesgo».
Para zanjar la situación, llegó un mayor de los carabineros de Chile y se bajó de un vehículo oficial. «El funcionario dejó claro a las autoridades peruanas que ahora éramos responsabilidad del Estado peruano, que tenían la obligación de brindarnos protección. Las autoridades peruanas nos montaron en la patrulla y nos dejaron en un refugio donde estuvimos 10 días».
Ecuador: un emotivo reencuentro
El 28 de mayo pasaron la frontera y llegaron a Huaquillas. “Caminamos como cinco horas para cruzar a Ecuador. Pasamos el río, la platanera y ya cuando íbamos por el canal, me caí. Me mojé toda, pero me levanté y seguí”, describe Ginna.
Permanecieron 10 días en Ecuador. Allí Ginna tomó la decisión de pagar para que las llevaran, a ella y a su pareja, a Guayaquil: la esperaba su madre. «Me recibió con abrazos, comida, amor y un baño de agua caliente un plato de comida digno, un baño caliente. Teníamos más de dos años sin vernos. Pero me tocaba continuar con el viaje».
La frontera con Colombia, como relata, fue una experiencia difícil de olvidar para Ginna. “La tuvimos que pasar de noche, con un frío que te para el corazón. Nos guió un trochero y nos tardamos como tres o cuatro horas». Alcanzaron otro objetivo: llegaron a Ipiales.
Colombia: penurias y la llegada a Tienditas
El 9 de julio Ginna y su novia arribaron al último país que las separaba del suyo. Habían transcurrido dos meses desde el inicio del periplo y la llegada a Cúcuta no fue un tramo fácil. En Cali se hicieron parte de un grupo que venía de Ecuador y Perú, que también iban de regreso a Venezuela. En esa ciudad fueron víctimas de una estafa.
La empresa Expresos Bolivariano les ofreció una ruta que no pudieron completar y, luego de mucho de reclamar, les devolvieron el dinero con el que pudieron costear los gastos hasta La Parada.
Lo que vieron al llegar, les asustó: nulo distanciamiento social y riesgo de contagio de coronavirus. Ginna describe que todo era un negocio: alquiler de baños, venta de agua, alquiler de lugares para dormir y venta de brazaletes que habilitaban para cruzar la frontera. “Nos ofrecieron adelantarnos si pagábamos como 40 dólares; todo era un negocio».
Ginna y su novia decidieron no pasar por los caminos verdes: “Se escuchan tantas cosas que tuvimos miedo. Dicen que allí roban y matan, que pasa de todo… Por eso preferimos entrar de manera legal”.
Tras varios días en La Parada, cuando su turno para pasar estaba por llegar, ingresaron al campamento de Acnur en Tienditas. “El trato no era el mejor; al que se quejaba, lo sacaban”.
Venezuela: Nicolás les da la bienvenida
El 4 de agosto, Ginna y su pareja cruzaron el Puente Internacional Simón Bolívar. “Tuvimos que esperar en una larga fila para hacernos la prueba rápida a la que, afortunadamente, dimos negativo”.
Ginna Arias y su pareja cumplieron cuarentena en una tienda de campaña instalada en San Antonio del Táchira. “Mi único deseo: llegar a mi hogar”.
Ginna quiere continuar su relato. Contar todo lo que vivió en el lugar que le asignaron para pasar la cuarentena, lo quiere hacer apenas esté en un lugar seguro: su casa.
El 13 de agosto terminó el proceso de regularización de los venezolanos en Ecuador a través de la Visa de Excepción por Razones Humanitarias (VERHU). En una rueda de prensa ofrecida por el viceministro de Movilidad Humana ecuatoriano, Carlos Velástegui, el lunes 24 de agosto, informó que hasta esa fecha se regularizaron 38 mil 243 venezolanos con la visa VERHU.
Velástegui indicó que el proceso para regularizarse con la VERHU comenzó en agosto de 2019 y terminó justo al año. “Fue una opción pensada desde el gobierno para darle la oportunidad a todos los hermanos venezolanos que se regularizaran”, dijo. Para aplicar a esta visa se debía tener pasaporte (sin importar que estuviera vencido), antecedentes penales legalizados, haber entrado a Ecuador antes del 26 de julio de 2019 y pagar 50 dólares.
Actualmente, y según datos del Ministerio de Gobierno de Ecuador, hay 400 mil venezolanos en el país; de los cuales están regularizados 193 mil 138. Los 206 mil 862 que faltan por regularizar se encuentran a la espera de nuevas medidas humanitarias que les permitan acceder a una nueva visa de bajo costo, o pueden optar por las otras 8 visas permanentes que ofrece Cancillería.
“Con la visa VERHU se abrió una puerta para que los venezolanos se regularizaran a bajo costo. Pero, a pesar de no tener que pagar una alta suma de dinero, muchos no pudieron acceder porque no tenían pasaporte, porque entraron con cédula o carta andina, o no tenían los antecedentes”, dice Betzabeth Jaramillo, politóloga venezolana residenciada en Ibarra, ciudad al norte de Ecuador.
Betzabeth sirvió como salvavidas para muchos venezolanos que se vieron envueltos en el entramado burocrático para acceder a la visa VERHU. “Primero tenían que hacer el registro (censo) migratorio, sin ese primer paso no podían acceder a la visa humanitaria. Y ese censo, en teoría, era hasta el 31 de marzo, como todo el proceso para sacarse la VERHU. Pero con la pandemia, el gobierno ecuatoriano decidió ampliar la regularización hasta el 13 de agosto. Muchas oportunidades hubo para que las personas optaran por este beneficio, pero todos sabemos la situación con nuestros papeles de identificación desde Venezuela”, dice.
Recientemente, el consulado de Venezuela en Quito, publicó una lista con los pasaportes y prórrogas que llegaron a la sede; una información que desde hacía más de seis meses estaban esperando decenas de venezolanos. Entre estos, José*, quién no pudo renovar su visa Unasur por no tener el pasaporte vigente, y estaba esperando la prórroga.
“No quise renunciar a mi visa Unasur, y optar por la VERHU, porque siempre he tenido la primera, y me siento más cómodo con ella. Cuando vi que se acercaba la hora de renovarla, pedí la prórroga. Hice el procedimiento en noviembre del año pasado. Tuve que pagar a un gestor para que me hiciera todos los trámites en la página del SAIME, porque por mi cuenta me resultó imposible. Y aún así, no me llegó a tiempo”, dice.
La esposa de José y sus dos hijas, sí optaron por la VERHU; pero él ahora, para regularizarse debe pagar 300 dólares para renovar la visa UNASUR. “Sé que no fue una decisión inteligente de mi parte, pero el problema no es ese. El problema es que nosotros deberíamos contar con un sistema que desde Venezuela nos garantice tener nuestro pasaporte en corto plazo. Yo aún no he perdido mi empleo, pero ya me dijeron que debo renovar mi visa, y tengo que reunir esa plata lo más pronto posible”.
Betzabeth coincide con José: “Voceros del gobierno ecuatoriano han puntualizado la dificultad de los venezolanos para obtener sus documentos de identificación; por eso, si hay alguien a quien siempre debemos reclamarle al no poder regularizarnos de una manera coordinada, es al gobierno de Venezuela. Aún no sabemos qué pasará con los venezolanos que no optaron por la VERHU, que no tienen pasaporte, y que tampoco tienen para pagar los montos de las otras visas”.
El 13 de agosto, la ministra de Gobierno de Ecuador, María Paula Romo, declaró que “el proceso de regularización culmina hoy y así se termina ya, la prórroga ya se dio, la prórroga se ha cumplido”. Agregando que están analizando una segunda fase del registro migratorio donde incluirían a “otros extranjeros” que viven en el país, y están a la espera de las reformas a la Ley de Movilidad Humana que están en debate dentro de la Asamblea Nacional.
¿Y ahora qué?
No hay un panorama claro con los más de 200 mil venezolanos en el país que aún no se han regularizado. Betzabeth cree que el gobierno de Ecuador podría aplicar otros mecanismos de regularización que sean igual de fáciles que la visa VERHU. “Se está en debate sobre cómo regularizar a los que entraron con cédula y Carta Andina, por ejemplo. Pero no hay nada escrito. No hay nada fijo. Hay que esperar porque es el Estado ecuatoriano quien tiene la única potestad sobre sus políticas migratorias”.
Mientras tanto, los operativos de control migratorio arreciaron desde el 14 de agosto en todo el país. Funcionarios de la Policía Nacional, y las diferentes agencias de control municipal, están multando a las personas que no tengan visa o algún tipo de documento de identificación encima. Tal es el caso de Alfredo Urdaneta, oriundo de Maracaibo, y con más de cinco años en Ecuador.
El viernes 21 de agosto venía a bordo de su moto, al norte de Quito, cuando fue detenido por una comisión de la policía de tránsito por supuestamente pasarse una luz roja. “Lo primero que me pidió el funcionario fue mi pasaporte para ver la fecha que había ingresado al país. Le mostré la denuncia que puse ante fiscalía porque hace meses me lo robaron, pero no le importó. Me dijo que si no le gustaba que me pidieran papeles, que me regresara a mi país”.
Tras este altercado de palabras, Alfredo decidió sacar su teléfono y grabar todo el procedimiento. En cuestión de minutos, los dos funcionarios de tránsito se convirtieron en quince que lo rodeaban y le decían que le retendrían la moto por no tener documentos. “Les explique lo de mi pasaporte, y que yo estaba legal en el país. Hasta les mostré mi licencia de conducir, pero insistían en llevarse la moto. Ahí fue cuando le pedí a otra chica que estaba pasando que grabara también”.
Esa chica es Diana González, oriunda de Valencia, y con tres años en el país. “Cuando empecé a grabar lo que le estaban haciendo al muchacho (Alfredo), una de las funcionarias de tránsito me golpeó, rompió mi camisa y trató de quitarme el teléfono a la fuerza. Yo no me dejé, y cuando llegó la Policía Nacional, me detuvieron porque supuestamente yo había agredido a la de tránsito”.
A Diana la montaron en una patrulla los funcionarios de Policía Nacional, y le dieron vueltas por varios sectores de Quito, sin ella saber dónde estaba, hasta que les pagó 25 dólares a los efectivos. Decidieron soltarla y le devolvieron su cédula. Mientras que a Alfredo, le retuvieron la moto y ahora debe pagar una multa.
En la misma rueda de prensa, donde el viceministro de Movilidad Humana, Carlos Velástegui, brindó cifras sobre los venezolanos que se beneficiaron de la visa VERHU, estaba el viceministro de Gobierno, Patricio Pazmiño, y él indicó que: “Nosotros hacemos controles migratorios sobre los principios de legalidad. Ninguno de ellos (controles migratorios) determina una expulsión inmediata del país. Se debe cumplir un proceso. Para quienes sí hay un procedimiento (de deportación) establecido, es para aquellos que infringen la ley”.
Carlos Cedeño es de Margarita, llegó al país hace poco más de dos años, y tenía visa UNASUR cuando fue multado por funcionarios de la Policía Nacional mientras vendía comida en la calle, al norte de Quito. “Me dijeron que tenía que mostrarles el pasaporte con la visa, y yo sólo tenía encima una copia de la página donde tengo la visa. Les dije que no era necesario eso, y que con sólo mostrarles mi visa, y su número, ellos podían verificar que estaba legal. No les importó. Igual me multaron”.
Durante la cuarentena, a Carlos se le venció su visa UNASUR y trató de sacarse la VERHU, pero como tenía en sistema del Ministerio de Gobierno, una multa por estar “sin documentos”, no pudo sacarla. “Ahora estoy entrampado, porque el pasaporte se me venció y no me puedo sacar las otras visas que cuestan mucho más. Estoy esperando para ver si puedo pedir mi prórroga en el consulado de Quito cuando habiliten citas e irme de aquí”.
Según datos del Ministerio de Gobierno, 165 mil 761 venezolanos realizaron el registro (censo) migratorio en Ecuador. De esa cantidad, como mencionamos antes, sólo 38 mil 243 obtuvieron la visa VERHU. De los que completaron el censo, un 30% tiene educación universitaria, mientras que un 40% llegó hasta bachillerato. Además, un 65% no tiene un empleo fijo, y trabaja en el comercio informal.
Para finales de agosto se espera se realice entre Cancillería, Ministerio de Gobierno y varias agencias del sistema de Naciones Unidas, la Mesa de Movilidad Humana, donde el viceministro de Movilidad Humana, Carlos Velástegui, presentará el plan de acción para la migración venezolana 2020 – 2021. Hay que recordar que Ecuador tendrá elecciones presidenciales en febrero del próximo año. Este plan de acción sólo estará contemplado hasta mayo de 2021, cuando asuma el nuevo gobierno.
En ese plan se darán detalles sobre lo que ha significado la colaboración internacional para el proceso de regularización de los venezolanos: asesoría legal y presupuesto otorgado a las agencias del sistema de Naciones Unidas y las ONG. Carlos Velástegui, ante la duda de cómo se ayudó a los venezolanos para pagar la visa VERHU, declaró que: “Los organismos internacionales, OIM y ACNUR, comprometieron su apoyo, y lo han hecho, de cubrir el valor de los USD 50 del formulario para los casos de extrema vulnerabilidad”.
Mientras no se conozcan detalles del plan de acción, los operativos de control migratorio continúan en el país. Este escenario preocupa a los venezolanos, pues ven más lejos sus posibilidades de regularizarse al tener que pagar multas y altos precios por las visas disponibles.
*José pidió mantener su verdadero nombre en reserva.
Una buena noticia para la comunidad venezolana en Brasil. El Gobierno del país más extenso de Sudamérica reconoció como refugiados a 7.787 venezolanos y ya suma casi 46.000 venezolanos en esta condición.
Según datos del Comité Nacional para los Refugiados (Conare) de Brasil, hay al menos 50.000 personas en condición de refugiados en el país y cerca del 90% son venezolanos. Las autoridades brasileras calculan que son cerca de 260.000 los venezolanos que viven en ese país.
Brasil y su accionar con los refugiados venezolanos
Las autoridades migratorias brasileras aseguran que han recibido al menos 130.000 nuevas solicitudes de asilo hasta julio del año en curso. Estas solicitudes son de ciudadanos venezolanos que se ven obligados a irse de su país y cruzar la frontera para llegar a la nación vecina.
Para optar al refugio en Brasil, las personas tienen que ser venezolanas o “apátridas que residían en Venezuela”. Además, las autoridades brasileras piden contar con un documento de identidad venezolano, no tener antecedentes penales en Brasil, ser mayor de edad y no contar con otro permiso de residencia en el país.
La situación migratoria venezolana es uno de los temas más importantes en Brasil desde 2019. El Conare asegura que en Venezuela se vive “una situación de violaciones graves y generalizadas de Derechos Humanos”.
La decisión de sumar a los más de 7.000 refugiados fue felicitada por Acnur.
“Esta nueva ronda de reconocimientos basada en el procedimiento simplificado prima facie refuerza la efectividad de este mecanismo para asegurar la protección de miles de personas”, dijo el Representante de ACNUR en Brasil, José Egas. “Esta postura refuerza el compromiso del Gobierno brasileño con garantizar los derechos de los refugiados venezolanos que buscan protección en Brasil”, agregó Egas.
Analexis no es madre aún pero sabe lo que es cuidar muy bien de aquello que le es esencial. De sus 23 años de vida, al menos 15 se los ha dedicado a tocar y cuidar a su violín. Ese instrumento musical es su compañero y también su fuente de ingresos.
En noviembre de 2019 ella decidió emigrar a Colombia en búsqueda de mejores oportunidades económicas y con el anhelo de un crecimiento profesional. Su meta es convertirse en “la mejor violinista del mundo” y apoyar también a quienes desean serlo. Oriunda del estado Barinas, decidió tomar un bus hasta Cúcuta. Allí abordó un avión con destino a Bogotá, Colombia.
En la capital colombiana, cuando apenas iniciaba su proceso migratorio, fue víctima de estafa y extorsión. «Yo tocaba sola en la plaza Santander. Un día un muchacho robó una bicicleta y me hicieron pasar como la ladrona a mí porque estaba ahí presente. Me agarró la policía. Me quitaron el violín y luego, no sé cómo, consiguieron mi número. Recibí llamadas para para amenazarme, que me iban a matar si no pagaba el millón de pesos que me estaban pidiendo», recuerda.
Mientras Analexis resolvía cómo recuperarlo, también lidiaba con la preocupación de los trámites para radicarse. Los primeros meses en Colombia fueron turbulentos. Sentía frustración al pensar que salió de Venezuela buscando mejores condiciones de vida y fue víctima de la delincuencia en otro país.
Para ella lo importante era recuperar su violín. Aquello era más que un simple robo.
«El violín y la música lo son todo para mí. Sin eso no soy Analexis». No le habían robado un instrumento. Le habían arrebatado sus recuerdos; su trayectoria como docente musical dentro de El Sistema; su soporte económico para comenzar una nueva vida. Le habían arrancado, como cuenta, un pedazo de su corazón, que ya venía fracturado al separarse de su familia cuando se convirtió en migrante.
Un compromiso con la música
«Me reuní con abogados y ellos me decían que diera todo por perdido y que me fuera de la ciudad. Quizá me hubiese podido hacer la loca y no pagar el millón de pesos, pero iba a quedarme sin violín. Y quedarme sin violín nunca fue una opción para mí. Es como que una madre abandone a su hijo que ama. Sencillamente no puede».
La tormenta por la que atravesaba amainó cuando pagó 250 dólares por el rescate de su violín. El dinero que recaudó lo hizo gracias al apoyo que le dieron algunos amigos.
Analexis Cancines es licenciada en Artes. Comenzó su experiencia en el mundo de la música a los 8 años. Ahora forma parte de la diáspora venezolana radicada en Colombia. Escogió este país porque sabía que en esa nación se desarrollaba el proyecto de la Fundación para la Integración Musical de Colombia (Fundimusicol). Consideraba que era la mejor oportunidad para cumplir con los objetivos de mejorar su calidad de vida y perfeccionarse con el violín.
“Salí en búsqueda de seguir haciendo música, pues en Venezuela sólo me dedicaba a educar. Ya conocía los pasos que estaba realizando Fundimusicol y decidí querer ser parte de ello”.
Una fundación para músicos migrantes
La muerte del maestro José Antonio Abreu, el 24 de marzo de 2018, impulsó a un grupo de músicos venezolanos en Bogotá a reunirse en la plaza de Usaquén para coordinar un homenaje póstumo al economista, activista, educador y también político venezolano.
Casi dos meses después de ese homenaje, once maestros musicales decidieron coordinar un “movimiento migratorio musical” que preparó el terreno para la primera Orquesta Binacional Colombo-Venezolana.
Luego, en septiembre de 2019, formalizaron el proyecto ante la Cámara de Comercio de Bogotá. Fundimusicol nació con el objetivo de centrar su actividad organizacional en el desarrollo humano. Apuestan por el desarrollo profesional de sus integrantes por lo que tratan de impulsar y coordinar prácticas entre orquestas colombianas y músicos venezolanos.
La sensibilización artística y la difusión de la música son los pilares estructurales de las actividades de esta organización, que busca el rescate pedagógico, cultural y ocupacional de los ciudadanos colombianos y venezolanos.
“No es que no querramos replicar el Sistema Nacional de Orquestas, porque El Sistema ya se replica en más de 100 países. Pero sí queremos ajustarnos a la condición geográfica y administrativa de Colombia. Lo que estamos haciendo es una integración de los dos países con el modelo del sistema. Solo falta apoyo. No es lo mismo estar en Venezuela donde un Estado financia el 100% de este sistema y es mucho más fácil”, dice el director Ejecutivo de Fundimusicol, Álvaro Carrillo, un colombo-venezolano egresado del Conservatorio de música Simón Bolívar de Venezuela.
Según datos de Migración Colombia, para el año 2019 habían radicados en el país neogranadino cerca de 1.771.237 venezolanos. La cifra representa un incremento del 50% respecto al año anterior.
Una de las tareas de Fundimusicol es fungir de puente entre los músicos migrantes venezolanos y la sociedad colombiana. Con sus programas educativos promueven el desarrollo musical, con especial énfasis en la población migrante que trata de establecerse, como lo hizo Analexis Cancines.
Actualmente Fundimusicol promueve el Coro Sinfónico y la Orquesta Sinfónica de la Juventud. Entre ambas albergan alrededor de 200 músicos, un 60% venezolanos, 20% colombianos retornados y 20% colombianos residentes.
La fundación agrupa a diferentes organizaciones musicales que han nacido en Colombia como resultado de los aportes culturales de la diáspora venezolana en ese país.
Además, ha servido de apoyo para los músicos venezolanos que han necesitado algún tipo de contención durante la pandemia del coronavirus.
El aplauso es ahora en las calles
Las calles de Colombia perdieron sus acostumbrados sonidos cuando el presidente Iván Duque decretó la cuarentena obligatoria para evitar la propagación del coronavirus. La paralización de actividades tradicionales afectó las dinámicas de todos los habitantes en esa nación. Como la pandemia del coronavirus congeló la agenda de presentaciones culturales, obligó a los músicos a compartir su talento musical a través de plataformas digitales y a buscar el aplauso en las calles.
“Muchos de los músicos venezolanos tenían trabajos informales, pero eran trabajos no de tanto riesgo como estar en la calle. Muchos tocaban en restaurantes, centros comerciales, daban clases en institutos y academias o impartían clases particulares. Había otro grupo que sí tocaba en el Transmilenio (transporte público). Ahora con la pandemia, cerca del 40% sale a las calles para buscar algún tipo de ingreso”, explica Carrillo.
Dos meses después de haberse decretado la cuarentena obligatoria en Colombia, nació Son Parrandero, una agrupación integrada por músicos venezolanos profesionales que buscan alegrar el corazón de los ciudadanos, que cumplen con el distanciamiento social en sus hogares, a través de la parranda costeña Venezolana en Bogotá.
“En Colombia no están acostumbrados al estilo de parranda costeña venezolana. Así que ese es nuestro estilo, lo que nos diferencia. Buscamos distraer un poco a las personas que se encuentran en cuarentena, manteniendo el protocolo de seguridad, llevamos música a la casa. El slogan de nosotros es música hacia la ventana. Lo que hacemos es compartir parte de nuestra cultura musical a las personas que están encerradas en sus casas y ellos nos colaboran con lo que puedan”, explica Miguel Salazar, uno de los integrantes del grupo.
Los músicos de Son Parranderoforman parte de Fundimusicol. Cada uno de sus integrantes, ahora con la pandemia del Covid-19, se han reinventado y organizado para mantenerse haciendo lo que mejor conocen: música.
“A través de Fundimusicol, hemos sido beneficiados con alguno de sus programas sociales de ayuda. Ellos tienen prácticamente censados a los músicos venezolanos en Colombia”, asevera Salazar.
La autogestión de Fundimusicol
El director Ejecutivo de Fundimusicol explica que aún no cuentan con el reconocimiento ni el financiamiento del gobierno de Iván Duque, aunque asegura han tenido unos primeros acercamientos.
“No tenemos ayuda ni apoyo actualmente. Creo que se debe a la emergencia sanitaria porque las prioridades son otras. Lo poco que hemos conseguido ha sido básicamente a través de donaciones, no a nivel monetario sino más bien de alimentación, ropa, atriles para ensayar”, afirma.
Para lograr el desarrollo humano de sus integrantes y gracias a los donativos recibidos, Fundimusicol ha organizado jornadas de atención en asesoría legal y apoyo logístico a migrantes venezolanos, ayudas alimentarias y apoyo sanitario. Estas iniciativas diferencian a Fundimusicol de otras organizaciones musicales fundadas por venezolanos en otras partes del mundo, como Latin Vox Machine en Argentina y La Fundación Música para la Integración en Chile, cuyos ejes principales son la educación y la ejecución artística.
“Estas actividades se han logrado a través de enlaces con embajadas, fundaciones, y organizaciones como la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), Cruz Roja, Embajada de Austria, Fundación Colombia cuida a Colombia. Hemos beneficiado a 500 músicos con alimentos y más o menos a 300 en dos jornadas de salud”.
Oportunidades musicales
Uno de los primeros países en replicar el modelo pedagógico de El Sistema fue Colombia con la creación, en 1991, de la Fundación Nacional Batuta. Aunque tiempo después, lograron configurar un modelo propio.
Solo ocho venezolanos pertenecen a las dos orquestas que existen en Colombia: la Sinfónica de Bogotá y la Sinfónica de Colombia. Esta cifra demuestra que es muy baja la inserción laboral de los músicos venezolanos en la nación neogranadina.
“La mayoría de estos músicos que culminan sus estudios no tienen oportunidades. En vez de hacer algo acá salen a hacer maestrías y muy pocos regresan. Entonces ¿qué estamos haciendo nosotros? Conformar otra orquesta, otra plataforma, para que los músicos puedan hacer sus actividades”, comenta Álvaro Carrillo.
También precisa que buscan emular un modelo sustentable de funcionamiento a través de clases de música en Bogotá y en la zona fronteriza. Esta iniciativa sería igual a la experiencia de los maestros musicales venezolanos que resuenan en Chile.
“Tenemos propuestas de proyectos para niños, para hacer núcleos de música en infraestructuras educativas. La idea es que nosotros podamos conseguir estos espacios con la alcaldía donde podamos estar en las tardes ofreciendo clases de música a la población. Al contratar a los músicos migrantes se les va dar una mayor estabilidad económica, legal , social y laboral. Estos músicos ya no van a estar en las calles sino van a estar trabajando.”
Son numerosos los proyectos musicales en el mundo que buscan emular el modelo social y musical que creó el Sistema Nacional de Orquestas y Coros de Venezuela, fundado en 1975 por José Antonio Abreu.
Fundimusicol es una organización que da muestra de cómo el modelo de educación musical venezolano se ha incorporado de a poco en la sociedad colombiana, sin competir con sus modelos propios. Al ser una fundación sin fines de lucro, su labor principal se ha centrado en desarrollar el talento de los músicos migrantes venezolanos que tratan de establecerse en suelo neogranadino.
Fundimusicol continúa siendo el acopio musical de muchos venezolanos en Colombia. Y desde ese espacio de contención, Analexis sigue dando pasos para convertirse en «la mejor violinista del mundo». Mientras tanto, con las vibraciones musicales que crea con su violín, envía un mensaje: «No importa qué tan mal esté todo, siempre hay una salida a tu favor».
El gobierno de Perú anunció la extensión del estado de emergencia hasta el 30 de septiembre. El país sudamericano también mantendrá su alerta sanitaria hasta el 7 de diciembre. Justamente esta semana, Perú se convirtió en el país con mayor tasa de mortalidad por COVID-19, algo que mantiene en vilo a las autoridades de la nación.
Hasta el jueves en la noche, Perú contaba con 621.997 personas con COVID-19 y 28.277 muertes confirmadas por el virus que azota al mundo entero. La ampliación del estado de emergencia busca contener la propagación de la pandemia en el país y bajar la cantidad de casos que registra la nación.
Estado de emergencia en Perú
Antes de la ampliación, el decreto de estado de emergencia expiraba a finales del mes de agosto, sin embargo, al ver que la situación sanitaria no mejora en el país, el gabinete ejecutivo decidió aplicar la extensión.
La información fue anunciada por Walter Martos, jefe del Gabinete. “»En base a toda esta estrategia y a las recomendaciones que hemos recibido, no solamente del personal de salud, sino también hemos conversado con las autoridades de las diferentes regiones, con especialistas, con otras instituciones, y se han tomado algunas medidas», comentó el funcionario.
Perú es, actualmente, el país con la mayor tasa de mortalidad por cada 100.000 habitantes. No obstante, las autoridades sanitarias del país revelaron un descenso en el número de fallecidos en las últimas dos semanas.
«No podemos ser triunfalistas. Tenemos que tomar con serenidad la disminución del número de fallecidos. En epidemiología, las cifras pueden cambiar en cualquier momento», subrayó la ministra de Salud, Pilar Mazzetti.